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Historia De La Mitología Griega


Enviado por   •  18 de Julio de 2013  •  7.004 Palabras (29 Páginas)  •  463 Visitas

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MITOLOGÍA Y VERDAD HISTÓRICA EN GRECIA

Es justo consignar que la mitología helénica, perfectamente dada a conocer y embellecida por los poetas, ha tenido testimonios probatorios de su veracidad. Las excavaciones de Troya, Micenas, Amorfos, Melos, Creta, ejecutadas desde 1870 a 1900, han arrojado bastante luz sobre algunas de las ideas religiosas que prevalecieron en Grecia más de diez siglos antes de la epopeya homérica.

Fueron halladas cerca de dos mil estatuillas de una diosa desnuda, de mármol, quizá imágenes de la Tierra madre, hospitalaria para los muertos.

En Troya, en algunos vasos de barro, se veía una cabeza parecida a la del Mochuelo, animal dedicado a Atenea, con el inicio del epíteto dado a esta diosa por Homero: glaukopis.

En Micenas se descubrió una cabeza de ternera de plata, que recuerda igualmente a Hera boopis de Homero «de ojos o de rostro de ternera».

Creta ha dado piedras grabadas con figuras de demonios, de cabezas de animales, que hacen pensar en el Minotauro, en las Sirenas y en los Centauros.

Desde la época homérica, la religión griega se caracteriza por el antropomorfismo; los dioses toman figuras humanas y se mezclan familiarmente con los mortales. Después, el animismo aparece y presta alma y voluntad a las montañas, a los ríos, a las piedras, a la tierra, al cielo. Estos espíritus posteriormente son concebidos y representados con forma de animales, luego con forma humana. La fuente es un caballo, Pegaso, caballo de Apolo, que hace brotar en el Pegaso la fuente de Hipocrene.

El laurel es Dafne. La encina es Zeus. La tierra es Gea. El cielo, Urano.

El animismo griego, secundada por el arte, da «cuerpo, espíritu, rastro» a todas las concepciones. Después de haber atribuído ideas a todos los cuerpos atribuyó cuerpos a todos los pensamientos. Y, como es lógico, la idea del alma separada del cuerpo es una consecuencia del animismo.

El totemismo dejó también huellas profundas en Grecia. Primero. tuvieron una consideración máxima los animales familiares a los dioses: el águila de Zeus, el mochuelo de Atenea, la cierva de Artemisa. el delfín de Poseidón. la palma de Afrodita. En seguida los dioses pudieron transformarse en animales: Zeus en cisne, Apolo Sauróctono, en lagarto. Por fin, los animales eran los dioses mismos a los que representaban.

El totemismo llegó a tener importancia o encanto tal, que muchos pueblos helénicas llegaron a tomar nombres de animales: los mirmidones u hormigas, arcadios u osos. ofogionos a los que se creían descendientes de un dios serpiente.

TEOGONÍA: EL GÉNESIS DE LOS GRIEGOS

Hesíodo, en su Teogonía, especie de génesis griego, trazó el cuadro de la familia de los Olímpicos:

«Antes que nada existió el Caos; después, la Tierra, de extensa superficie, que se mantiene inmóvil en todos sus moradores; el tenebroso Tártaro, en las profundidades de la tierra inmensa, y el Amor, el más hermoso de los Inmortales, que reina igual sobre los hombres que sobre los dioses, enternece las almas, cambia los corazones y triunfa de las decisiones más sabias.

Del Caos nacieron el Erebo y la Noche, la cual, fecundada por las caricias de aquél, engendró el Éter y el Día. La Tierra produjo primeramente a Urano, el Cielo estrellado, igual a ella en inmensidad, a fin de que la cubriera del todo y fuera morada eterna de las deidades y de los hombres bienaventurados.

Después produjo las grandes montañas, moradas de las deliciosas Ninfas. También dió a luz, sin disfrutar de las delicias dél amor, al Ponto, de turbulentas olas; y habiendo compartido el lecho con Urano, nacieron de está unión Océano—que habita los abismos profundos—, Ceos, Creas, Hiperión y Japet, Teya y Rea, Temis y Nemosina, Febea—que ciñe la corona de oro—y la amable Teta Después puso también sobre el mundo al astuto Cronos (Saturno), el más terrible de sus hijos, que llegó a ser enemigo irreconciliable de su padre.

Por último, dió a luz a los cíclopes Brontes («el Trueno»), Esteropes («el Rayo») y Argés («el Relámpago»), que fueron como los ministros de las altas potencias, y a los Titanes y Centimanos, que reinaron, unos bajo la tierra y otros en las profundidades del Océano.»

Con una guadaña de bronce que forjó la Tierra, Saturno mutiló a su padre para que no pudiera engendrar más; pero la sangre de Urano era una fuente de vida que produjo otros dioses: los Gigantes, las Erinias y la graciosa Afrodita.

En el primer Olimpo, como en la tierra de los antiguos días, reinaba la violencia. Saturno mutiló a su padre, pero su hermano Titán le obligó a que devorase a sus propios hijos, Poseidón y Hades, para, por este medio, sucederle él. Réa, esposa de Saturno, salva a Zeus y devuelve la vida a Poseidón y Hades. Zeus, ayudado por los Titanes, destrona a su padre Saturno. Para conservar el trono, Zeus ha de luchar y vencer a sus antiguos aliados en imponentes combates. La tierra tiembla y se agrieta.. El Océano muge y lanza sus olas como trallazos terribles. Los Titanes se despeñan desde el Olimpo. Uno de éstos, Atlas. es condenado a llevar perpetuamente sobre sus espaldas el Cielo, en el que residen sus vencedores.

INICIO DE LA RELIGIÓN EN GRECIA

Al principio, los pelasgos, los arcadios, honraron únicamente a un Ser supremo, sin templo ni imágenes. Según Heródoto, durante mucho tiempo no conocieron el nombre de ningún dios. Cuando se referían a dicho Ser supremo, llamábanle Zeus, padre de las cosas vivientes. Esta adoración silenciosa y pura al dios padre, revelación de un culto monoteísta, no fue duradera. Siglos después la volvería a encontrar la filosofía socrática. Al culto del Cielo se unió en seguida el culto de la Tierra. Si el Cielo era el dios padre, la Tierra, donadora de frutos para la vida, era la diosa madre, y como tal había de ser adorada; y se la adoró con el nombre de Deméter. Y como Cielo y Tierra tenían, a los ojos de los mortales, muy diversas manifestaciones, cada una de éstas tuvo, sucesivamente, un nombre, un símbolo, una apariencia.

El antropomorfismo se desprendió casi insensiblemente del antiguo naturalismo, aun cuando, por el pronto, tardasen en llegar los enlaces y la generación de los dioses.

La aparición de muchos dioses debiose a los cultos particulares en cada localidad. Una especie de emulación religiosa poseía a estas comarcas helénicas, cada una con intereses distintos y, alguna vez, incluso contradictorios. Tener dioses propios -o los mismos, pero con nombres diferentes—parecía ser como un orgullo

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