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Chubasco De Cielo Latini

hamtarita3 de Julio de 2011

11.243 Palabras (45 Páginas)1.658 Visitas

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Cielo Latini

Chubasco

A Rolando,

el hombre que me paró frente al espejo de un bar

Y me prestó sus ojos.

Chubasco:

Es un tipo de precipitación que se caracteriza porque sobreviene bruscamente y termina con la misma rapidez. Puede ocurrir en forma de nueve, agua granizo, etc.

Los chubascos son consecuencia de una discontinuidad local que existe en el estado de la atmosfera. Suelen producirse con buen tiempo en la horas mas calurosas del día y dan lugar a la formación de cumulonimbus. Cesan al llegar la noche.

Cambiamos "precipitación" por "hombre" y entendemos todo.

Al comienzo de las novelas suele leerse: "los hechos y los personajes de este libro son producto de la imaginación; cualquier semejanza con la realidad es fruto de una mera coincidencia".

Al comienzo de este libro no. Porque Jari está entre nosotros pero exige reserva. Tuve acceso a su historia, sus fotos, sus videos, su fotolog y su facebook, ya caídos, sus chats en carpetas anilladas. Soy su cronista.

C.L

Chubasquera.

Santina dice que mis hombres son chubascos. Vienen, me ennegrecen la vida, me ponen de mal humor, me frizan el pelo, me llueven un poco en la cabeza y después se van. Uno pensaría que después de tanta lluvia sale el sol, pero no. Si algo aprendí a través de los años es esto: a un chubasco siempre, sin remedio, le sigue otro.

Santina: boluda, dejá de llamarlo

Jari: ¡pero me gusta! y por fin alguien me trata bien, alguien me llama a la noche para que duerma bien, alguien me abraza cuando vamos al cine, alguien espera los cuarenta y cinco minutos que tardo en arreglarme...

Santina: es un chubasco

Jari ¿un qué?

Santina: otro chubasco. ¿Tomás Mora? Chubasco. ¿Enrique Soto? Chubasco. ¿Martín Fornella? Chubasco.

Jari: ¿Qué decís?

Santina: que sos una chubasquera. Te gustan los tipos que vienen, te mojan y se van.

Jari: Te juro que esta vez no es así

Santina: dale, pero cuando todo se ponga gris y te mojes, y para variar no estés preparada con un paraguas, te vas a acordar de mi y, obvio, va a ser tarde.

Jari: envidiosa de porquería.

Santina: Chubasquera.

Esta es la historia de como me convertí es esta cínica que soy, de como alguien como yo puede terminar así. No son pocas las caras de la soledad. Ya saben: se puede estar solo en una fiesta de declarados amigos, en un asado familiar, en una mesa ruidosa de ex compañeras del secundario; se puede estar sola en la ciudad -a todas nos ha pasado- aunque todos los flacos te miren y te murmuren cosas cuando pasás. Pero, ¿saben que? también estamos solas cuando al amor lo encontramos online: lo leemos, lo sentimos, pero no lo vemos. Cuando las pruebas sólo son escritas, duele.

Me habían dicho que nunca iba a estar sola. Siempre lo pregunté y siempre me dijeron que no. Mis padres, las maestras, los de la iglesia, todos me decían que no, que no iba a estar sola. Pero de chica pasaba los recreos y volvía a casa y merendaba sola, porque mis papás trabajaban hasta tarde. Miraba, sola, los dibujitos hasta que llegaban cansados mis viejos y cenábamos en silencio. Hacía sola los deberes, porque mis papás - alguna vez me lo insinuaron- ya habían trabajado bastante durante el día como para ayudarme a mí a la noche, al fin y al cabo, decían, esa era mi obligación, ante mi familia y ante Dios.

Desde chica , sin que nadie me lo explicara, aunque todos me decían que no, entendí que iba a estar sola y asumí que estar sola cuesta mucho, duele en el cuerpo, enferma. Que no tener en quien apoyarse pesa y duele. Me dí cuenta rápido de que los cuentos infantiles que terminan siempre bien son sólo cuentos. De chica intuí que hay que confiar poco y en pocas personas; ahora comprobé que hasta el mejor amigo, que hasta el hombre de tu vida puede traicionarte. Que los humanos somos sólo humanos y por eso decepcionamos. Ahora pienso que si alguien me lo hubiera dicho desde el principio, habría sido todavía mas cautelosa. Hubiera confiado menos y me hubiese dolido menos. Pero no hubiera aprendido nada ni estaría aquí, contando esta historia de ilusión y desgarro que es la mía. Claro que mi cuerpo no resiste ni cien minutos, ni cien segundos mas de esta agonía. Escucho por décima vez, "Good enough" y espero a que las pastillas hagan efecto. Me duele el engaño. Me duele pensar que ya no voy a conocerlo. Me consuela saber que existe en mi cabeza, que ahí vive para siempre perfecto. Cuento esta historia con las pocas fuerzas que me quedan, cuento con lo poco que me queda de memoria.

Siempre me pareció algo inconsistente decir que se puede amar a quien no se conoce. Me pareció también un poco bizarro decir que uno es amigo de alguien solo porque conoce como escribe en la computadora. O porque uno es Ipod compatible con esa persona: ya sabés, como cuando le preguntas "¿que hay en tu ipod?" y directamente te lo dan y miras y sí: mas del 80% de lo que tiene en su música es lo mismo que tenes vos en la tuya. Eso es ser Ipod compatible: y nosotros éramos así, en un 93%.

Y también éramos de esos que se quedan hasta las cuatro de la mañana chateando. De esos que por Web cam. se animan a hacer cosas que en la vida real no pueden ni poner en palabras. De esos éramos nosotros.

De un plumazo o de un enter, se puede cambiar la vida de alguien. En unos segundos se puede caer el mundo abajo: no, no es una metáfora... se puede caer el mundo, el techo de tu casa en tu cabeza; Dios en tu cabeza se toma el palo para dejarte sola, sola. Todas las convicciones que tuviste alguna vez pueden relativizarse... todo puede verse de una u otra manera, como diría jarabe de palo, depende. "de según cómo se mire todo depende". A veces en Internet el enter se aprieta antes de tiempo.

Desde que termine el colegio no tuve demasiado en claro que hacer con mi vida. Mis viejos son profesionales, arquitectos los dos, pero nada que ver conmigo, a mi no m interesan las casas, las obras, los planos; no vibro con la gritería, los azulejos ni el Port Land. Me siento bastante diferente, como si fuera de otra familia. Lo mismo me pasa con la gente, en general, es como si fuera de otra especie.

Tampoco sé como describirme, nunca me puse a pensar soy así o asá. Soy mutante, no me quedo en el mismo lugar mucho tiempo, no pienso siempre lo mismo de las cosas. De pocas cosas estoy segura: me llamo jari y me gusta pedirme un cuarto de helado todo de chocolate, bailo muy mal, me criaron en la iglesia adventista, nunca me dormí mirando una película, tengo dos hermanos, no puedo dormir cuando escucho pajaritos afuera, estudio fotografía, soy fóbica a piojos y pulgas, tampoco puedo dormir si se filtra una minima luz por las cortinas, tengo diecinueve años, me deprime volver de bailar y que sea de día, nunca entendí porque mis padres eligieron mi nombre, mi marca preferida es complot, mi desayuno preferido es Mokaccino de Nescafé, mi banda preferida es Glow y lo único que sé cocinar son galletitas. Ahí esta lo que hay que saber para saber de mi.

En mi casa tengo una biblioteca enorme. Me pasé la vida leyendo, me perdí la vida demasiado encerrada. Nuestro televisor siempre estaba ocupado así que el único entretenimiento disponible eran los libros de mis viejos. Eso hasta que decidí reaccionar y de verdad y vivir en el mundo real, me la pasé yendo de la iglesia a casa y de casa a la iglesia. Ni por obligación ni por convicción: porque no sabía que había después de esa vida. Y cuando estaba en casa veía muchos dvds y leía, leía, leía. Elijo el tercer estante y nombro alguno de los libros que esperan ahí ser leídos de nuevo: Verdad tropical de Caetano Veloso, El informe de Brodie de Borges, Artistas, locos y criminales de Osvaldo Soriano, Historias de cronopios y famas de Julio Cortazar, Tres Hombres elegantes de Marcelo Birmajer, Ensayo sobre la ceguera de José Saramago, La habitación cerrada de Paul Auster, En picado de Nick Hrnby, Girl, interrupted de Kaysen y Al amigo que no me salvó la vida de Hervé Guivert. Mis preferidos estan dentro de otro estante y son: Abzurdah de Cielo Latini, El psicoanalista de John Katzenbach, Nueve semanas y media de Elizabeth Mcneill y heartburn: el difícil arte de amar de Nora Ephron.

Decía: soy una migrante aburrida, o por lo menos así era antes de conocerlo. Me trasladaba a dos lugares fijos: a casa, a la iglesia, a casa, a la iglesia. Llevaba un libro, siempre, por si me daba por llegar temprano. No me gusta que me hablen los desconocidos. Entonces leo y me abstraigo, me olvido de donde estoy y de que estoy esperando. Hasta que se me acercan uno o dos adventistas y aunque no quiero pierdo la atención en el libro

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