Después de todo la muerte es una gran farsante

Hamelt Lima Quintana – TRANSFERENCIA

Después de todo la muerte es una gran farsante.

La muerte miente cuando dice que se robara la vida.

Como si pudiera cortar su recuerdo.

Porque al final de cuentas la muerte solo puede robarme el tiempo.

La oportunidad de caminar juntos una mañana, de pisar el mismo suelo y de disfrutar juntos una manzana.

Pero no puede quitarme su amor de mi alma y cuando esté con sus hijos, mis padres o mis hermanos, no podrá evitar que recordemos su risa, su palabra sabia, la plática amena y su prudencia casta.

La muerte. La muerte solo puede robarnos su apariencia física, la oportunidad de compartir juntos un libro, una charla o beber juntos un café en una tarde de otoño.

Eso puedo hacer la muerte.

Pero robar la vida… robar la vida no puede. No puede concretar esa farsa… porque la vida, la vida es una antorcha que va de mano en mano, de hombre a hombre, de semilla en semilla, de recuerdo en recuerdo y sobretodo de amor en amor.

Es una trasferencia que no tiene regreso, un infinito viaje hacia el futuro, como una luz que aparta irremediablemente las tinieblas.

Y a mí me parece que Lima Quintana tiene razón. La desaparición del otro, que uno asocia con la muerte, solamente puede vivirse así, si uno no puede interiorizar a los que ha perdido, si uno se anima, entonces la muerte es una gran farsante.

Puede llevarse algunas cosas de ese ser querido. Pero no puede robármelo, porque de alguna manera, ese otro sigue estando dentro de mí.

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