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Etica Ciencia Y Ambiente

yocas_mon10 de Diciembre de 2012

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Ética ciencia y ambiente.

La tecnología se ha convertido en un factor de poder en las relaciones internacionales, ambas son procesos sociales, encaminados al propio desarrollo de la humanidad. La ciencia debe estar al servicio del conocimiento y la razón para contribuir a la emancipación del ser humano, lejos de la influencia del poder, debe detenerse ante el juicio moral sin pretender juzgarla ni invalidar sus propuestas. Tanto la ciencia como la tecnología modifican todas las formas de vida, establecen nuevas creencias, comportamientos e ideologías. El vertiginoso impulso de la ciencia y la tecnología nos conduce a valorar cada vez más las consecuencias e impactos que este causa a la naturaleza y a la sociedad; razón por la cual pretendemos plasmar en este apartado algunas consideraciones sobre su dimensión ética.

Los nuevos problemas de Riesgo, debido a las consecuencias inciertas de la civilización tecnológica, y el Cambio Ambiental Global han transformado el contexto social e intelectual del trabajo científico, especialmente en la ciencia occidental. Han conducido, sobre todo desde la década del ´70, a una continua y todavía no acabada discusión acerca de su significado, propuestas y estrategias de solución, tanto a nivel local y nacional como en el plano global, en todas las disciplinas, teorías, perspectivas, visiones, que tratan acerca del ambiente. Hoy, la definición de un nuevo “paradigma civilizatorio” fuerza a encontrar bases sólidas para la acción, convirtiéndose así en uno de los inmensos desafíos frente al siglo XXI; desafío que conlleva la discusión sobre la representación social de la conflictiva relación sociedad-naturaleza, y, más profundo aún, la re-examinación filosófica, ideológica y política, del viejo problema de la naturaleza del hombre. La Ética, entendida como la disciplina filosófica que reflexiona críticamente sobre las cuestiones morales de los hombres, resulta ser un campo problemático muy complejo por sus particulares formas de relación con todo aquello que tiene que ver con la acción humana, sus motivaciones, su sentido, sus normas y sus valores, es decir, con el qué, cuándo, a quién y cómo hay que hacer algo. Admitiendo el vínculo existente entre la problemática ambiental global y las cuestiones de equidad entre los pueblos, se asiste hoy a una “compulsión” a aplicarla ética a nuevas (y no tan nuevas) cuestiones, y especialmente frente a los tres problemas dominantes que la ciencia debe afrontar hoy: la crítica a la posibilidad de existencia de una verdad objetiva, universal y necesaria, en favor de la existencia de múltiples interpretaciones; la crítica del totalitarismo en sentido amplio, a favor de los necesarios consensos democráticos; y la crítica a un concepto universal de bien que aplasta la pluralidad de opiniones, en favor de ciertos criterios éticos de convivencia pacífica. Se plantean como los principales desafíos para la ética contemporánea, el intentar responder, entre otras, a las siguientes preguntas: ¿se puede ser racional en ética, es decir, se puede confiar en contar con razones para actuar?; ¿es posible establecer algún tipo de universalismo o sólo se puede relativizar la fundamentación racional en el marco de las diversas tradiciones morales?; ¿en los tiempos actuales de sociedades abiertas, plurales y globales, tiene sentido hablar de tradiciones morales particulares?; ¿cuál es el límite entre la tolerancia y el respeto a las diferencias culturales y la indiferencia? Si ya no existe una “verdad” que sea universalmente válida, si no existe un criterio “objetivo”, se produce un vacío dejado por la desaparición de las supuestas verdades universales que valían para todos, más allá de sus valores y costumbres.

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