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DE LA MONODICIPLINARIEDAD A LA TRANSDICIPLINARIEDAD

angiecath12Ensayo30 de Enero de 2022

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DE LA MONODISCIPLINARIEDAD HACIA LA TRANSDISCIPLINARIEDAD

“Todo es una sola cosa”

Heráclito, (Siglo V a.C.)

Marco Antonio Velilla Moreno

Magistrado del Consejo de Estado

Es necesario reconocer, a manera de punto de partida, el importante aporte de la disciplinariedad y de la hiperespecialización no solo para el desarrollo de las ciencias sino también para la precisión de los dominios que aparecen fragmentados y no articulados, y que, en consecuencia, y por esa misma razón, reclaman, quizás, en forma paradójica, la presencia de la interdisciplinariedad y de la transdisciplinariedad para su articulación, religación y contextualización[1]. Bien podría retomar también en este momento las palabras de Blas Pascal, que se evidencia, también, en el fundamento del pensamiento complejo, corriente que pregona el profesor Edgar Morin. Expresa Pascal:

“Todas las cosas son causadas y causantes, ayudadas y ayudantes, mediatas e inmediatas, y todas están entrelazan por un nexo natural e invisible que vincula a las más alejadas y diferentes, yo encuentro imposible conocer las partes sin conocer el todo, tampoco conocer el todo sin conocer particularmente las partes”.[2]

La palabra “interdisciplinariedad” aparece, por primera vez, según Mattei Dogan en 1937, y su inventor es el sociólogo Louis Wirtz. Previamente, la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos había empleado la expresión “cruce de disciplinas” y el Instituto de Relaciones Humanas de la Universidad de Yale había propuesto el término “demolición de fronteras disciplinarias”. La fuente de la noción de “Transdisciplinariedad” se encuentra, sin ninguna duda, en un artículo sobre la unidad de conocimiento de Niels Bohr, que data de 1955. Aunque la palabra no aparece en forma expresa, su noción si aparece claramente expresada ahí: “[e]l problema de la unidad del conocimiento está íntimamente vinculado a nuestra quete de una comprensión universal destinada a elevar la cultura humana”[3] Esta actitud general que ha sido provocada por la revolución cuántica, “se caracteriza como un esfuerzo para comprender armoniosamente los aspectos cada vez más vastos de nuestra situación”[4].

Avanzando de forma preliminar en nuestros conceptos, podríamos decir que, mientras la interdisciplinariedad hace referencia, más que todo, a una colaboración entre las diferentes disciplinas, con relación a un determinado problema o proyecto, la transdisciplinariedad conlleva, sobre todo, a una actitud que permite juzgar o no, la pertinencia de la intervención de ciertas disciplinas, de modo que se hace necesaria, incluso, la creación de nuevas disciplinas, hecho que, de suyo, le está restituyendo un importante lugar al Sujeto. Como bien expresa Nicolescu al respecto,

[…] en el caso de la disciplinariedad, la investigación transdisciplinaria no es antagonista sino complementaria a la investigación pluri e interdisciplinaria. La transdisciplinariedad es sin embargo radicalmente distinta a la pluridisciplinariedad y a la interdisciplinariedad, por su finalidad, la comprensión del mundo presente, que es imposible inscribir en la investigación disciplinaria. La finalidad de la pluri y de la interdisciplinariedad es siempre la investigación disciplinaria. Si la transdisciplinariedad es con frecuencia confundida con la interdisciplinariedad y la pluridisciplinariedad (como por otra parte, la interdisciplinariedad es frecuentemente confundida con la pluridisciplinariedad, eso se explica en parte por el hecho de que las tres desbordan las disciplinas. Esta confusión oculta las diferentes finalidades de estas tres nuevas perspectivas”.[5] 

Así  mismo  agrega Nicolescu:

“Absolutizar el carácter radicalmente distinto de la transdisciplinariedad en relación a la disciplinariedad, la pluridisciplinariedad y la interdisciplinariedad, es extremadamente peligroso, ya que la transdisciplinariedad sería vaciada de todo su contenido y su eficacia en la acción reducida a la nada”[6].

Para que esta actitud inter y transdisciplinaria no se quede en una simple intención, ha sido necesario que se disponga de las herramientas adecuadas; herramientas que, por demás, han venido elaborándose en el siglo XX al abrigo de los ataques de los medios, de las fuerzas inerciales de la academia, de consideraciones de rentabilidad económica e, incluso, de viabilidad política.

Recordemos cómo, en noviembre de 1994, en el Primer Congreso Mundial de la Transdisciplinariedad, se redactó una carta cuyo objetivo esencial es el de brindar una orientación común a las disciplinas, de buscarles un sentido, una dirección y una significación, redescubriendo la unidad del universo, de la vida y del hombre. En esta ocasión se enunciaron, entre otros, los siguientes principios:

  • La transdisciplinariedad es incompatible con una reducción del hombre a una estructura formal, así como con una reducción de la realidad a un solo nivel y a una sola lógica.
  • La transdisciplinariedad ofrece una nueva visión de la naturaleza, abriendo las disciplinas  hacia  aquello las atraviesa y las supera. Va más allá del dominio de las ciencias exactas, que busca reconciliar con las ciencias del hombre.
  • La transdisciplinariedad sitúa al hombre dentro del universo. Para la trasdisciplinariedad la economía debe estar al servicio del hombre y dialogar con todas las ideologías humanistas y no totalitarias.

La transdisciplinariedad se define, en cuanto tal, como una aproximación paradigmática nueva, es decir, un marco de pensamiento tendiente a integrar diferentes análisis científicos, culturales, espirituales y sociales cuya finalidad, es no solamente la comprensión del mundo presente, sino también la modelización de su evolución.

El método transdisciplinario es uno de los  resultados descubiertos de Max Planck desde  la física cuántica sobre la naturaleza a la vez corpuscular y ondulatoria de la energía. Tal  método  llevó a  replantear los conceptos claves de la física clásica que son la causalidad local y el determinismo. Para Nicolescu, físico cuántico y teórico de la transdisciplinariedad, la consecuencia de sus descubrimientos es triple: hay, en principio, un replanteamiento del dogma filosófico contemporáneo de la existencia de un nivel de realidad, comprendido aquí como un conjunto de sistemas invariables frente a la acción de un gran número de leyes generales (por ejemplo, en física, las partículas, las entidades cuánticas sometidas a las leyes cuánticas, las cuales crean un rompimiento con las leyes de la física clásica).

Así, dos niveles de realidad son diferentes entre sí, pasando el uno al otro, con lo cual hay ruptura de leyes y conceptos fundamentales. Esta discontinuidad, que se manifiesta en el mundo cuántico, se observa así en la estructura de los niveles de realidad: nuestros cuerpos tienen a la vez una estructura microfísica y una estructura cuántica. La segunda consecuencia de los descubrimientos de la física cuántica es la aparición de una lógica diferente de la lógica clásica, la cual se fundamenta sobre el axioma de la identidad (A es A), el axioma de la no contradicción (A no es no A) y el axioma del tercero excluido (no existe un tercer término que es a la vez A y no A).  

De forma contraria, la lógica transdisciplinaria reconoce un axioma del tercero incluido (por ejemplo onda y corpúsculo) que se vuelve posible, únicamente, por la existencia de diferentes niveles de realidad. Pero, esta lógica del tercero incluido no es abolido, según B. Nicolescu, el de tercero excluido; el  tercero excluido  solamente restringe  su dominio de validez a situaciones simples, como la circulación de los vehículos sobre una autoruta: ninguna persona parece introducir, sobre una autoruta, un tercer sentido con respecto al sentido permitido y al sentido prohibido. Por el contrario, la lógica del tercero excluido es nociva en los casos complejos, como bien ocurre en el dominio social o político, pues, en estos casos, termina obrando como una verdadera lógica de exclusión: el bien o el mal, la derecha o la izquierda, los blancos o los negros, etc.

La tercera consecuencia de la revolución cuántica es el reconocimiento de la complejidad, tal como lo describe Edgar Morin. La transdisciplinariedad se apoya, pues, en tres pilares: los niveles de realidad, la lógica del tercero incluido y la complejidad.

El presente texto pretende compartir, más que una comprensión, una intuición, acerca de lo que constituye el tránsito, de la interdisciplinariedad a la transdisciplinariedad, así como sus diferencias fundamentales en términos de grado. Por lo tanto, lo aquí escrito no aspira a lograr ninguna contribución personal, diferente a intentar presentar, en otro orden, los verdaderos aportes que sí han efectuado importantes autores, en su esfuerzo indiscutible por integrar al conocimiento todo lo que no ha sido tomado en cuenta por las disciplinas, así como para reinstalar al hombre en el centro del conocimiento mismo.

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