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LA CÁMARA FOTOGRÁFICA


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2022  •  Trabajos  •  933 Palabras (4 Páginas)  •  30 Visitas

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LA CÁMARA FOTOGRÁFICA

Desperté. Me sentía descansada, tras una noche de sueño profundo y relajado.
Como cada mañana, antes de abrir los ojos, busqué con mi mano derecha el
interruptor de la lámpara de mi mesita de noche.  Solo puedo dormir si la habitación está en total oscuridad y, por ello, cierro las cortinas completamente. Lo primero que me sorprendió fue la dificultad para encontrar el interruptor.  Tuve que girarme casi completamente hasta alcanzarlo.
 
Al encender la luz, comencé a abrir los ojos poco a poco, y sentí un asombro
indescriptible al encontrarme en una habitación que no reconocía en absoluto.  Mi
primera reacción fue pensar: “Sigo dormida.  Estoy teniendo uno de esos sueños en
que creo estar despierta. Voy a cerrar los ojos y a volver a abrirlos. Así despertaré”.
 
Lo hice, pero al abrir nuevamente mis ojos, continuaba en aquella habitación
desconocida.  Sin embargo, me sentía absolutamente despierta, capaz de percibir
incluso el contacto de las sábanas sobre mi piel. Nuevamente pensé: “Estoy dormida,
es una pesadilla, voy a gritar muy fuerte para despertar”.  Grité, grité, no con un grito
ahogado como en los sueños angustiosos, sino con un grito, casi desgarrador,
mientras apretaba fuertemente los ojos.  Mi grito cesó, abrí los ojos, y allí seguía, en aquella sencilla habitación que era incapaz de reconocer.    “Está bien, me está
sucediendo algo.  Quizás me ha dado un ataque de amnesia, o he tenido un ictus
cerebral mientras dormía. Tengo que tranquilizarme.”
 
Volví a recorrer con la mirada toda la habitación.  Era una habitación sencilla,
con una cama pequeña, una cómoda de cajones de madera oscura, una mesita de
noche a juego y cortinas de color claro en la ventana. En
las paredes dos láminas de paisajes, y cuadros de bailarinas de ballet. Bien podía ser mi habitación, pero yo no la reconocía. Sin embargo, recordaba mi nombre, mi edad, y algunos otros detalles de mi identidad.
 
Entonces, surgió en mi mente una nueva posibilidad: “Quizás estoy de viaje,
esto es la habitación de un hotel, llegué anoche y por alguna razón lo he olvidado.” Me
fijé con atención. Nada, absolutamente nada en la habitación indicaba que se tratase
de un hotel.
 
Me levanté e intenté abrir la ventana. Estaba completamente trabada. Me era
imposible abrirla y descubrir qué había al otro lado de aquella ventana.  Tuve
entonces el impulso de salir a pedir ayuda, pero estaba en ropa interior, sin saber
siquiera si me encontraba en una casa habitada por otras personas, conocidas o
desconocidas. “Una ducha te vendrá bien y te aclarará las ideas”, me dije a mi misma.
Abrí el armario. Estaba lleno de ropa que yo no había visto nunca, pero que era de mi
talla, al igual que los zapatos y la ropa que estaba en los cajones de la cómoda.
 
Me duché, me vestí con un jean y un polo azul de manga larga.
Me puse unos botines negros que parecían diseñados para mis pies.  Más
relajada, me senté nuevamente en el borde de la cama y comencé a tratar de buscar
una explicación lógica, y, sobre todo, una solución a lo que me sucedía.  Y fue
entonces cuando se me ocurrió buscar un celular, una laptop o algún aparato
electrónico que me permitiese acceder a un pedacito de mi historia y me diese pistas
para saber dónde estaba y por qué, o, al menos, me ofreciese la posibilidad de entrar
en contacto con alguien desde aquella misteriosa habitación.
 
Busqué, busqué frenéticamente, en el bolso vacío caído junto a la cama; en los
cajones de la cómoda, en cada rincón de la habitación. Pero no había un solo
aparato que me sirviera de conexión con el mundo real.
 
Entonces surgió en mi mente un recuerdo claro y nítido. Me acordaba
perfectamente de mi cámara de fotos, mi pequeña cámara digital, y la seguridad
absoluta de haberla utilizado la tarde anterior. No sabía dónde, ni con quién estaba, ni
qué hacía, pero sabía que la había tenido entre mis manos y la había utilizado.  

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