El Secreto

A las 3:30 de la madrugada del domingo 9 de febrero de 1913 el soldado Simón Barrón fue involucrado en la aventura más peligrosa y excitante de su vida.

Acompañó al ex gobernador de Nuevo León y ex secretario de Guerra y Marina Bernardo Reyes desde la celda donde el General estaba preso, hasta la calle, afuera de la cárcel militar, donde los esperaba una multitud de mil quinientos soldados del ejército.

Estos hombres estaban preparados para apoyar al general Reyes para dar golpe de estado contra el joven Francisco Madero e instaurar un nuevo gobierno de orden y paz que terminaría con el estado de caos, ingobernabilidad e inminente guerra civil en que se encontraba la Nación.

Cinco horas después, el movimiento golpista estaba descuartizado y el general Bernardo Reyes estaba muerto. Simón Barrón era un fugitivo perseguido por el estado mexicano. Su futuro era ser fusilado bajo el cargo de traición.

En el camino hacia la casa donde tenía resguardados a su esposa, a su madre y a su pequeño hijo, Simón fue capturado por hombres de raza aria que no le dieron explicaciones.

Lo trasladaron a una enigmática casa en la esquina de las calles de Liverpool y Dinamarca de la Ciudad de México. Era la embajada de uno de los mayores imperios de Europa. Lo condujeron al despacho del embajador y lo arrojaron a sus pies. Salieron y los dejaron solos.

Ahí el embajador le dió a Simón una misión para la que Simón no tenía experiencia alguna ni entrenamiento: ser su espía en la rival embajada de los Estados Unidos para averiguar los detalles del complot del embajador americano Henry Lane Wilson y de la élite bancaria internacional para desestabilizar a México, asesinar a Madero y sumir al país en una guerra civil. Un plan del que el general Bernardo Reyes había estado perfectamente enterado.

A cambio de ese servicio, el embajador de la calle de Liverpool protegería a la familia de Simón y les ofrecería seguridades diplomáticas.

Cuando Simón entró por primera vez a la embajada de los Estados Unidos para cumplir con su encomienda descubrió la profundidad del terror y de la intriga a un nivel que jamás había imaginado. También conoció a Jessica Glasgow, la secretaria del embajador Wilson, quien a partir de ese instante inició un proceso en el que terminaría traicionando a su propio país para salvar a un pueblo.

Ambos tenían ahora una nueva misión: evitar el asesinato del Presidente y el desencadenamiento de la guerra civil. Para ello debían primero descubrir quién era el hombre de la alta cúpula financiera mundial que había ordenado el estallido de la Revolución Mexicana -hasta el día de hoy la abrumadora mayoría de los mexicanos no sabe quién fue.

En esta peligrosa aventura, Simón y Jessica, junto con otro soldado prófugo

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