HABLANDO DE MUERTOS

“Y hablando de muertos…” es un libro de William Chávez. Su obra cuenta en su interior con 14 cuentos que vienen influenciados de un ir y venir entre los Estados de Hidalgo, Veracruz y Tabasco en contraste con las historias que solía escuchar de niño provenientes de la boca de los ancianos.

El mensaje que contiene esta obra de tanta nostalgia, percibido en cada momento de cada historia contada, no es más que el reflejo de los recuerdos que acompañan al autor, cuando cuenta de manera tan literaria el fin propuesto.

Y es que, lo que transmite William Chávez, a través de estos cuentos sobre los muertos, son las vivencias de las historias de muchísimos años adquiridos en los Estados donde radico y el de procedencia.

Los cuentos van desde historias sobrenaturales hasta historias reales. Tales casos como el primero de ellos “Ánimas que se presentan” que cuenta la historia de Ricardo quien siempre había sido un incrédulo y al final descubre que las ánimas eran muy reales. Un cuento que sin duda nos remonta a nuestra niñez, esos cuentos con los que hemos vivido toda la vida y que en algún momento lo heredaremos a nuestros hijos. “El parque del niño” es otro que trata tema sobrenatural, en lo personal mi favorito, un alma perdida que se quedó enamorada de un parque y lo que sucede a su alrededor. “Sólo para hombre” igual nos remonta a aquellos tantos cuentos que escuchamos de niños sobre la Xtabay pero con un toque de humor, gracioso el cuento, no pude evitar soltar una sonrisa.

Por otra parte “Y hablando de muertos…” aborda historias muy reales, como lo son “La oracionera no sabe de cambios” que habla sobre Jacinto, un comisario ejidal, que convence a la gente de su pueblo a adaptarse al cambio de horario sin darse cuenta de que la naturaleza no se adapta a nuestros horarios y lo aprende de la peor forma. “Cuando oigas pasos” es otra, nos muestra que nunca hay que estar confiados y hay que tenerles más miedo a los vivos que a los muertos.

Cierra el libro con “Los fantasmas de la casa de enfrente” que cuenta la historia de Javiercito, así como “El parque del niño”, es un alma que está atrapada en nuestro mundo sin embargo él no lo sabe, es curioso leer la perspectiva desde un fantasma, nos da a entender que a veces ellos podrían sentir más miedo de nosotros que nosotros de ellos.

Sin duda, William nos hace recordar con sus cuentos una parte de nuestra infancia, ese momento cuando nuestros abuelos entrada la tarde nos contaban historias, cuentos o leyendas, momentos nostálgicos y mágicos cuando la imaginación era la que nos transportaba a esos momentos. En un mundo donde el internet ya es indispensable cuesta creer que esos momentos se repitan pero gracias a estos libros tal vez no todo este tan perdido.

O acaso hay alguien que nunca se haya sentido observado en las madrugadas?

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