El Resentimiento
carmenm12618 de Mayo de 2013
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“ Tengo un resentimiento contra…No me gusta pensar en esto por que me duele, me mortifica pero, en verdad, está mucho más presente en mí de lo que quisiera.
Cuando algo me sale bien, me amargo pensando en que habría sido mejor si esa persona no me hubiera hecho lo que me hizo. Cuando algo me sale mal, a veces pienso que estoy en esa situación por culpa de esa persona.
He tomado o he dejado de tomar decisiones que tal vez me servirán a mí o a los míos, motivado por ese sentimiento. No en pocas ocasiones me he encontrado en mis fantasías evocando dolorosamente y con profunda rabia los hechos, arruinando así momentos de soledad y paz.
Otras veces –y no me siento muy orgulloso de esto- he inducido de una manera más o menos sutil a mi familia, a mis hijos, a que compartan ese odio que les es ajeno y que no entienden, y que además, contradice todo lo que les he enseñado…¡cuánto tiempo de mi vida he dedicado a ese dolor que no quiero!…
Y, ¿qué es lo que realmente quiero? Que la otra persona, mi agresor, sienta lo que yo siento. Que sufra lo que yo sufro. Y lo que sucede es que, mientras más acentúo mi dolor, más sufro yo y más sufren los míos, y la otra persona…a veces ni se entera o, si se entera, a lo mejor ya tiene demasiado con sus propias penas, con sus propias confusiones, con su propia amargura. Porque yo sé que esa persona no se portó así por primera vez conmigo. Otras veces había obrado de la misma manera y, en alguna forma, yo sabía que iba a pasar lo que pasó. Yo soy responsable por haber esperado que, conmigo, la magia de nuestra relación o un milagro lo evitaran. Ahora puedo hacer dos cosas: o seguir dedicando mi vida a lo que no quiero recordar o aprender a perdonarme y perdonar. Porque tengo que ser consciente de que, para mí, la vida es muy valiosa y sé que de esto puedo aprender algo… A lo mejor, la más grande enseñanza que me dejó este resentimiento es haberme dado cuenta de que quien sufre y se mortifica con él soy yo y no el otro”.
Seguramente usted, como la mayoría de las personas, ha sentido esa mezcla de rabia, desilusión y frustración que se experimenta cuando, a su juicio, una persona, una entidad o un grupo de personas, afectivamente importante para usted, lo han defraudado en algo, y no quiere o no puede expresarles directamente su relación. Usted sabe que ese resentimiento le hace daño y, sin embargo, a veces piensa que no le es posible –o no desea- olvidarlo.
LOS RESENTIMIENTOS NACEN DE LAS EXPECTATIVAS FRUSTRADAS.
En toda relación humana, desde la más ocasional a la más profunda, cada una de las partes espera a que la otra se comporte de determinada manera y a esto lo llamamos: expectativas. Es algo así como una forma de vivir por anticipado nuestras relaciones con los demás, con todas las suposiciones y deseos que tenemos antes de que un acontecimiento suceda.
Expectativa es una palabra clave cuando hablamos de resentimiento. Los resentimientos nacen de las expectativas frustradas. Cuando damos por descontado y creemos justo y lógico que el otro se comporte de determinada manera en algo que tiene significado especial para nosotros, y esto no sucede así, nos sentimos injustamente pagados, ofendidos, adoloridos y frustrados. Así comienzan los resentimientos.
Reconozcámoslo o no, de alguna manera nosotros pensamos que la otra persona se va a ver afectada cuando tenemos hacia ella un resentimiento; sin embargo, la paradoja es que el resentimiento es una de esas “victorias engañosas” que obra como un bumerán, es decir, que se devuelve contra el que lo lanza. El dolor que esperaba causarle al otro y todas las demás consecuencias negativas las está recibiendo usted.
Cuando una persona está resentida con alguien, desea vengarse. Quiere que el mismo dolor que está sintiendo, lo padezca el otro y, por lo tanto, lo primero que se le ocurre es retirarle lo más importante que está dando: su amor, su afecto, su amistad o su interés, dependiendo del tipo de relación que tengan. Lo importante es que el otro se de cuenta de que está herido y esto le duela. Quien está resentido con otro, sabotea poco a poco su relación porque, a partir de su herida, aplica una forma intransigente y a veces injusta para juzgar lo que la otra persona hace o deja de hacer. El resentimiento cambia su perspectiva de la relación, usted comienza a ser menos benévolo con el otro; algunas cosas que antes no le molestaban ahora las encuentra insoportables y, aún más, lo que todavía funciona bien entre los dos, empieza a parecerle falso o sin sentido.
Esto lo aplica no sólo al presente y al futuro sino a su análisis del pasado, y allí encuentra muchos motivos de queja de los que “no se había dado cuenta antes”.
Este es el momento en que usted se pregunta: “¿Por qué fui tan ciego o ciega ante todo esto?, ¿cómo fue que deje que esto sucediera y no reaccioné? Lo que pasa es que ahora está mirando las cosas con otros “ojos”. Ya no tiene la flexibilidad, la comprensión y la buena voluntad que tenía es ese momento hacia esa persona. Ahora, debido a su herida, usted se ha convertido en “un enemigo” y ya no está dispuesto a disculpar nada.
Cuando las cosas llegan a este punto, lo único que nos parecería aceptable sería que el otro se diera cuenta de “lo que nos hizo” –a veces pretendemos que esto suceda sin decírselo directamente -, que nos presentara disculpas y que, de alguna manera, nos dijera que también le duele que le quitemos nuestro aprecio. Generalmente, no sucede nada de esto y aún cuando usted esté muy adolorido, es posible que el otro ni siquiera se haya enterado del asunto. El que verdaderamente sufre con el resentimiento es el que lo siente, no es otro.
¿CÓMO SE CREAN LAS EXPECTATIVAS?
Lo que realmente cuenta en un resentimiento es lo que esperábamos que fuera y no fue; es decir, nuestras expectativas frustradas. Para formar esas expectativas, utilizamos varios recursos. Casi siempre, cuando establecemos una relación con el otro, ya existen unos "acuerdos" más o menos claros de lo que podemos esperar. Si usted va a la lavandería a que le laven un vestido, no tiene que decirles que espera que no se lo vayan a dañar o perder. Si matricula a su hijo en un colegio, no es necesario que advierta que sus expectativas son que le enseñen lo que corresponde y que no lo traten mal o lo agredan físicamente. Cuando consigue una pareja, tiene sus expectativas sobre el comportamiento de esa persona y la mayoría de las relaciones humanas tiene
unas expectativas generales ya determinadas acerca de lo que puede ser o no se
puede esperar en ese tipo de relación. A esto se le suma lo que nosotros conocemos acerca de la conducta anterior del otro. De acuerdo con lo que sabemos de la otra persona, deducimos la forma como podría actuar en el futuro. Si i jefe es muy serio y distante, yo no espero que me haga una broma o me dé una abrazo muy efusivo el día de mi cumpleaños. Sin embargo, estas expectativas que tenemos acerca de que el potro se comporte de la misma manera como ya lo ha hecho otras veces, son inciertas, ya que la forma de obrar de una persona sólo la refleja en el momento en que está actuando. Esa persona puede decidir cambiar su conducta como decide cambiar su forma de vestir, ya que nadie está atado a lo que piensa o a como actúa en un momento dado y, por el contrario, siempre tiene la posibilidad de ensayar nuevas opciones.
Otro método que utilizamos es el del propio deseo. Esperar con el deseo: “como yo quiero tanto a esa persona y ella a mí, estoy seguro de que…”, “como yo me he portado tan bien con tal persona, espero que el…” allí comienza nuestra anticipación del futuro…y se mezcla con aquello que deseamos a nos gustaría que fuera.
NADIE PUEDE LEER SUS PENSAMIENTOS. SI QUIERE RELACIONES CLARAS, ESTABLEZCA ACUERDOS CLAROS.
Tener expectativas sobre la conducta del otro es absolutamente inevitable. Sin embargo, mientras más realistas sean éstas, mayores posibilidades tiene de que se cumplan. Un buen método para lograr que sus expectativas sean adecuadas, es hacerlas explícitas. Cuando usted se compromete con alguien para realizar entre los dos alguna actividad, pregúntele claramente lo que espera de usted y, a su vez, comuníquele sus expectativas. Esto facilitará su comunicación y cada uno sabrá claramente qué esperar.
En la sociedad se tienen asignadas unas ciertas funciones o formas de actuar; sin embargo es importante que se determinen explícitamente en cada caso. Los terapeutas de pareja hablan constantemente de este punto. Muchas veces entre los integrantes de una pareja se asume que la esposa debe hacer esto y esto, y el marido esto y aquello. Sin embargo, uno de los dos puede estar pensando: “yo lo que espero es que mi pareja sea muy dedicada a mí, que me atienda y comparta todo su tiempo libre conmigo, que sus diversiones sean las mismas mías y que estemos juntos todos los fines de semana”, y el otro, a su vez, pensará “yo espero que mi pareja sea muy respetuosa de mi tiempo, que tenga su propia vida, que este de acuerdo con que yo tenga tiempo para mis cosas personales y que compartamos nuestro rato de descanso sin necesidad de estar siempre juntos”. Ambas expectativas son válidas y justas pero, así como usted no puede complacer a su pareja en algo que no sabe que le gusta, tampoco esa persona lo podrá hacer si usted no se lo ha dicho explícitamente. Cuando no se expresan claramente las expectativas entre las partes, a veces es difícil obrar
como el otro espera, aun teniendo la mejor disposición para hacerlo.
Las expectativas no expresadas son una fuente potencial de frustraciones
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