El Simbolo Perdido
kalez29 de Noviembre de 2013
601 Palabras (3 Páginas)339 Visitas
Los hechos
En 1991, el director de la CIA ocultó un documento en su caj
a fuerte.
Hoy en día el documento todavía permanece allí dentro. En su
críptico
texto hay referencias a un antiguo portal y a una desconocid
a ubicación
subterránea. El documento también contiene la frase «Está
enterrado ahí
fuera, en algún lugar».
Todas las organizaciones que se mencionan en esta novela exist
en,
incluidos los francmasones, el Colegio Invisible, la Ofi
cina de Seguridad,
el SMSC y el Instituto de Ciencias Noéticas.
Todos los rituales, la ciencia, el material gráfico y lo
s monumentos que
aparecen son también reales.
Prólogo
Casa del Templo
20.33 horas
«El secreto es cómo morir.»
Desde el principio de los tiempos, el secreto había sido siem
pre cómo
morir.
El iniciado de treinta y cuatro años bajó la mirada hacia
el cráneo
humano que sostenía en las palmas de sus manos. Era un
cráneo hueco,
como un cuenco, lleno de un vino rojo sangre.
«Bébetelo -se dijo-. No tienes nada que temer.»
Tal y como era tradición, había comenzado ese viaje ataviado
con la
vestimenta ritual de los herejes medievales que conducían al
cadalso: la
camisa abierta para dejar el pálido pecho al desnudo, la
pernera izquierda
del pantalón enrollada hasta la rodilla y la manga derecha
remangada
hasta el codo. Además, una gruesa soga alrededor del cuello: el
«cable de
remolque», lo llamaban los hermanos. Esa noche, sin emb
argo, al igual
que los demás hermanos presentes, iba vestido de maestro.
Los hermanos que lo rodeaban iban todos ataviados con el
atuendo
completo: delantal de piel de cordero, banda y guantes blanco
s. Alrededor
de sus cuellos colgaban joyas ceremoniales que brillaban cua
l ojos
fantasmales en la tenue luz. La mayoría de esos hombres ocup
aban posi-
ciones de gran poder en la vida real, y sin embargo el iniciad
o sabía que
sus rangos mundanos nada significaban dentro de esas pared
es. Allí todos
los hombres eran iguales, hermanos jurados que compartían
un lazo
místico.
Mientras contemplaba la intimidante asamblea, el iniciado
se preguntó
quién en el mundo exterior se podría imaginar a ese grupo d
e hombres
congregado en un mismo lugar... O que lo hicieran en
ese
lugar. La sala se
asemejaba a un santuario sagrado de la antigüedad.
La verdad, sin embargo, era mucho más extraña.
«Estoy tan sólo a unas manzanas de la Casa Blanca.»
Ese colosal edificio, situado en el número 1733 de Sixteenth
Street de
Washington, era una réplica de un templo precristiano: el t
emplo del rey
Mausolo; el mausoleo original..., un lugar en el que descans
ar al morir. En
la entrada principal, dos esfinges de diecisiete toneladas
vigilaban las
puertas de bronce. El interior era un ornamentado laberin
to de cámaras
rituales, pasillos, criptas selladas, bibliotecas e inclu
so un muro hueco en
el que se ocultaban los restos de dos seres humanos. Al i
niciado le habían
contado que todas y cada una de las salas de ese edificio es
condían un
secreto, aunque él sabía que ninguna sala contenía secretos má
s profundos
que la gigantesca cámara en la que ahora estaba arrodillad
o con un
cráneo humano en las palmas de las manos.
...