De productor al consumidor, rumbo al comercio justo.

De productor al consumidor, rumbo al comercio justo.

En la actualidad, la vida transcurre deprisa que ha modificado nuestros hábitos cotidianos para que todo sea instantáneo y los avances tecnológicos son la mejor prueba.

Éstos simplifican las tareas diarias en las industrias u hogares con el afán de lograr la eficiencia. Sin embargo, los procesos naturales llevados a cabo en la agricultura y ganadería requieren de tiempo pero el gran consumo de alimentos provenientes de animales de granja provoca que sus dueños alteren su crecimiento natural con hormonas para cumplir con los estándares de calidad y tiempo demandados.

Aunque estos procedimientos parecen válidos para su cometido, en realidad representan un problema grave por los riesgos a la salud humana que pudieran contagiarse y provocar epidemias por alguna bacteria o contaminante que en sí no son responsabilidad del productor o granjeros sino de las corporaciones multinacionales que controlan la industria alimentaria.

Los casos nombrados, no son propios de un sector sino que abarcan a todas las industrias que por maximizar sus utilidades, actúan sin pensar el daño que ocasionan al medio ambiente y a los seres vivos, los principales afectados.

Reconozco que el objetivo del empresario al iniciar un negocio es maximizar  utilidades, pero necesita una visión profunda no sólo de su organización sino del entorno. Vivimos una época en la que  se hace presente el daño ecológico y social causado, por ello las tendencias apuntan a la responsabilidad social corporativa y al comercio justo.

La responsabilidad social corporativa (RSC) es la contribución voluntaria en causas ambientales y culturales e implica compromiso con las necesidades sociales, porque cualquier acción pequeña hace la diferencia generando valor agregado a la empresa.

En la práctica, se vive la Responsabilidad Social dentro de la cultura organizacional pero el comercio justo no es real debido a que pocas empresas nacionales y trasnacionales tienen control total sobre la producción en la industria minimizan las ganancias de pequeños productores que con escasa mano de obra laboran en un sector cada vez más competitivo, que no les garantiza una vida digna para ellos ni sus familias y ante la problemática deben salir de la industria y vender su sustento a empresas poderosas para que les sean redituables a futuro.

La tendencia del comercio justo consiste en la vinculación de productores y consumidores para un modelo de desarrollo sustentable y equitativo para ambas partes procurando el incremento de bienestar social es la mejor opción en un mundo competitivo que no solamente brinde ingresos a los poderosos sino a aquellos que diariamente dan lo mejor de su trabajo a los consumidores.

Hoy más que nunca, los pequeños productores merecen justicia social, equidad y reconocimiento por el esfuerzo y compromiso con la sociedad y lo mínimo que podemos hacer como consumidores es apoyar su trabajo y sus derechos básicos.

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