El Aborto
cuera165 de Octubre de 2013
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“Antes de doce semanas no tienen vida, todavía no nace no pasa nada, es que no fue planeado y no soy capaz de cargar con ese peso”. Estas y muchas más excusas existen en el mundo para creer que la práctica del aborto es válida; sí, puedes tener varias razones, pero ninguna justifica que acabes con la vida de otro ser.
El aborto no sólo es una falta moral, es un crimen: algo que hacen las mujeres que deciden acabar con una vida que se está formando en su vientre. Desde el momento en que hay fecundación, unión del óvulo con el espermatozoide, ya se ha formado una vida y, entre más tiempo pasa, así sean sólo instantes, el niño se sigue desarrollando y ya es un ser humano, como todos.
¿Por qué las mujeres deciden abortar? El embarazo, en la mayoría de los casos, es resultado de una decisión tomada por cada persona: tener relaciones sexuales. Una vez tomada la decisión no hay vuelta atrás; el error que comenten las mujeres es pensar que la solución a su “problema” es deshacerse de esa pequeña creatura. Aunque también existen otros factores por los cuales las mujeres abortan: por presión de sus padres o de su pareja, por falta de recursos para mantenerse, por temor a lo que vayan a pensar de ellas, porque no quieren arruinar su futuro o también porque el embarazo se dio por violación.
Cuando hay violación y las mujeres quedan embarazadas, muchas piensan que tener al bebé les quita su dignidad como persona o su posición en la sociedad, pero esto no es así; además si el delito que les cometieron es grave y quieren aplicar justicia, ¿por qué ellas tendrían el derecho de cometer uno mayor: homicidio, acabando con la vida de aquel ser que ni siquiera es capaz de defenderse por sí solo?
Es moralmente incomprensible como es que las mujeres abortan conociendo las diferentes maneras en que los doctores matan al bebé. La forma en que deciden acabar con ellos es inhumana: son personas y sienten dolor al igual que cualquiera de nosotros. Pueden pensar que en esa celulita no hay vida, pero uno de los casos más grandes que nos muestran claramente que desde la concepción hay actividad en los embriones es la historia del doctor Bernard Nathanson: “el rey del aborto” a quien se le conoce la práctica de 75,000 abortos durante su vida, incluyendo el de su propio hijo. Cambió su pensamiento sobre el aborto cuando vio latir el corazón de un feto en los monitores eléctricos y entonces comenzó a plantearse qué estaba haciendo verdaderamente en la clínica. Escribió un artículo sobre su experiencia con los ultrasonidos afirmando que en el feto existía vida humana, convenciendo a muchos con su declaración: "el aborto debe verse como la interrupción de un proceso que de otro modo habría producido un ciudadano del mundo. Negar esta realidad es el más craso tipo de evasión moral". En 1984 decidió grabar, a través de una ecografía, la realización de un aborto y después de ver el video, decide publicarlo y mostrar cómo el feto parece moverse con gestos de dolor e incomodidad durante el proceso; el video es nombrado “El grito del silencio”: el feto parece abrir la boca, dando la apariencia de dar un grito sin hacer ruido. En 1970 se convirtió en uno de los principales defensores de la vida de los no natos y el 9 de diciembre de 1996 se convirtió al catolicismo.
Este hombre nos evidencia lo que sufren los fetos durante el aborto, porque sienten cada cosa que se les hace, cada miembro que se les quita y cada navaja que les pasa por la piel. Su historia nos muestra que el aborto no es la solución al “problema”, además de que al abortar no solo acabas con la vida del feto, sino que también pones en peligro la de la madre y para prevenir que algo suceda es mejor evitar un embarazo y eso sólo se logra de 2 maneras: aunque con posibilidades de quedar embarazada, utilizando protección al tener relaciones sexuales o simplemente abstenerse
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