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Habilidades básicas del pensamiento y competencia para aprender a aprender


Enviado por   •  8 de Febrero de 2013  •  Trabajos  •  6.954 Palabras (28 Páginas)  •  509 Visitas

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Habilidades básicas del pensamiento y competencia para aprender a aprender

El Proyecto DeSeCo, de la OCDE entre los años 1997 y 2003, publicó el informe Competencias clave para una vida exitosa y un buen funcionamiento en la sociedad. Este informe especifica: “En el centro del marco de competencias clave se encuentra la habilidad de los individuos de pensar por sí mismos como expresión de una madurez moral e intelectual, y de tomar responsabilidad por su aprendizaje y por sus acciones” Del contenido de este informe, y de la experiencia propia como docente, considero las competencias de carácter sistémico y holístico (autonomía e iniciativa personal y aprender a aprender) como la base que sustenta el desarrollo del resto de competencias.

Aprender a aprender implica la conciencia, gestión y control de las propias capacidades y emociones desde un sentimiento de competencia o eficacia personal. El estímulo de esta competencia, que subyace y sustenta el desarrollo del resto de competencias, precisa de propuestas pedagógicas que potencien el desarrollo de las habilidades básicas del pensamiento para que el niño o niña tome conciencia de las propias capacidades, utilice sus habilidades para planificar, desarrollar y evaluar el propio aprendizaje, se sienta motivado y disponga de la confianza en sí mismo necesaria para utilizar el aprendizaje de forma autónoma y eficaz en los distintos contextos.

Introducción

Cuando planteo un aprendizaje nuevo, en los niños y las niñas de mi aula observo:

1. La transformación de la indiferencia por el interés.

2. El cambio del interés hacia la curiosidad.

3. La curiosidad que se evidencia incluso en los gestos de enfado o disconformidad.

4. El ceño fruncido durante la concentración en la actividad o el pensamiento.

5. Los rasgos de algunos rostros que manifiestan molestia cuando interrumpen sus pensamientos y su reflexión.

6. Las caritas sorprendidas e iluminadas cuando llegan a una conclusión por sí mismos.

7. El semblante feliz de las caras cuando son capaces de formular, por medio del lenguaje, sus propias hipótesis.

8. La mirada maravillada y de triunfo cuando los demás comprenden y aceptan las ideas que exponen.

9. El halo que rodea su rostro al constatar que son personas valiosas y capaces.

10. El destello de felicidad al comprender algo que desconocían o no entendían, el deseo de experimentar con lo que aprendido y de aprender más.

La observación de éstas y otras muchas evidencias diarias en el aula me confirman el maravilloso potencial de la infancia y mantienen viva mi pasión por la docencia. Mi

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entusiasmo, mi motivación y mi confianza me permiten reconocerme como aprendiz de nuevas formas para contribuir al desarrollo integral de los niños y las niñas.

En definitiva, ellos y ellas estimulan el desarrollo de mi competencia para aprender a aprender. Entonces, ¿Cómo podría yo plantear mi trabajo docente sin perseguir el objetivo de que niños y niñas experimenten el placer de comprender algo que antes no entendían, de resolver sus problemas cotidianos con cierta autonomía, de sentirse valiosos y útiles?

También planteo algunas reflexiones para todos los docentes que nos hemos reunido en el presente Congreso:

ƒ ¿Cómo podemos desempeñar nuestra labor docente sin motivar a los niños y las niñas para que deseen realizar nuevos aprendizajes?

ƒ ¿Acaso en las aulas de Educación Infantil no se pretende que los niños y niñas sean competentes para aprender a aprender desde hace décadas?

ƒ Adaptándonos a los nuevos retos que supone la Educación Infantil, ¿Podría ser éste un momento oportuno para desarrollar métodos y proyectos innovadores que potencien la competencia de aprender a aprender de los niños y niñas de 0 a 6 años?

ƒ Cuando planteamos el desarrollo de habilidades de autonomía en nuestras programaciones, ¿No deberíamos indicar en un lugar privilegiado las habilidades que permiten aprender por uno mismo, de forma progresivamente autónoma?

Los retos de la Educación Infantil

La sociedad en su conjunto tiene la responsabilidad de velar por el desarrollo del fabuloso potencial de los niños y niñas en los primeros años de vida. Por ello, encomienda a la Educación Infantil la misión de desarrollar en los niños y las niñas las capacidades y competencias que son necesarias para afrontar los retos que les pueda deparar la sociedad del futuro.

Para conseguir esta finalidad, el centro educativo debe proporcionar un contexto intencionalmente organizado para propiciar procesos de aprendizaje y socialización adecuados. En este espacio privilegiado de vivencias y relaciones, los niños y niñas entran en contacto con la cultura por medio de la adquisición de conocimientos; además, desarrollan procedimientos, habilidades, actitudes y valores democráticos que les ayudan a conocer progresivamente la realidad de su entorno inmediato, a pensar, interpretar y representar el mundo, a conocerse y expresarse para aprender a ser, a conocer, a saber hacer y a convivir, que son los cuatro pilares básicos de la educación (Informe Delors, UNESCO, 1996).

La Ley Orgánica de Educación incluye las competencias básicas en el currículo y las considera como referente para la evaluación en la educación obligatoria. No obstante, las competencias básicas suponen una referencia para la organización y el funcionamiento de los centros de Educación Infantil, las actividades docentes, las formas de relación que se establezcan entre los integrantes de la comunidad educativa y las actividades complementarias y extracurriculares, así como la coordinación entre el Primer Ciclo y el Segundo Ciclo de la Educación Infantil, y de este con la Educación Primaria.

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