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EL LENGUAJE Y LA ETICA


Enviado por   •  14 de Noviembre de 2013  •  Tesis  •  426 Palabras (2 Páginas)  •  402 Visitas

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EL LENGUAJE Y LA ETICA

I) INTRODUCCIÓN:

A) ANTECEDENTES:

El lenguaje entendido como el conjunto de signos lingüísticos que una comunidad humana reconoce como propio es un concepto muy abstracto. Cuando hablamos del lenguaje, en realidad solemos referirnos al habla, es decir, al uso personal, particular y específico que cada uno hacemos del lenguaje.

Y cuando hablamos de la ética, nos referimos a la conducta correcta que conduce a obrar el bien y evitar el mal. La ética, antes de ser un tratado filosófico, existió como la sabiduría espiritual de cada pueblo; sólo cuando aparece la filosofía griega se constituyó como un tratado racional sobre la bondad de los actos humanos.

Pero en esta exposición lo que importa es destacar la importancia de los lazos que existen entre la palabra y el mundo de valores en que se desenvuelve la vida humana. Y de todos esos nexos, se trata en esta ocasión de subrayar la estrecha relación del lenguaje con la esfera de los valores éticos.

La palabra esta relacionada con los valores estéticos, de ahí que haya siempre una preocupación no sólo por el contenido sino también por la forma. Esta ligada también a los valores religiosos, por lo que el rito está en estrecha relación con el mito, con el relato que le da significado. Igualmente, la palabra se encuentra comprometida con los valores morales, y la palabra dada implica un compromiso con la honestidad, la autenticidad y la veracidad.

Los pueblos suelen condensar su sabiduría en dichos y refranes. Y respecto al tema que nos ocupa, hay un dicho popular muy conocido: La palabra convence, pero el ejemplo arrastra.

¿Qué lección encierra este dicho popular? Por lo pronto, parece obvio que en él subyace la convicción de que el hecho palpable del ejemplo tiene más poder de persuasión que la palabra. Además, destaca que el ejemplo, el valor de los hechos, mueve directamente a la acción, es decir, va directamente a la voluntad sin detenerse demasiado en la argumentación. Y por el contrario, señala que la palabra bien estructurada, con juicios y razones bien fundadas, pueden convencer. Pero todos sabemos que para movernos a la acción no basta estar convencidos; la convicción pertenece a la esfera de la razón, a los dominios del entendimiento. La acción, en cambio, pertenece al ámbito de la voluntad.

A pesar de estas distinciones lógicas, la verdad es que la palabra y el ejemplo van de la mano. El ejemplo fundamenta el valor de la palabra, pero ésta a su vez define y perfila el sentido exacto del ejemplo, el sentido y dirección de la acción.

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