La Mala Palabra

La Mala Palabra

Con esta puesta en escena, el Teatro Girasol se encarga de mostrar como el ser humano por medio de la rutina y de los trabajos sin sentido y carentes de fin alguno, llega perderse en su diario vivir; olvidando brindarle el valor a objetivos verdaderamente importantes, borrando de su mente y corazón palabras como la alegría, bondad e incluso la palabra Humanidad.

Está palabra, escrita con mayúscula ya que la obra logra que adquiera la magnitud que se merece, significa según la Real Academia Española “sensibilidad, compasión de las desgracias de nuestros semejantes”. Y sin duda alguna el mundo acelerado, capitalista, en el que reina la ley del más fuerte y el tiempo de productividad es más preciado que el oro, provoca olvidar esta sensibilidad y compasión que debería de caracterizar la naturaleza del hombre y la mujer. Al haberse despojado esta de condición de Humanidad, el ser humano deja de ser “humano” para convertirse en una especie de máquina fría, sin sentimientos y sin deseos o pasiones.

Priscilla Coto Acuña, se encarga de representar a la personaje protagonista llamada Delia, una muchacha olvidadiza que se encuentra en una constante lucha por recordar una palabra que representa la condición humana de la cual ha sido despojada por vivir en un mundo gris y rutinario. La personalidad de Delia, es comparada con la de muchos soñadores que no se atreven a cambiar el mundo, por lo que aunque intentan ir contra la corriente no logran encontrar su rumbo, y poco a poco se pierden de nuevo. Delia, posteriormente conoce a Sam, interpretado por Alexander Acuña Gonzales, Sam es un joven que con el paso de la obra, muestra ser parte de un grupo que se opone al sistema, alguien que idealiza un mundo mejor, un soñador proactivo. Lógicamente Sam representa a todos aquellos que se han atrevido a seguir sus sueños, que han “despertado” a un nivel de conciencia de la realidad y decidido crea un mundo mejor. Eventualmente Sam y Delia, se enamoran y es de esta forma como Delia comprende de todo lo bello y hermoso de lo que se había estado privando.

La sociedad en general, aquella que únicamente sobrevive pero que se olvida de vivir, tanto por sí mismos como por los demás, es representada por el resto de actores que sin duda alguna también juegan un papel vital en la obra. Se vuelven el claro ejemplo, de lo que muchas veces nos convertimos: seres fríos, vacíos, egoístas, obstinados que no logran ver más allá. En síntesis, inhumanos.

Y es que sin duda, queda representada la importancia de recordar siempre los ideales y principios que deben caracterizar a un ser humano. Más allá de centrarnos en ser una sociedad productora de dinero y eficiente en cuanto a tiempo y recursos, deberían ocuparnos en producir sonrisas y ahorrarnos entre todas unas cuantas penas y malos ratos. El mundo necesita soñadores proactivos, más Sams que puedan

...