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Geografia


Enviado por   •  13 de Mayo de 2014  •  1.701 Palabras (7 Páginas)  •  165 Visitas

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Pesadilla ambiental:

La tragedia de la sequía en el Casanare coincide con la publicación de un estudio en el que Colombia aparece como el segundo país del mundo con más conflictos del medioambiente.

Si alguna imagen caracterizó la semana pasada no fue Santos haciendo campaña, ni Petro despidiéndose de la Alcaldía, ni el avión perdido en el mar, sino la tragedia de cientos de chigüiros en el Casanare agonizando de sed en medio de otros centenares de animales muertos en una tierra árida

resquebrajada por la sequía. El espectáculo definitivamente evocaba el titulo de la canción de Carlos Vives “La tierra del olvido”. Pero como no hay mal que por bien no venga, ese drama de la naturaleza ha servido para abrirle los ojos a los colombianos de la dimensión de los problemas ambientales del país y crearles conciencia de la necesidad de hacer algo.

Y el Casanare no es el único lugar donde la naturaleza sufre. Esta semana se hizo pública una investigación que enumera los conflictos ambientales del planeta con un ranking de los países que más padecen estos flagelos. Colombia ocupa el primer lugar del continente y el segundo del mundo. El Atlas Global de Justicia Ambiental, financiado por la Unión Europea, registra 1.000 conflictos significativos, de los cuales el país tiene 72. Solo la India, con 102, lo supera. A Colombia le siguen Brasil y Nigeria con 58; Ecuador, 48; Turquia, 45; España, 35 y Estados Unidos, 34.

Ese “decoroso segundo lugar” para uno de los países más biodiversos del planeta es por decir lo menos un fuerte campanazo. Colombia tiene problemas ambientales en casi todas las regiones. El Atlas reseña, entre otros, las fumigaciones con glifosato, los madereros en el Chocó, los hoteles en el Tayrona y la hidroeléctrica el Quimbo (ver recuadros). Y lo que llama la atención es que casi la mitad de todos los casos señalados en el estudio están relacionados con la extracción de dos minerales: el oro y el carbón.

La minería es la principal fuente de despojo de la naturaleza en todos los rincones. Tal vez uno de los principales retos que enfrenta el país es cómo manejar el dilema entre el desarrollo económico y la conservación de sus recursos. Hasta el momento va ganando lo primero. “El crecimiento económico del país se ha dado a costa de la destrucción de una parte de las inmensas riquezas que tenemos”, señala Claudia Martínez, directora de la Alianza Clima y Desarrollo. El Atlas da cuenta de la validez de esa afirmación. Según el estudio en Colombia el sector minero energético incrementó su participación en el PIB de 2 por ciento al 11 por ciento entre 1975 y 2012 y la inversión extranjera en el sector extractivo pasó del 14 por ciento en 1994 al 55 por ciento en 2012.

El profesor de la Universidad del Valle Mario Pérez, quien hace la reseña de Colombia en ese estudio, señala que “hay una clara relación entre la cantidad e intensidad de los conflictos ambientales y el modelo de desarrollo extractivo de los últimos gobiernos”. El informe destaca que en el gobierno de Álvaro Uribe se crearon el 63 por ciento de los conflictos ambientales existentes. En ese periodo los títulos mineros aumentaron de 2.000 a 8.000. La explosión fue tan brutal que el exministro de Minas, Carlos Rodado, describió como una “piñata” la forma como fueron adjudicados esos títulos. Esa repartija se dio en los parques naturales, en los páramos y en los humedales. Por eso, el exministro de Ambiente, Manuel Rodríguez, dijo que el país estaba “ad portas de una catástrofe ambiental”.

Juan Manuel Santos prometió en su gobierno revertir esa tendencia. Cerró la ventanilla para entregar nuevos títulos mientras “reordenaba la casa por dentro”. Pero es poco lo que ha podido ordenar. Ni siquiera en los temas de bulto hay claridad. Por ejemplo, el título minero en el Parque Yaigoje Apaporis, que tiene la canadiense Cosigo en la selva amazónica, lleva casi cinco años sin solución por conflictos con las comunidades indígenas a la espera de un fallo de la Corte Constitucional. Es tan grave lo que pasa allá que Wade Davis, el explorador de National Geographic, sentenció que “una mina en el Apaporis es como construir un pozo de petróleo en la Capilla Sixtina”. También hay pujas por cuenta de proyectos como La Colosa en el Tolima, Marmato en Caldas, la operación de Drummond en el Cesar y Santa Marta y la explotación de Cerromatoso en Córdoba.

Parte de la explicación de que Colombia tenga tantos de estos conflictos está en la debilidad institucional del sector ambiental. Aunque el presidente Juan Manuel Santos se posesionó con los mamos de la Sierra Nevada de Santa Marta, la verdad es que su cartera verde no ha tenido prioridad ni continuidad. Han pasado cuatro ministros en cuatro años. Santos hizo algo muy positivo al separar el Ministerio de Ambiente del de Vivienda, pues Uribe los había fusionado. La primera ministra, Beatriz Uribe, se encargó de hacer ese proceso, pero en su gestión primó más la vivienda.

Frank

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