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El Extraño Caso

Punzada12 de Agosto de 2013

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PERIODICO LA RAZÓN, 11 DE AGOSTO DE 2013

El extraño caso

Fernando Escalante Gonzalbo

Este es el extraño caso de la noticia desaparecida. Tiene su chiste. Nuestra prensa de cada día es un laberíntico jardín de flores raras, una de las pocas cosas que pueden disfrutarse ilimitadamente, y casi sin gastar. Para un historiador futuro, un historiador o un poeta, ofrecerá sin duda un panorama fascinante, lleno de sorpresas.

Cuando pase ya el tiempo en que se entiende hasta lo que no se entiende, cuando se haya olvidado muy justamente quién era el director de qué periódico, o qué parentesco o qué negocios tenía con quién, entonces se podrán apreciar con justicia, en toda su belleza, las elaboradas monstruosidades que hoy pasan casi desapercibidas. Y alguien nos contará una hermosa historia. Entonces se entenderá finalmente que la prensa mexicana inventó un nuevo género literario: algo entre el happening, el pasquín y el periódico mural, algo insólito, imposible de clasificar, ni periodismo ni propaganda, ni demagogia, con un poco de todo eso y un poco de literatura fantástica, otro poco de chisme de portería. Se volverá a leer, y se apreciará como merece, la primera plana de La Jornada del pasado domingo.

Ocho columnas, media página: “En Zacatecas, tres noches de tiroteos; mueren decenas”. El titular en interiores concretaba más: “Crece la violencia en Zacatecas: 46 muertos en tres noches de balazos” —y el subtítulo contribuía a poner en su lugar (heroico) al periódico: “Altos mandos ordenan silencio para no dañar el desarrollo del Festival Internacional del Folclor”. Como titular, era irresistible, prometía todo: bandas rivales, disparos, sangre a manguerazos. No sólo eso, sino que ningún otro periódico tenía la noticia, porque la habían prohibido. O sea, que era un hit. Para el premio nacional de periodismo, eso por lo menos. Al lado de La Jornada, en los puestos de periódicos, Milenio sólo podía ofrecer seis tristes muertos y repartidos en varios incidentes, lo mismo que El Universal, algunos tenían sólo dos o tres cadáveres. O uno.

El texto resultaba un poco decepcionante, porque en realidad no había ni balazos ni muertos, ni sangre. Sólo “fuentes castrenses” que afirman, y “otra fuente” de las fuerzas federales de apoyo, que confirma. La vaguedad tiene una densidad poética indudable. Fuentes: ¿dos, tres, diez soldados? ¿O sargentos, oficiales? ¿Y quién, de qué fuerza federal?

A medio camino, en el tercer párrafo, una frase entre comillas que no se sabe a quién corresponde explica que “hay una instrucción de los altos mandos” de silenciar el asunto. No sabemos quién lo dijo, ni qué altos mandos fuesen, pero es un dato que puede ponerse en la cabeza de la nota. Y sirve para acreditar el valor, el compromiso democrático, el abnegado profesionalismo de La Jornada, que rompe la censura y publica lo que nadie más.

Al día siguiente había un desmentido categórico del gobernador de Zacatecas, en carta a la directora. Ni enfrentamiento, ni muertos, ni encubrimiento ni nada: “Le pido atentamente que se hagan las correcciones necesarias”. Ahí es nada, corregir una nota tan suculenta. El periódico le dio una esquina, y un titular exquisito: “‘Falsa’ la cifra de muertos en Zacatecas, dice el gobernador”. O sea que se quedan las balaceras, se queda la masacre, se queda todo salvo que el gobernador dice que el número no es exacto —¡qué frivolidad la suya!

En interiores, junto a la carta del gobernador, el periódico publicó una nota de contexto: el gobernador negó, un documento de los cuerpos de seguridad repitió, pero “en contraparte, actores sociales y políticos de Zacatecas tienen una perspectiva diferente de lo que ocurre en la entidad…” Ninguno de esos actores se refiere

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