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El origen de la delincuencia: enfoque biológico

sofiateamoSíntesis13 de Septiembre de 2014

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El origen de la delincuencia: enfoque biológico

La Asociación Americana para el Avance de la Ciencia clausuró el pasado 21 de febrero en Washington su reunión anual con una inquietante conclusión: la delincuencia tiene una base biológica detectable en niños a partir de los 3 años. ¿Es posible establecer esta conclusión? ¿Estaríamos ante un modelo de etiquetamiento masivo desde la infancia? ¿Qué afirma la criminología a este respecto?

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A lo largo de la historia, el delito ha sido explicado desde múltiples y variados enfoques: biológicos, psicológicos, sociológicos y mixtos. Dentro de la orientación biológica, encontramos explicaciones que se basan en teorías hormonales, genéticas y tipológicas. Todas ellas cuentan con estudios empíricos, más o menos sólidos, realizados sobre la igualdad de gemelos, gemelos separados y niños adoptados.

Dentro de las teorías hormonales encontramos aquellas que se basan en la importancia de la testosterona en nuestro comportamiento delictivo. Existen estudios empíricos que la avalan y otros que desmienten que aquellas personas con niveles de testosterona más altos, sean más agresivas.

Las teorías genéticas describen como determinados síndromes hacen que los comportamientos sean más violentos. Ejemplo de esto es el Síndrome de Jacobs (XYY), portado por personajes como Manuel Delgado Villegas "El arriopero" (1943), uno de los mayores asesinos de la historia de España.

También se han llegado a describir tipologías morfológicas, argumentando que dependiendo la complexión de una persona (leptosomático, pícnico y atlético) se pudiera ser propenso a una determinada conducta delictiva.

Hoy en día, las teorías biológicas radicales son insostenibles, no existiendo una diferencia genética sólida entre delincuentes y no delincuentes. Son muchos los portadores de factores asociados al crimen que no delinquen, y viceversa.

Podemos concluir que la genética puede predisponernos a determinadas conductas, pero que es el medio ambiente (sociedad, educación, hábitos...) quien finalmente "construye" al ser humano.

Dentro de las conclusiones del artículo de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia se describen ciertos predictores de la psicopatía detectables en niños desde 3 años. Creo que aventurarnos a concluir que un cerebro de 3 años está suficientemente formado como para determinar caracteres psicopáticos, es una auténtica barbaridad. No existen ni pueden existir, bajo mi punto de vista, estudios que otorguen a la psicopatía un origen puramente biológico, teniendo una gran influencia el medio ambiente en el que crezcan y se desarrollen. Y si así lo hicieran, para determinar que una persona posee características biológicas psicopáticas debería estar desarrollado completamente desde el punto de vista biológico, y moralmente desde el punto de vista comportamental (en ningún caso con 3 años de edad).

Con todo, debemos concluir que es fundamental la prevención general y especial, la educación e intervención criminológica. Más allá de etiquetamientos, más allá de intentos de determinación biológica temprana, nuestro papel fundamental se sitúa en la prevención del riesgo y en la intervención prematura sobre estos menores.

Os dejo un extracto de la entrevista realizada por E. Punset a Robert Hare, en el programa REDES, sobre la influencia del medio (televisión) en ciertos comportamientos psicopáticos de jóvenes. Hablaremos de psicopatía, de manera más amplia, en otra entrada.

LA EXPLICACIÓN BIOLÓGICA DE LA CRIMINALIDAD:

Su aportación a la criminología y SU INSUFICIENCIA como teoría

Jorge A. Pérez López (*)

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SUMARIO: I. Introducción. II. La antropología criminal. III. La biotipología criminal. III.1. Escuelas biotipológicas y constitucionales modernas. III.1.1. La Escuela Francesa. III.1.2. La Escuela italiana. III.1.3. La Escuela alemana. III.1.4. La Escuela americana. IV. La insuficiencia de la explicación biológica de la criminalidad como teoría.

I. INTRODUCCIÓN

Con el fin de aclarar la relación existente entre el lado físico y el lado moral del individuo se realizaron numerosas investigaciones; que habrían sido inspiradas al principio, con el convencimiento de que los trazos fisonómicos servían para reconocer los caracteres psíquicos sobresalientes de las personas; es decir, el modo de pensar y de sentir de cada individuo. Fruto de estas investigaciones surgió la denominada fisionomística, cuyos principales exponentes fueron Aristóteles, Sócrates, Galeno, entre otros; esta disciplina tuvo su apogeo en la Edad media a través de las denominadas ciencias ocultas de la quiromancia, podomancia, umbilicomancia y otras; las cuales pretendían reconocer el carácter de las personas por las líneas de las manos, de los pies y hasta por el ombligo.

En el siglo XVIII, se desarrollaría la gran escuela de los fisionomistas, liderada por G.B. Della Porta, quien publicó un tratado acerca de este tema denominado “Fisiognómica”. En él se profundizó el concepto de la relación entre las partes de la cara: ojos, frente, nariz, etc., con otros caracteres individuales de la persona, poniendo en relieve la importancia de la morfología, puesto que ésta pondría en relieve signos reveladores de sentimientos individuales. Con posterioridad, en Italia surgiría la denominada antropología criminal, en parte por la obra de Gaspar Virgilio, quien en el año 1874 reconoció y afirmó la naturaleza morbosa del delito y la analogía entre la criminalidad y la locura, por ser fenómenos desarrollados igualmente en el campo de la degeneración; siendo el psiquiatra y médico legista italiano César Lombroso, quien iniciara el estudio científico del delincuente en 1871, luego de hacer la necropsia a un famoso bandolero llamado Villella, encontrando en su cráneo, en el sitio de la habitual y normal cresta occipital, un hoyuelo similar a los que presentan los vertebrados superiores más próximos al hombre, precisamente los simios antropoides; por esta razón concibió la naturaleza atávica del delito, lanzando las bases científicas de la antropología criminal, que fueron expuestas en 1876 en su primer trabajo denominado “L’uomo Delinquente”, en donde daba vida a la doctrina del “delincuente nato”.

Lombroso defiende en su teoría, la tendencia de los seres humanos a reproducir los caracteres de remotos antepasados; según este planteamiento, se concebía al tipo criminal como producto hereditario, ese legado ancestral provocaría la presencia en el delincuente de propensiones del hombre primitivo del que carecía el no delincuente. Ulteriores investigaciones, practicados siempre sobre caracteres no sólo morfológicos, sino también funcionales y psíquicos de los delincuentes, permitieron a Lombroso poner de relieve la gran frecuencia con que en los delincuentes se encontraban anomalías morfológicas y funcionales de naturaleza anormal degenerativa; desarrollándose otro concepto fundamental de su teoría, aquel de la relación y de la afinidad entre degeneración y criminalidad, considerando César Lombroso al “hombre delincuente” como un tipo antropológico definido por caracteres específicos, es decir, como una suerte de subespecie humana, del que destacó el significado de sus caracteres físicos y morfológicos. El estudio de los delitos cometidos por un soldado llamado Misdea, le hicieron entrever otro factor causal de la criminalidad, el morboso, y le permitió reconocer la naturaleza epiléptica de algunos graves delitos, denominándose a esta teoría como patológica o degenerativa.

Después de otras numerosas y rigurosas búsquedas, Lombroso sostuvo que la criminalidad era una variedad de epilepsia en la cual muchas veces las convulsiones son sustituidas por impulsos violentos e irresistibles de cometer delito. El delincuente nato sería un epiléptico que posee los rasgos del atávico, por eso es que actúa como un salvaje, con accesos de furia Esta teoría considera al delincuente como un primitivo y salvaje, un degenerado de naturaleza más o menos patológica, un loco moral, y un neuro-psicopático epiléptico.

A sus concepciones atávica y epiléptica Lombroso agregó posteriormente la tesis de la “locura moral” de Prichard, afirmando que el criminal nato era insensible moralmente hablando, se caracterizaba por la ausencia de sentimientos, y que éste era así por la erosión psicofísica ocasionada por la epilepsia.

La importancia de la teoría de Lombroso es más de carácter referencial e histórico, porque marcó un hito precursor de la Criminología; pero hoy en día no es posible pensar en la existencia de un delincuente natural o “nato”, por cuanto el comportamiento humano se explica por una interrelación de factores.[1] En la denominada etapa post lombrosiana, el científico italiano se culpó de haber realizado investigaciones incompletas y de dar excesiva importancia a las anomalías morfológicas en sus investigaciones, también de haber establecido conclusiones aventuradas, haber negado la perfectibilidad del hombre y descuidado la importancia del ambiente social.

El intento de buscar un “tipo criminal” basándose en los estudios constitucionalistas y biotipológicos fue importante para la criminología como estudio del hombre y la criminalidad, pero no fue trascendental, puesto que los delincuentes no pueden conformar

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