LA CIUDAD DE DIOS

El título de este libro señala la influencia y, por consiguiente, la visión que Agustín guarda respecto de la época en la que vivió. Es evidente que el auge del cristianismo, ejerció una influencia determinante en la elaboración de sus conceptos, tanto del bien y del mal, como de la política y del Estado.

Establece diferencias notables respecto de otros filósofos en lo que tiene que ver con el origen del bien y del mal; mientras los griegos afirmaban que la ignorancia era la madre de todos los vicios y los males del hombre, Agustín señala que el bien, está relacionado directamente con la única deidad que concibe el cristianismo, sin embargo, al hombre le ha otorgado el libre albedrío mediante el cual distinguirá lo bueno de lo malo, sólo aquellos que estén libres de pecado, serán capaces de discernir y de elegir correctamente entre lo bueno y lo malo. Lo bueno es el amor a Dios, lo malo es el amor así mismo, el mal es la ausencia del bien, por lo tanto el mal es todo aquello que sea contrario a Dios.

Bajo esta concepción se explica la razón por la cual Roma se encuentra en decadencia; Rómulo y Remo son los fundadores de Roma, Rómulo asesina a Remo por el control de la misma, este conflicto obedece a sentimientos de egoísmo, los cuales nada tienen que ver con el bien y con la gloria de Dios, por lo tanto, para Agustín, esta condición es la razón por la cual Roma se encuentra en decadencia.

Para Agustín la política puede estar enfocada en dos direcciones distintas una negativa y la otra positiva. La negativa se da en función de la necesidad de controlar el comportamiento indebido de los hombres, mientras que el positivo puede ser de utilidad para vivir en paz, ya que si se apega a los preceptos de Dios, ésta no degenerará en otras formas de gobierno perniciosas y contrarias al bienestar de los hombres. En la concepción política de Agustín, la ética está ligada a la política, y por lo tanto todo accionar del soberano tiene que ir guiado por un precepto moral.

Para salvaguardar la paz crea al Estado, un mecanismo de coerción que le pondría un límite al pecado, por lo tanto, al igual que la política, la visión que tiene Agustín para con el Estado es negativa

Con respecto a la obediencia y su relación con el Estado, Agustín entiende que el súbdito debe de obedecer sin cuestionar al soberano, porque "el Estado es el brazo derecho de Dios sobre la tierra" y el soberano sólo le tiene que dar explicaciones a Dios. El derecho a obedecer a cualquier costo es entendido en Agustín porque él parte de que la ley que hace el hombre, la ley humana, está en conexión con la ley eterna, que es el plan divino que Dios tiene para el hombre y no puede ser comprensible para nosotros.

De esta manera surge la iglesia la cual representa a Dios en la tierra, y que se dedicará a interpretar y a imponer la ley Divina a la que habrán de sujetarse tanto el soberano,

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