El primer ejemplo
djmislanSíntesis7 de Septiembre de 2014
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1.- El primer ejemplo... Lo que la película nos muestra son, sobre todo, ejemplos, aunque a veces intenta profundizar un poco en alguna de las concepciones sobre el dominio. El primer ejemplo, decía, de dominio lo tenemos en el momento del traslado de Hopkins desde la cárcel africana al cutre-aeropuerto para ser extraditado: le meten junto con dos fieros doberman (¿o debería decirse dobermen?), supuestamente para que se lo zampen o, al menos, para que llegue algo maltrecho. Habiéndole visto la cara al menda, con esa mirada fría y penetrante a lo Aníbal, lo que te esperas es que al abrirse la puerta aparezcan los pobres chuchos despedazados. Pues no; aparecen tan ricamente, tranquilitamente tumbados junto al tío y siendo acariciados por éste. Estamos, pues, ante un tipo de control sobre la naturaleza: el hombre que se enfrenta al instinto animal y lo domina, aunque no sepamos muy bien cómo. Este ejemplo podría no parecernos relevante, podría no dejar de ser una anécdota para que nos hagamos una idea sobre el carácter del protagonista (que no es tan fiero el hombre como nos lo pintan). Sin embargo, es relevante por lo que toca a la contraposición entre las ideas de dominio e instinto, ya que Hopkins no se enfrenta exclusivamente al instinto animal de los perros, sino al suyo propio (el uso de la fuerza frente a una agresión exterior). No obstante, esta perspectiva solo la tendríamos una vez avanzada la película, es decir, cuando podríamos suponer que el protagonista ha retrocedido en su humanidad al convivir con los gorilas durante tanto tiempo. Este tipo de control lo sería sobre el propio individuo, sobre uno mismo, aunque se trata, precisamente, de la parte animal, de la parte más natural del individuo. La idea de control, pues, se nos dibuja ya inicialmente como compleja.
2.- El segundo ejemplo es, si cabe, todavía más complejo. Se trata de la presentación del segundo protagonista, el psiquiatra. Aparece en una sesión de terapia junto a una mujer que sufre delirios. Estaríamos, entonces, por lo que toca a dicha mujer, ante una falta de control sobre su propia mente. Esta falta de control, lejos de presentarse como moralmente negativa, es fruto de una enfermedad. El primer paso terapéutico consistiría en que el paciente se haga cargo de su enfermedad, que reconozca la inadecuación entre lo que piensa y la realidad. Esto lo logra el psiquiatra mediante un ardid, dando muestras de dominio de una materia, la terapia, que no es sino un tipo de control social, un control sobre otras personas, si bien más sutil que alguno de los que veremos más adelante. El psiquiatra logra que la mujer se enfrente a la posibilidad de haber perdido la razón y ella se derrumba. En este punto podríamos o bien poner en duda el dominio de la terapia o bien poner en duda el realismo de la película, pues el siguiente paso terapéutico, aunque solo sea inicial (pues en la realidad llevaría varias sesiones) consistiría en modificar la perspectiva que el otro tiene acerca de la enfermedad mental, de modo que también pueda controlar sus emociones al respecto. No obstante, cabe otra posibilidad, la de que el director y guionistas nos quieran mostrar el carácter ambicioso del psiquiatra, capaz de pasar por encima de las emociones de los pacientes.
3.- Tras esta escena y ligada con el tema de la ambición viene una conversación entre el psiquiatra y su jefe-mentor en la universidad (Donald Sutherland) donde, en un cruce dialéctico, se muestran otros dos tipos de dominio, uno perteneciente al eje de las relaciones con uno mismo (el control sobre la propia vida) y otro al de las relaciones sociales (el control de las situaciones en las que participan terceros), pero íntimamente ligados, pues sólo cuando alguien está perfectamente convencido de sus ideas, de lo que quiere, cuando está convencido de sí mismo y posee una buena autoestima, puede llegar a convencer a otros, a dominarlos
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