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Exclusión Social


Enviado por   •  18 de Agosto de 2013  •  19.158 Palabras (77 Páginas)  •  292 Visitas

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ALGUNOS APORTES PARA LA DISCUSIÓN SOBRE EXCLUSIÓN SOCIAL.

Ximena Baráibar Ribero. Instituto Nacional del Menor – División Social. Agosto del 2000.

1 – LOS MÚLTIPLES CONTENIDOS DE LA EXCLUSIÓN. Al aproximarnos al tema, se observa que son múltiples y variadas las situaciones que son englobadas bajo el término de exclusión social. Dentro del mismo están contenidos innumerables procesos y categorías, una serie de manifestaciones que aparecen como fracturas y rupturas del vínculo social: personas sidosas, deficientes, desadaptados sociales, minorías étnicas o de color, desempleados de larga duración, jóvenes imposibilitados de acceder al mercado de trabajo, etc. (Belifore, 1997: 75). A medida que iban desencadenándose sucesivas crisis sociales y políticas en Francia durante el decenio de 1980, el concepto de exclusión fue aplicándose gradualmente a un número cada vez mayor de categorías de desventaja social y el término fue objeto de nuevas y distintas definiciones para ir abarcando nuevos grupos y nuevos problemas sociales, lo cual dio lugar a sus difusas connotaciones (Silver, 1994: 608). En un comienzo se usaba para designar a todos los grupos que estaban fuera del sistema de seguridad estatal y eran considerados “problemas sociales”: impedidos, suicidas, drogadictos, hogares desintegrados, etc. Esta versión estigmatizante evolucionó y comenzó a apuntar a fenómenos como el desempleo prolongado, la dificultad de ingresar al mercado de trabajo y también la creciente inestabilidad de los vínculos sociales: inestabilidad de la familia, hogares monoparentales, aislamiento social y declinación de la solidaridad de clase basada en los sindicatos y en los sistemas de vínculos sociales, incluidos los del vecindario en los barrios obreros (Silver, 1994: 609; Torche, 1996: 95). Distintos autores1 señalan que la amplitud del concepto resulta problemática; se produce una utilización indiscriminada de la noción, corriéndose el riesgo de un vaciamiento conceptual. Nascimento y Luciano Olivera proponen un ordenamiento del concepto. La primera concepción es la más amplia y genérica. Aquí el concepto de exclusión social se aproxima al de discriminación. Así toda discriminación sería una forma de exclusión social. Negros, homosexuales, serían grupos sociales excluidos, que participan de la vida social en general, aunque con formas particulares de socialización. Aunque no estén formalmente excluidos de derechos, sus diferencias no son aceptadas y aveces, no son toleradas (Nascimento, 1994: 31). Por su parte, Olivera (1997: 50) señala que han sido llamados de excluidos los segmentos sociales más diversos, caracterizados por una posición de desventaja e identificados a partir de una pertenencia étnica (negros e indios), comportamental (homosexuales), u otra cualquiera, como el caso de los deficientes físicos. Estos segmentos constituyen los grupos tradicionalmente llamados de “minorías”. Todos ellos pueden ser, por una u otra razón, clasificados como excluidos. Pero no parece aceptable llamar de excluidos todo y cualquier grupo social desfavorecido. Para Nascimento (1994: 31–32,36), existe un segundo caso, en que se está ante grupos sociales que no tienen integración en el mundo del trabajo, no teniendo, en consecuencia, condiciones mínimas de vida. Los efectos son de discriminación, pero aquí el no reconocimiento se traduce en una clara exclusión de derechos. Estigmatizados como los anteriores, aunque no necesariamente por las mismas razones, sufren el proceso específico de no ingresar en el mundo de los derechos, o de él ser expulsados total o parcialmente. Y finalmente existe un tercer caso: la “nueva exclusión”. Los excluidos, por su crecimiento numérico y por no poseer las habilidades requeridas para ser absorbidas por lo nuevos procesos productivos, se habrían vuelto “desnecesarios económicamente”. Esto se articula con un segundo elemento que le imprime fuerza y sentido a la propia idea de exclusión. Este tiene que ver con el hecho de que sobre ellos hay un estigma, cuya consecuencia más dramática será su expulsión de la propia “órbita de la humanidad”. En este caso, el no reconocimiento va más allá de la negación o del rechazo de derechos. Estos grupos pasan a “no tener derecho a tener derechos”. Sin ser reconocidos como semejantes, la tendencia es a expulsarlos de la órbita de la humanidad y por eso pasibles de ser eliminados (Olivera, 1997: 51).

De este ordenamiento se desprende que el término exclusión aparece asociado a dos aspectos centrales: a las distintas formas de discriminación social y a los procesos ocurridos como consecuencia de los cambios en el mundo del trabajo. Que sean estos aspectos, no es azaroso. Por el contrario, los mismos son comprendidos cuando se analiza 1 Yepez, 1994: 702; Barros, 1996: 3; Belifore, 1997: 75.

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el tiempo histórico que busca ser aprehendido por el concepto de exclusión social. Eric Hobsbawm (1996) analizando la historia de lo que él llama el “siglo XX corto” (entre 1914 y 1991), identifica tres grandes períodos. El primero –la época de catástrofes–, lo ubica entre 1914 hasta el fin de la segunda guerra mundial. A partir de ésta y hasta 1973, ubica la época de oro. Finalmente, el derrumbamiento, constituido por los decenios que siguieron a la edad de oro, constituye una nueva era de descomposición, incertidumbre y crisis. El concepto de exclusión social, surge entre fines de los años setenta y principios de los ochenta; por lo tanto lo hace cuando entra en crisis la sociedad estructurada durante la época de oro o los “Treinta años gloriosos” y se desarrolla durante el período del derrumbamiento. Durante la edad oro tienen lugar distintos acontecimientos relevantes que explican los procesos de exclusión social con los diversos contenidos que el mismo integra: consolidación de la condición salarial y los Estados de Bienestar; revolución tecnológica y globalización; y revolución cultural.

Señala Castel (1995: 27–28) que desde hace algunos años crece el temor al ver cómo el número de los más desfavorecidos aumenta y se profundiza la distancia que los separa de formas de participación común a la vida social, con el riesgo que esto conlleva de fractura. De ahí todo el actual relanzamiento de los discursos sobre los excluidos y sobre la exclusión. “Todo sucede como si redescubriéramos con angustia una realidad que, habituados al crecimiento económico, al empleo casi pleno, al progreso de la integración y a la generalización de las protecciones sociales, ya creíamos curada: una vez más la existencia de “inútiles al mundo”, sujetos y grupos que se han vuelto supernumerarios

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