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Globalización, Neoliberalismo y Modernidad

Rouse PaolaEnsayo18 de Mayo de 2017

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Globalización, Neoliberalismo y Modernidad.

Por:

Palacios Santibañez Rosa Paola

Introducción

El capitalismo es un sistema de producción y reproducción de la vida humana, cuya necesidad de expandirse lo distingue de los sistemas anteriores. Esa expansión se caracteriza, al mismo tiempo, por la apertura y totalización: apertura porque siempre necesita de nuevos espacios; y totalización porque los nuevos espacios son inevitablemente subsumidos en la lógica del sistema, de tal manera que la totalización realizada impulsa nuevamente a la apertura.

Desde las últimas décadas del siglo XX, hemos estado envueltos en un conjunto de transformaciones económicas, sociales y culturales, cuya complejidad no admite precedente. La globalización determina un cambio de época, aunque seguimos regidos por el sistema capitalista, es un proceso de integración mundial en los ámbitos político, económico, social, cultural y tecnológico, que ha convertido al mundo en un lugar cada vez más interconectado, en una aldea global.

La globalización ha sido promovida a través de la disminución de las regulaciones en los mercados, los tratados de libre comercio, transacciones de dinero, la creación de mercados entre países y regiones, etcétera. El neoliberalismo surge para sustituir a la clase política por la clase empresarial, arrebatándole al Estado su función reguladora de ciertas actividades económicas, así como su potestad de subsidiar empresas y brindar servicios básicos a la sociedad como la salud, la vivienda, los planes de jubilación y las vías de comunicación, entre otros, equipará la globalización con la necesidad de empequeñecer el Estado y ensanchar el empresariado.

Como tal, la globalización fue el resultado de la consolidación del capitalismo, de los principales avances tecnológicos (revolución tecnológica) y de la necesidad de expansión del flujo comercial mundial. En este sentido, las innovaciones en las áreas de las telecomunicaciones y de la informática, especialmente con el internet, jugaron un papel decisivo en la construcción de un mundo globalizado, que se ve invadido por formas de producción y consumo.

El ser humano siempre ha sido consumidor; pero mientras en otras épocas procuraba consumir de acuerdo con sus necesidades naturales, en la actualidad las personas tienden a crear una serie de hábitos y modos de vida que llevan a consumir por el mero placer de consumir.

El presente ensayo, hace un análisis de los diferentes aspectos que trae consigo la globalización, el neoliberalismo como una doctrina que combate la intervención del Estado en la economía, y además se desarrolla el impacto que tiene esta nueva fase del capitalismo en la vida económica, política, social y cultural de la sociedad moderna.

El capitalismo: un sistema depredador

¿Qué es el capitalismo? ¿Cuál es su naturaleza? ¿Cuáles han sido sus evoluciones? Hacernos estas y otras preguntas es cada vez más importante para develar la esencia del régimen socia que ha llevado a la humanidad por la senda de la autodestrucción. El capitalismo se presenta a sí mismo –a través de sus ideólogos- como una sociedad abierta, de libre mercado, de libertad y progreso, pero en realidad se trata de un régimen que “esconde su naturaleza”. El mercado capitalista nunca ha sido libre y siempre ha estado plagado de ineficiencias y espejismos. El sistema capitalista es un sistema de dominación múltiple: dominación económica, política, social cultural patriarcal y militar. Su característica crucial es la tendencia a la acumulación incesante de capital a costa de la propia humanidad y el medio ambiente.

Entre sus rasgos están: que se sustenta en la explotación del hombre por el hombre, y que es depredador del medio ambiente, empobrecedor, competitivo, acumulador, excluyente y represor. La acumulación incesante lleva al capitalismo, tarde o temprano, al colapso ambiental, financiero, social, político y energético.

Es un sistema lleno de contradicciones, inestabilidades y falacias, como por ejemplo la falacia de que el mercado equilibra su existencia. Por e contrario, el sistema capitalista es lo más destructor que la humanidad haya creado y su desastre impregna toda la realidad social en que vivimos.

Un sistema social creado por el hombre no es eterno: está en movimiento; nace, se desarrolla, envejece y muere; y los hombres van creando nuevos sistemas. Así lo demuestra la historia: la humanidad ha transitado por distintas formaciones económico-sociales, que se suceden una a otra: la comunidad primitiva, el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo.

La separación entre el productor y los medios de producción se hace más profunda con el surgimiento del capitalismo, en lo que se conoce como la era moderna, que abarca los siglos XVI, XVII y XVIII.

El capitalismo se ha desarrollado a través de grandes fases históricas, que podemos sintetizar como “capitalismo de libre concurrencia” o “pre-monopolista”, que llega a su esplendor en el siglo XIX, capitalismo monopolista (imperialista), desde fines del XIX y principios del XX hasta aproximadamente la séptima década del siglo XX y capitalismo monopolista transnacional (coincidente con la actual etapa de la globalización del capital). En los inicios del capitalismo, las expropiaciones violentas de los campesinos y su inclusión en el sistema de trabajo asalariado implicaron un tipo de “disciplinamiento” que contemplaba, según explica Marx en El capital: “leyes grotescamente terroristas, a fuerza de palos, de marcas a fuego y de tormentos”.

A ello añade, que, durante la génesis del capitalismo, se necesitaba el poder del Estado para regular los salarios y alargar la jornada de trabajo. Existía entonces una supeditación formal del trabajo al capital. Una vez que se hace “costumbre” la disociación entre el productor y los medios de producción, es decir, una vez que los productores “se acostumbran” a vender su fuerza de trabajo, estas reglamentaciones se hacen superfluas en el transcurso de la producción capitalista.

Dentro de la marcha natural de las cosas –dice Marx-, ya puede dejarse al obrero a merced de las “leyes naturales de la producción”, es decir, entregado al predominio del capital, predominio que las propias condiciones de producción engendran, garantizan y perpetúan.

(Fabelo, 2012)

Globalización

La globalización del mundo expresa un nuevo ciclo de expansión del capitalismo, como forma de producción y proceso civilizador de alcance mundial. Un proceso de amplias proporciones, que abarca naciones y nacionalidades, regímenes políticos y proyectos nacionales, grupos y clases sociales, economías y sociedades, culturas y civilizaciones. Señala la emergencia de la sociedad global como una totalidad incluyente, compleja y contradictoria.

Una realidad poco conocida aún, que desafía prácticas e ideas, situaciones consolidadas e interpretaciones sedimentadas, formas de pensamiento y vuelos de la imaginación. (Ianni, 1999).

Estamos viviendo un nuevo ataque de universalización del capitalismo como método de producción y proceso civilizador. El desarrollo del modo capitalista de producción, de manera extensiva e intensiva, adquiere otro impulso apoyado en nuevas tecnologías, la creación de nuevos productos, la recreación de la división internacional del trabajo y la mundialización de los mercados.

Es necesario un ordenamiento del proceso en términos de su naturaleza y secuencia, para no confundir la retórica de la globalización con los escenarios de riesgo que ésta presenta, los cuales tienden a manifestarse como expresiones emergentes, fugaces e interactivas, que hacen pensar que estamos incluidos en ella, cuando apenas somos tangencialmente partícipes en sólo uno de sus síntomas: la velocidad del cambio de la sociedad, por la cual -afirma Alvin Toffler- "Creamos y consumimos ideas e imágenes a un ritmo cada vez mayor. El conocimiento, al igual que la gente, los lugares, las cosas y las formas de organización, se está tornando desechable". (Aronson, 2007).

La ciudad que conocimos

No es casual que la ciudad esté en el centro de la mayoría de los análisis de la globalización. Es en ella donde las tendencias que estudiamos se encuentran en su estado más nítido, más contrastado. Y esto ha sido así desde los inicios de los estudios sociales, promediando el siglo XIX, preocupados por comprender y explicar lo que veían como el tema central de la época, es decir, las múltiples problemáticas derivadas de un Estado y una sociedad cada vez más complejos

La ciudad fue el marco en el que, desde la baja Edad Media, se desarrollado los campos económico, político y cultural. Se tornó más densa y efervescente a medida que la Revolución Industrial, a fines del siglo XVIII, fue incrementando la especialización de cada una de sus partes, y con éstas, de los individuos que las habitaban. Por eso mismo, también se la podía (y puede aún hoy) definir como un espacio de lucha de existencia de recursos escasos, de los que distintos grupos se disputan la obtención y/o el monopolio. Sin embargo, la ciudad cuya imagen nos fuimos formando se ha transformado drásticamente. Al hablar de ciudad, solemos pensar en un territorio bastante densamente poblado, que concentra actividades financieras, industriales, comerciales, portuarias y habitacionales, y poblado por un conjunto de personas susceptibles de ser divididas en grupos a partir de una variedad de criterios distintos, como el nivel de ingresos, las ramas de actividad, etc.

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