Consecuencias De La Migración Para El Occidentalismo

Consecuencias de las Migraciones para el Occidentalismo

“Sobre las sociedades del siglo XIX y hasta la caída del muro de Berlín, se construyó una nueva sociedad, una supra-sociedad: el Occidentalismo”1.

La caída del Muro de Berlín y la subsecuente disolución de la URSS sometieron al occidente bajo un solo estandarte, portado por una sociedad embrutecida bajo el mando de unos cuantos privilegiados. Aquellos que evolucionaron hasta nuestros días para convertirse en un organismo destinado a expandir una sola ideología, una sola forma de vida; suprimiendo las ideas de cualquiera que piense diferente, convirtiendo a los individuos en una masa de consumidores sin pensamiento propio, siguiendo resignadamente un régimen hegemónico e igualitario para todos; unificar las estructuras y moldearlas a su antojo.

“La tendencia de este poder globalitario es aumentar su hegemonía a perpetuidad y explotar el planeta a su antojo. Tal obsesión se plasma en la imposición de un orden social, de un tipo de economía, de un sistema político además de una ideología, una cultura, una manera de vivir que imitan el modelo occidental presentado en forma abstracta como el paraíso en la tierra.”2

Así, el mundo occidental se ha visto envuelto en una serie de bombardeo mediático que vende este organismo, el supra-poder, que se disfraza como una maravilla; como la solución utópica a las carencias de la sociedad y de los regímenes políticos y económicos que le precedieron. Sin embargo, fuera de las fronteras ideológicas, políticas y económicas del occidentalismo, existen sociedades que se mantienen intactas a este poder, que de alguna u otra manera, resisten a este poder que busca dominarlo todo.

Son precisamente estas sociedades ajenas al occidentalismo en las que se concentran todos los esfuerzos del último por conquistarlas a través de una serie de estrategias de desprestigiación de las instituciones establecidas en ellas, llevándolas a integrarse a la colección de regímenes derrumbados por el occidentalismo y sustituidos por el mismo. Son precisamente estas sociedades ajenas al occidentalismo las que nos llevarán, tal vez, a la emancipación de este sistema opresor.

La propaganda hecha al Sueño Americano de alcanzar el bienestar económico y social en la tierra anhelada de los Estados Unidos, en mancuerna con la Europa occidental, llevo a muchas personas en dificultades económicas y en búsqueda de mejores oportunidades a emigrar y tomar residencia en países occidentales. Las posibilidades de integración de estos individuos a la cultura anfitriona era prometedora. Sin embargo, conforme fueron aumentando los números de migrantes, legales e ilegales, de las culturas más variadas, esta integración soñada se encontró con serias dificultades.

Lo que constituye a un grupo social es su pasado en común, sumado a las tradiciones, creencias y costumbres que comparten. Al llegar a países ajenos a su cultura madre, no les queda más opción que adaptarse a las nuevas formas convencionales de la sociedad que los recibe; mas, si en esa sociedad

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