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El Amor


Enviado por   •  5 de Abril de 2015  •  Síntesis  •  1.702 Palabras (7 Páginas)  •  131 Visitas

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El amor, ese sentimiento por muchos subvalorado, y casi inexistente. Costumbre, habito, principios que se terminan convirtiendo en necesidad para la vida misma; el sentirse como un yo con el otro, dejar atrás el individualismo para, con un igual, vivir esta hiriente, sufrida, y compleja vida. Ese que se enfoca en la belleza para escoger, en la vida diaria para existir, y en la inmortalidad como fin. Pero hemos cometido el terrible error de limitar al amor, de dañarlo, simplificarlo, y así, confinarlo al rincón del placer. De hecho, también hemos limitado el amor al querer a una persona, no vemos que el amor es parte innata de nuestra naturaleza, que el amar, tener fe en algo, y vivir por ello, es lo que nos hace humanos. Pero todo ello es error propio del ser humano, que se ha olvidado de su alma, de su Eros interior, y se ha limitado a creerse la mentira de que el sentir daña al progreso, así, siendo como las máquinas que el mismo hombre creo, autómatas, con una vida monótona, sin ningún sentido. De esta manera, el hombre se ha olvidado poco a poco de amar, y se ha limitado a la explotación de lo material, olvidándose de su propia naturaleza.

Desde hace miles de años, los primeros filósofos ya hablaban de amor: Sócrates, Aristóteles, Platón, los sofistas, muchos se dieron cuenta de que nuestra existencia tenía una naturaleza inseparable de nosotros, esa que hacía mover comunidades, personas, con una dualidad tal vez, pero que en realidad era parte del ser humano. Todos trataron de explicar esta esencia desde la mitología, acercándose mucho a ella, pero el hecho es que todos aceptaban que estaba allí, así lo negáramos, o lo corporizáramos simplemente en los momentos de tranquilidad e intimidad. Como dice Julián Barbieri en su ensayo sobre el amor “El amor es una realidad que acompaña nuestros días como sombra y corporeidad, dado que la mayor parte del tiempo deambula en las parejas etérea y anónimamente, sin ser convocado porque no es advertida su fantasmagórica existencia” . Algunos intentan negar que éste pertenezca a nosotros, diciendo que “es costumbre, más no necesidad”, pero no se dan cuenta de que esa que llaman “costumbre” puede terminar siendo el diario de sus propias vidad, incluso de la peor manera, pues, al repudiarla, y pretender que no existe, pierden el sentido de la existencia. Se niegan a ellos mismos, niegan su vida, pero aun así, se pasan ésta buscando aquel sentir con el cual puedan al fin ser felices. ¿Por qué la niegan? Por la misma dualidad que constituye a Eros. Por esa parte hiriente que el amor puede llegar a tener, por la cual la gente se desilusiona, y pierde el mismo sentido de la vida, dejando atrás la batalla. El amor, como expresa Sócrates, no es para nada bello, puede que busque la belleza, para complementarse, para unirse al otro y así vivir al unísono la dura vida, pero al desearla, no la tiene. De igual manera, sólo por esto no podemos desaparecerlo de nuestras vidas, pues debemos luchar por conseguir eso que buscamos, así sea hiriente, o si no, ¿para qué vivimos?

Así, después de tantas teorías e intentos de explicaciones de aquel complejísimo concepto, al igual que el de la vida, el ser humano se ha decepcionado, ha sido derrotado, aceptando poco a poco lo que éste le pone, pero de una forma mediocre, monótona, material e intrascendente. Para el cosmopolita del mundo “moderno”, ese pseudohedonista, el amor es simple sexo, sin un trasfondo dinámico en la vida, sino efímero y sin importancia. Como lo expresa la maestra Elvira Montoya, “Algunos, en especial mis estudiantes, confunden el amor con una sensación que produce placer carnal, pero yo diría que no” , así mostrando la condición crítica del amor en el mundo de hoy, y tal vez, del mañana. No podemos darnos cuenta de que el amor es ese que nos deja en realidad progresar, es una manera de poder abrir la mente junto al otro, para así imaginar un mundo nuevo, en el cual el bienestar no sea sólo el propio, sino el del ser amado. Es así que, la maestra continúa “el amor debería ser el impulso poderoso que nos permita movernos, sentir, soñar, emprender, avanzar y mirar el mundo con los ojos del loco, que sabe que todo es una auténtica locura de verdad, es decir, no una locura loca, sino una locura que soporte el día a día, una locura entrañable, esa que se siente desde la entraña misma, aquella que permitiría asirnos con la fuerza de la convicción a un mundo amorfo, al que desde el amor, le podríamos dar elementos para continuar” El amor es una manera de poder darle forma a esta cantidad innumerable de incoherencias en las que vivimos a diario, el poder aceptar nuestra cruda realidad, para así lograr el tan añorado progreso; no un progreso autodidacta, egoísta, manipulador o auto fundante. Más bien un progreso de todos, de bienestar total, viendo la felicidad del ser amando como el fin último.

Por otro

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