LA ESPLENDIDA CIUDAD
cassandra9617 de Diciembre de 2012
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MANUEL C. DÍAZ
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD
La Ciudad, así con mayúscula, debe ser La Habana. No podría ser otra. Y sí, es espléndida. Todavía lo es; aun en ruinas. Pero La espléndida Ciudad (Betania, 2011), del ensayista y narrador Julio Pino Miyar no es, a pesar de su título (una probable alusión al famoso poema de Rimbaud, Adiós), un libro sobre la ciudad de La Habana (aunque cierra con un hermoso texto sobre ella), sino una estupenda colección de ensayos literarios que van desde el Don Quijote, (“Cervantes, como su célebre Caballero de la Triste Figura, era un hombre hambriento de gloria y renombre personal”), hasta la concepción de lo “real maravilloso”, de Carpentier (“¿En qué radica lo insólito y lo extraordinario de América Latina, para que un importantísimo escritor lo convirtiera en un lugar de promisión en su literatura, y de paso nos propusiera la peregrina idea de ‘lo real maravilloso’?”), y sin dejar de analizar Memoria de mis putas tristes, de García Márquez, “una novela que nos ha llegado como invaluable regalía de los tiempos postrimeros de un genio literario”.
En total son 19 textos: breves (como deben ser los ensayos) y de temas diversos (literatura, historia, política y experiencias personales). Y todos escritos con una prosa que, sin dejar de ser conceptual y expositiva, es ligera (para permitir una mayor comprensión de las ideas), amena (para combatir el aburrimiento académico), y lírica para enriquecer la lectura. Así, en el primero de ellos, titulado El escritor, el compromiso y el mundo, Pino Miyar no duda en dejarnos saber su interpretación personal sobre el tema: “El significado social de la obra de arte, como el reconocimiento explícito de aquello que el hombre es ante los suyos, cobra una importancia que trasciende el marco de las relaciones habituales del artista con su obra”. Para concluir diciendo: “El compromiso no es otra cosa que la forma más temible, acaso las más bella, que tiene el artista para decidirse a fijar para siempre, y entre nosotros, su residencia en el mundo”.
En otros de los ensayos, como el titulado La familia de los escarabajos, se ocupa del pensamiento de autores como Malraux (“que tuvo la pretensión de narrar, desde los límites mismos que trazaban su soberbia plenitud, lo que hay de impensado, extraordinario y no dicho en los grandes procesos libertarios del siglo XX) y Kafka (“quien sólo logró narrar la dolorosa crónica de una condena, porque lo que hay de universal e imperecedero en su literatura es la historia de un rotundo fracaso humano”). Así mismo, los poetas Herman Hess ( El lobo estepario) y Federico Hölderlin ( El único y Patmos), le sirven de referentes para, en su ensayo Poetas de Alemania, adentrarse en la poesía germánica: “La mayor parte de las veces, Alemania será la tierra fértil de la subjetividad, la nación de la más esmerada espiritualidad”. En El ideal de la filosofía, siguiendo con el método de las contraposiciones, parte de las teorías de Federico Hegel ( Fenomenología del espíritu) y Ludwig Feuerbach (considerado el padre intelectual del humanismo ateo y autor de La esencia del cristianismo), para terminar concluyendo que “la tarea de la filosofía debe estar dirigida al mejoramiento progresivo y delicado del ser humano”.
Por su amplitud temática, La espléndida Ciudad es un libro ambicioso. Una prueba de ello es la profundidad de algunos de sus textos. En El bosque helado, por ejemplo, partiendo de Los cuentos de hadas de Los Hermanos Grimm, “leyendas que se presentan al lector moderno como puras narraciones fantásticas”, Pino Miyar descubre ocultos componentes religiosos. Hay otros de complejidad similar, como El pensamiento crítico-filos ófico de Carlos Marx y La Ciudad, la edad política del mundo, pero es imposible enumerarlos todos. Sin embargo, ninguno de ellos descansa en extensas
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