ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Finqueros De Aymas


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2013  •  1.685 Palabras (7 Páginas)  •  241 Visitas

Página 1 de 7

Aymas y sus finqueros

Hace muchos años, en las fincas de aymas, existía una pareja de compadres, cuyas viviendas estaban separadas por el rio Pachachaca. Estos se conocían desde muy niños y desde siempre habían sido amigos, con el paso del tiempo la amistad de estos se había quebrantado por la gran riqueza acumulada por uno de ellos y por la extrema pobreza del otro.

El primero respondía al nombre de Roberto; este era alto, buen mozo y de piel clara. Ana, su esposa, en cambio, era una mujer, que de belleza no tenía una pisca, pero que había heredado de sus padres, en su condición de hija única, cien cabezas de ganado, que en diez años de matrimonio, había logrado multiplicar por cinco. Este afortunado matrimonio, apenas tenía un niño varón de ocho años.

El segundo finquero, llamado Bartolo, llevaba una vida miserable, al lado de su esposa Margarita y de sus diez hijos. La pareja carecía de recursos económicos indispensables; sin tener siquiera una cabeza de ganado en su propiedad.

- Anselmito, hay que ir a la casa del padrino Roberto, aunque él es tacaño, pero en cambio nuestra madrina es diferente. Necesitamos con urgencia un poco de suero para el desayuno de esta mañana. Y si encontráramos leche, sería una maravilla.

- Está bien Josecito. Ya tengo listo el poronguito, vamos vamos.

Los dos niños avanzaron rápidamente por el corto sendero que conducía a la casa del finquero ricachón, hasta que los perros empezaron a hostigarlos con la intención de morder. Los niños llamaron por el nombre de la madrina, pero ella no se aparecía; en su lugar en forma repentina salió de la vivienda don Roberto en persona, con un aire despectivo y burlón. Los niños en coro le saludaron:

- Padrino, tenga su merced buenos días

- ¡Josesucha, Anselmucha! ¿qué quieren, a que han venido a mi casa?

- Papa padrino, estamos en la puerta de su casa, para que nos regale un poquito de suero o lechecita. Estamos hasta este momento sin tomar desayuno.

- ¿Cómo dicen? ¿acaso ustedes algunas ves han venido si quiera por una semana a pastar mi ganado? Yo mismo ya no conozco la leche en mi desayuno a pesar de ser el dueño. Hay que trabajar y no venir a pedir limosna, en la forma que la hacen ustedes par de zamarros.

- Muchas gracias padrino… disculpe… hasta luego padrino.

- Está bien muchachos, vayan por donde han venido y no vuelvan a pisar la puerta de mi casa ¿entendido?

Los niños totalmente decepcionados y humillados, tomaron el camino de regreso. Pero en esos instantes, doña Ana se presento en el umbral de la casa y convenció a su engreído esposo, en el sentido de que había un sobrante de suero destinado a la media docena de perros pastores, que bien podría servir y obsequiar a los menesterosos ahijados.

Sin esperar mayores comentarios de parte de su esposo, doña Ana llamo a los ahijados por sus nombres:

- Josecito, Anselmito, regresen, no se vayan, llévense un poco de suero.

Conforme a lo ofrecido, doña Ana lleno de suero el poronguito y en un momento de descuido del esposo cogió tres quesillos y lo introdujo por la boca ancha del poronguito de barro.

Cuando los niños llegaron a su casa encontraron a sus hermanitos menores y a su madre esperándolos con ansiedad extrema. Mamá Margarita fue la primera en celebrar el valioso presente.

- Amigo Bartolo, a pesar de que tú trabajas todo los días, parece que tendrías una suerte adversa, no progresas ni un ápice y sigues en la misma situación desde los pasados días de tu niñez hasta estos días presentes. Hace poco se ha muerto, tu último hijito que amamantaba la doña Margarita, tu esposa, y para enterrar el angelito, has tenido que acudir a la caridad de tus vecinos.

Tengo un secreto que tal vez si se pone en práctica, podría dar buenos resultados. Con uno de los pongos de este pueblo, has preparar pagos para los Apu Taitas, que son protectores de mortales como nosotros. Es muy posible que ellos se conmuevan de tu situación y cambien el curso de tu destino.

- Papay don Angelino te agradezco por las buenas intenciones que tienes hacia mi humilde persona. Estoy dispuesto a conseguir los soles para ejecutar el hermoso proyecto que me has sugerido. Mi corazón, aunque de pobre, jamás me ha traicionado: por el contrario, en estos precisos instantes me anuncia algo extraordinario y de mucho valor.

- Te voy a facilitar estos veinte soles, cógelos, es mucho mejor que mañana mismo, sin demora de tiempo, ejecutes el proyecto propuesto.

Al día siguiente, después de haber hecho preparar con una persona entendida en pagos, en número de seis por cada clase, Bartolo se encamino a la laguna de Rontoccocha. Una vez instalado en un lugar apropiado, extrajo de su atado el conjunto de objetos de la ofrenda y se puso de rodillas con mucha fe besando la tierra virgen, para después depositar en ella el valioso presente. Mientras tanto el día se iba haciendo noche.

“El sueño me va dominando. Sera tal vez por efecto del cansancio producido por la inmensa caminata, que se

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (9.9 Kb)  
Leer 6 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com