El uso de las malas palabras

Hoy en día en la sociedad Argentina es muy común escuchar las “malas palabras”, en la casa, la escuela, el trabajo, en fin. Uno se pregunta si son malas las “malas palabras”, pues aunque estas tengan un significado, todo depende de la situación o lugar donde se usen, hasta su tono de utilidad influye al pronunciarlas. Pero ¿es necesario incluirlas a nuestro vocablo?

Unos dicen que sí, otros que no, y también hay personas que aseguran estar de acuerdo ponerlas en la lista de palabras comunes, pero también esquivarlas. Esto último es algo difícil de explicar. La realidad de estas últimas es que utilizan las “malas palabras” solo en situaciones de euforia o para denigrar a una persona, siempre hablando de la realidad que vive la sociedad Argentina.

Pero hay otro interrogante que resuena más que decidir si es necesario su uso, ese es ¿son malas las “malas palabras? Pues yo creo que todo depende para qué son utilizadas, e influye mucho el carácter subjetivo de las personas, tanto  del que las recibe como la intención en que se las dice. Por ejemplo, un político llama “tarado” a otro por sus decisiones a favor acerca de las políticas mineras que favorecen a las mega empresas extranjeras, en ese caso no se estaría utilizando mal la palabra. Pero utilizar la palabra y decirle “tarado” a tu padre en una discusión por quién pone la mesa estaría mal utilizada, solo por el simple hecho de la tonalidad en la que se dice.

En mi opinión, creo que no es un mal uso si se hace para dar cuenta a otra persona sobre las cosas que está haciendo mal, como en el ejemplo de los políticos. Pero sí en el caso de la discusión familiar. Y aunque existen palabras para poder sustituir a esas no considero un crimen el uso de las “malas palabras”.

También cabe destacar que el significado de algunas “malas palabras” que se utilizan en la Argentina no lo son así en otros países o en el diccionario de la RAE. Por eso es que en el país hay muchos problemas en cuanto a ellas.  

Sostengo que las malas palabras que se manejan en nuestro país no son necesarias porque deterioran el formato y la belleza de un insulto, de oraciones o de nuestra personalidad, por ejemplo cuando uno dice cosas como hijo de p***, eso queda muy feo.

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