EL PRECIO DEL MAÑANA

la supervivencia del más fuerte se presenta como parte de una necesidad inherente a cuestiones ambientales y vitales. El medio-ambiente, es la justificación, donde el poder legitimar el control de los acontecimientos producidos por los individuos, poblaciones y grupos que interfieren con acontecimientos de tipo casi natural.

EL PRECIO DEL MAÑANA.

Esta película nos permite establecer una aproximación a la circulación de las representaciones sociales sobre el poder político y su vinculación con el poder económico y tecnocientifico.

Las representaciones sociales en esta película, describe un futuro posible, nos aproxima al encuentro entre una sociedad, que corren en un particular sentido tecnológico. Señala, figura los errores, sugiere caminos y muestra aquello que cuesta destituir. Ese es el poder de representar y de recordar. Concebir lo que no se quiere, lo que da horror, lo familiarmente intolerable, lo siniestro. Si lo que se imagina es un horizonte con un esquema idéntico a sí mismo, acaso sea por las señales. El hombre frente a la intriga, lucha por la supervivencia: por adaptarse. La subversión del resto de un goce que no para de dar batalla y la lucha por la libertad y el suplicio de lo que resta por vivir. La experiencia social conlleva la dificultad de representar socialmente un futuro distinto, aún cuando este futuro distinto sea, tal vez, posible.

Se muestra el futuro a través de una mirada que parece hacer notar las consecuencias de una experiencia política, económica y social. Es la representación de un discurso sobre la relación del sujeto con su edad, cuyo efecto de sentido; en la película se ve fuertemente a el hecho de mantenerse joven representación social, si el reloj cae “a cero”, el sujeto muere. Pero, como dice Will Salas, el tiempo es la nueva forma de circulación monetaria. Así, para los trabajadores, el salario, que ha sido en la modernidad “la renta afectada a cierto capital, un capital que va a calificarse de capital humano en cuanto, se transforma en tiempo de vida. El dilema es que también el consumo se mide en tiempo de vida. Sin consumo, hay muerte. Sin salario-tiempo para el consumo, también hay muerte.

Existen en la película, dos clases sociales: Los trabajadores, que, como Will Salas, viven en el gueto y los ricos, que separados por una gran distancia, residen en New Greenwich. Los ricos son, financistas y sus empleados (del sector de servicios y de seguridad) viven mejor que los trabajadores del gueto, pero tampoco les sobra tiempo en el cronómetro.

Estas que son como ciudades se dividen en zonas horarias, que dan el acceso de trabajadores a New Greenwich para cruzar la autopista que une a esas zonas horarias y se abona con peajes que salen del cronómetro de cada cuerpo. Así que un trabajador nunca podría pagar esas tarifas.

Desde el punto de vista de los ricos, la batalla se percibe

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