Hobbes: ¿La Concordia Social Nace De La Obediencia Al Estado?

En el Leviatán, Hobbes afirma que de la obediencia de los súbitos al Estado nace la concordia social, en la que es posible la prosperidad. Por lo que, sin obediencia cualquier género de Estado quedaría desecho. De esta manera Hobbes intenta legitimar la autoridad del Poder Soberano, valiéndose de un falso argumento por el cual funde los intereses particulares en el supuesto interés general que el Estado representa. En este trabajo intentaré demostrar que la obediencia al Estado Absolutista no es sino una forma de dominación política de la burguesía sobre los sectores sociales oprimidos y explotados.

Para Hobbes, los hombres superan la condición de guerra de todos contra todos, propia del estadio de naturaleza, con la constitución de un pacto fundante que erige un Poder Soberano capaz de usar la fuerza y los recursos de todos para asegurar la paz y la defensa común. El soberano, mandatario del poder político, concentra plenos poderes sobre los súbditos en una relación de mando-obediencia de la cual deriva la legitimidad de la autoridad del gobernante para dictar leyes civiles y hacerlas cumplir, bajo amenaza del uso de la fuerza. Hobbes sostiene que la concordia entre los hombres es producto de la obediencia a la ley civil, cuyo contenido supone ser garantía de lo justo. Ya sea por conveniencia o por temor la obediencia consolida el pacto social a partir del cual se erige el Estado Absolutista.

Pero el Estado no es neutral, ni imparcial, es un régimen de dominación social cuya finalidad es mantener y reproducir el carácter de las relaciones de producción social que se dan en la estructura económica, por medio de un orden jurídico, una ideología y el monopolio del uso de la fuerza. En la estructura económica, se desenvuelve la producción social, que divide a la sociedad en clases en base a relación que cada uno tenga con los factores que intervienen en la producción, ellos son el capital y el trabajo. Los que vivan de la venta de su fuerza de trabajo, y los que vivan de la explotación del trabajo ajeno.

Por lo tanto, el Estado representa intereses de clase, en el que se desarrollan relaciones de explotación de una clase sobre otra. En conclusión el deber de obediencia a las leyes, ante la amenaza del uso de la fuerza, es una forma de represión y disuasión que atiende a la finalidad de asegurar un orden social de explotación, en la que no hay justicia, ni paz, ni prosperidad.

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