Globalizacion
cabuby29 de Abril de 2013
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Creo que el término “globalización” es en gran parte sólo un slogan y una mistificación, y no una realidad nueva Si se analiza con detenimiento el siglo XX, es fácil identificar en lo que se conoce como occidente, incluyendo Latinoamérica, Europa Oriental y algunos países asiáticos y africanos ligados a las economías de libre mercado, cuatro partes fundamentales en su evolución: de 1901 a 1918, primeros años que, en términos geopolíticos y económicos, se podrían considerar una extensión del XIX; de 1919 a 1945, período en el que comienza una de las últimas grandes reparticiones del mundo, además de que, en materia económica, es posible subdividir tomando como referencia 1929; de 1946 a 1980, época que define al siglo como lo que fue: un gran collage de sucesos políticos, económicos y sociales, y en la cual también se puede observar una subdivisión de acuerdo al fenómeno político social, antes de 1968 y después del mismo; y, por último, de 1981 a 2000, que, como en las dos anteriores, es posible diferenciar dos etapas: la de 1982 a 1989, que da forma al régimen mundial que ahora se está viviendo (o padeciendo), y la de 1990 a 2000, que algunos analistas se han aventurado a llamar la primera década del siglo XXI.
Es en el último período del siglo que recién terminó, donde comienzan a desarrollarse los planteamientos político económicos que hoy determinan el modo de vida de 3 mil 500 millones de personas (un aproximado), es decir, casi dos tercios de la población del planeta.
Neoliberalismo, globalización, mundialización, interdependencia, internet, fin de la historia, fin de las ideologías, información, mercado global, consumo, crecimiento, desarrollo, apertura, democracia liberal, organismos financieros internacionales, comercio, transnacional, modernidad, entre otros, son los signos de nuestro tiempo, junto con recesión, crisis financiera, desaceleración, resistencia, derechos humanos, autonomía, justicia social, indígena, aborigen, identidad, historia, alternativa, lucha, globalifobia, globalifilia, pobreza, extrema pobreza, miseria, marginación, posmodernidad, etc. Pero, ¿de dónde viene esta dinámica en la cual el mundo está sumergido hoy?
Liberalismo y neoliberalismo
Es claro que el factor determinante de los tiempos actuales es la política económica. Invariablemente usamos el término neoliberalismo para nombrar a las medidas económicas que comenzaron a dominar en occidente hacia la última parte del siglo XX. No obstante, es menester aclarar de donde surge. La palabra liberalismo define una filosofía política, basada en el valor de la libertad individual y se refiere a una perspectiva de análisis frente a los mecanismos directores del funcionamiento de la economía. Uno de sus principales teóricos fue Adam Smith. Los principios básicos del liberalismo fueron desarrollados a lo largo del siglo XVIII y pueden resumirse así: El Individuo es la fuente de sus propios valores morales. El proceso de comercio e intercambio entre individuos tiene tantas propiedades de eficiencia para lograr el bienestar colectivo, como de exaltación de la libertad. El mercado es un orden espontáneo para la asignación de recursos; el intercambio entre las naciones no sólo acrecentará la riqueza mediante la división internacional del trabajo, sino que también tenderá a reducir las tensiones políticas y la guerra. La política pública debería limitarse a las pocas preocupaciones comunes de los individuos, la libertad, la seguridad, la justicia, etc.
Una síntesis conceptual permite establecer, un compromiso con la libertad personal, definida como la no-interferencia en las creencias y en la búsqueda de objetivos privados. Una política de estricta libertad económica, a la que habitualmente se denomina laissez faire (dejar hacer). Una doctrina del gobierno limitado y restringido a asegurar las funciones básicas de la organización de la sociedad, particularmente, la libertad, la seguridad y la justicia. Este liberalismo clásico, como se le conoció posteriormente, entró en decadencia hacia finales del siglo antepasado. El término se utilizó, entonces, para definir posturas referentes más a lo político y social que a lo económico.
Su caída definitiva fue motivada por el auge del keynesianismo en las décadas de 1930 a 1970. Dicho enfoque promovía una mayor injerencia del Estado en el control de la economía, la regulación y crecimiento de la economía de mercado, participación en la procuración de salud, alimentación, educación, vivienda, justicia, establecimiento de garantías de empleo, etc.
Las crisis económicas de mediados de los setenta, marcaron la pauta en el cambio de perspectivas en cuanto a la intervención del Estado, y las críticas abandonaron su antiguo centro de atención, el mercado, y se enfocaron a las políticas públicas y el desempeño estatal, al cual se le atribuyeron los principales problemas sociales de la época.
Esto supuso un retorno de los gobiernos, sobre todo en EU y en RU, a los principios liberales clásicos. Se reconoció la importancia del individuo como principal factor de la estabilidad y el crecimiento económico, al Estado como un mecanismo erróneo para resolver los principales problemas de la sociedad, y el valor del mercado libre como rector de la economía.
El neoliberalismo plantea que la máxima garantía de bienestar colectivo se encuentra en la libertad del individuo para perseguir sus propios intereses. Su base es el individualismo metodológico.
El papel que juega el mercado, definido como el intercambio voluntario de bienes y servicios, es el de satisfacer, con una mayor eficacia que el gobierno, las necesidades de los miembros de la sociedad. Y para que este precepto sea cumplido, los ideólogos neoliberales establecen que se debe propiciar el funcionamiento flexible del mercado, haciendo a un lado todos los obstáculos que coarten la libertad de competencia. Prevalece en este enfoque, un afán de justificar la concepción del mundo como un gran mercado donde todos compiten en igualdad de circunstancias y entre cada país según sus posibilidades.
Bajo esta perspectiva, se ha observado en toda Latinoamérica y el Caribe una reestructuración económica y política que se ajuste a las nuevas condiciones y medidas exigidas por el mercado y la posibilidad del crecimiento económico. La apertura comercial se llegó a convertir en la panacea de prácticamente todos los gobiernos del subcontinente. En Venezuela, por ejemplo, la corriente neoliberal se ha manifestado en todas las áreas de la economía: recorte de gasto social, promoción de inversión extranjera y garantías, venta de empresas paraestatales, firma de acuerdos y tratados comerciales, política de mantenimiento del déficit y control de la inflación, perspectiva única de crecimiento económico, entre otras.
Globalización, mundialización o imperialismo
Es común oír hablar de que, una vez derrumbado el Muro de Berlín y junto con él el llamado socialismo real de la Europa del Este, uno de los signos característicos de estos tiempos es la ausencia de ideologías. Se pretende hacer creer que el orden que se guarda actualmente en gran parte del mundo carece de un sustento teórico político económico, que estamos regidos por una ley natural, como si hubiéramos llegado al estado ideal de cosas y ya no quedara más que transformar socialmente. El error salta a la vista por sí solo. De la misma manera en que el Imperio Romano atribuyó su poderío a la obra y gracia de los dioses y no a las condiciones objetivas de los demás pueblos y de un desarrollo histórico coherente, y de igual forma que se creyó eterna, la hegemonía de ahora a dictado su sentencia: “no existe otro mundo posible que el que planteamos nosotros”. La carga ideológica está implícita tanto en los fundamentos de los defensores del carácter infinito de la Antigua Roma, como hoy en los profetas de la globalización.
Algunos críticos del sistema consideran como sector de origen y mantenimiento de esa ideología a las clases pudientes de los países más desarrollados, otros creen que son los gobiernos y sectores políticos de estos mismos y, algunos más, afirman que se trata de una élite internacional que ejerce el control financiero mundial, y que carece de patria. Lo cierto es que, así como el liberalismo clásico sirvió de sustento para la expansión del capitalismo y el desarrollo de su posterior fase, el imperialismo, en el siglo XIX, el neoliberalismo ha representado la base de un nuevo dominio capitalista y el abono para su próxima etapa, la globalización económica.
Si el neoliberalismo propone una visión del mundo como gran mercado, la globalización fundamenta su existencia en este y no sólo eso, sino que lo reordena conforme a las condiciones reales de dominio económico. Es en ese reordenamiento en donde la concepción pragmática globalista choca con la retórica neoliberal. El imperialismo supuso la preeminencia de un capital financiero controlado por unas cuantas compañías europeas y dejó a un lado los principios liberales clásicos, como el de la posibilidad de todos los individuos a competir y acceder al mercado. En la mundialización de la economía, hemos visto como el tan defendido concepto de la libre competencia ha dejado su lugar a la vorágine de las empresas medianas y nacionales por parte a las transnacionales. Evidentemente que se trata de la evolución objetiva de las condiciones y la naturaleza estructural del propio sistema capitalista. No puede seguir otro curso porque simplemente la realidad de desigualdad en la que se plantea no se lo permite. En un principio, la diferencia económica y social establecen la dependencia, de la mayoría a una minoría, necesaria para el desarrollo y crecimiento
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