LA ORIENTACION EN VENEZUELA
lizyolybd4 de Octubre de 2011
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La Orientación en Venezuela
En Venezuela se manifiestan mucho más tarde y de manera incipiente las condiciones situacionales de los países industrializados, relativas a la industrialización y la concentración urbana. Guardando las diferencias de orden cuantitativo y cualitativo, es posible decir que las consecuencias son las mismas en el entorno educativo: la matrícula se expande considerablemente y se inicia un proceso de diversificación, reflejo a su vez de la diversidad ocupacional y de la especialización en el trabajo.
Con el derrocamiento del régimen de 1958 y el retorno de la democracia, se da paso a la participación de amplios sectores de la sociedad, a través de las diferentes organizaciones sindicales, gremiales y políticas. Esta situación ubica a la Educación en el centro de la preocupación de toda la sociedad y de sus gobernantes. Dentro de este contexto se institucionaliza la Orientación en 1963, cuando el Ministerio de Educación crea el Servicio Nacional de Orientación (SNOME), bajo la dirección de la profesora Aída Curcho Sifuentes. Este servicio se aboca de inmediato a la capacitación y entrenamiento del personal que prestaba servicio dentro del campo de la Orientación.
Una vez que la Orientación se institucionaliza, el contexto político de Venezuela se vuelve esencial en la determinación de su configuración. Aquí, sus inicios se vinculan directamente con las políticas del Estado en materia educativa, por lo menos hasta el 2002, a pesar de los constantes cambios y sobre todo de la discontinuidad de planes y programas, la simbiosis entre políticas educativas y Orientación ha permanecido.
Desde 1963 hasta la década de los ochenta, la Educación, y por ende la Orientación, era fuertemente centralista, además sufre no pocos cambios de carácter administrativo de tipo jerárquico dentro del Ministerio de Educación: de Servicio Nacional pasa a División de Orientación, de ésta a Departamento, para luego pasar a formar parte, como una dependencia más, de los Servicios de Bienestar Estudiantil. Igualmente, va ser afectada por los continuos cambios de planes y programas, propuestos por los distintos grupos políticos que llegaban al poder a lo largo de esas tres décadas.
Esos planes no tenían ninguna continuidad: cada nuevo equipo de gobierno proponía una nueva concepción de Orientación, eliminando los planes anteriores sin la evaluación requerida. Todas las directrices eran elaboradas desde las oficinas centrales del Ministerio y bajadas a los orientadores para su ejecución.
Dentro de estos planes se pasó del Servicio Integral de Especialistas (formado por profesionales diversos: orientadores, médicos, psicólogos, odontólogos), al Servicio Unipersonal (un solo orientador) en un plantel determinado y de este último a los llamados Núcleos Integradores de Bienestar Estudiantil (NIBE), los cuales atienden a varios planteles escolares. Del mismo modo, las influencias de Estados Unidos y Europa se hicieron también presentes en el país. Tanto el movimiento de Salud Mental, como su derivado: el enfoque humanista, entraron a la Orientación a través de los programas formadores de orientadores en las Universidades. Así mismo, el movimiento que pregonara la necesidad de incorporar la Orientación al currículo escolar también encontró eco: en los planteles de Educación Media se creó la "hora de guiatura" (se le asignaba a un docente una hora a la semana para tratar con los alumnos temas de interés personal o vocacional) y se implantaron las "áreas de exploración" con el fin de poner en contacto al alumno con ocupaciones específicas. Actualmente, permanece con mayor vigencia la influencia del enfoque humanista.
A finales de este período, los funcionarios de Orientación del Ministerio de Educación asumieron el modelo denominado de "Asesoramiento y Consulta", derivado de este enfoque humanista, en el cual el orientador trabaja fundamentalmente con las "figuras significantes" para el alumno, es decir: docentes, personal directivo, padres y representantes. Ahora bien, tanto este modelo como el anterior (el orientador en contacto directo con el alumno) han privilegiado siempre una perspectiva psicologista, fuertemente individual, dejando de lado los asuntos socio–culturales que rodean la vida educativa y cotidiana de los beneficiarios.
El modelo de asesoramiento y consulta sigue vigente en los documentos oficiales y hasta finales de los años ochenta ellos constituían líneas de acción nacional, porque el proceso de descentralización apenas empezaba a descollar. Una vez comenzada la descentralización, la Orientación se debilita a nivel de las instancias centrales, lo cual se refleja en la incertidumbre de los orientadores.
Antes de 1998, la descentralización iniciaba un proceso que llevaría, a largo plazo, a una autonomía de las políticas educativas regionales. No obstante, desde 1999, tal concepción fue cuestionada y se volvió al planteamiento centralista. Hasta el 2002 se siguió observando esa tendencia por parte del alto gobierno en todos los ámbitos de las políticas públicas y en especial de la política educativa.
La descentralización constituye una configuración política que tendería a favorecer la práctica orientadora, imponiendo una nueva mirada sobre ella. Sería fructífero reflexionar sobre la posible especificidad de esta práctica social que se deriva de lo local (Calonge, 1998c).
En los actuales momentos, la Orientación no se vislumbra como una actividad prioritaria por parte del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes. Sin embargo, las universidades (la Universidad Central, la Universidad del Zulia y la Universidad de Carabobo) siguen formando orientadores tanto en pregrado como en postgrado. A nivel de formación, en el postgrado de la Universidad Central de Venezuela, se ha introducido el enfoque psicosocial. En tal sentido, Casado (1998) señala: "Un enfoque psicosocial hace referencia a un nivel de explicación de los fenómenos del comportamiento humano que intenta integrar el desarrollo interdependiente entre los contenidos, procesos y productos psicológicos y los contenidos, procesos y productos socioculturales". Se trata, entonces, de concebir la Orientación como una acción que se dirige no solamente a los aspectos psicológicos de los sujetos sino también a los elementos del contexto social y cultural que los circundan. En tal sentido, los procesos de comunicación y de interacción social resultan nucleares en la práctica orientadora. Estos procesos constituyen nichos de intervención para la Orientación en los distintos niveles de organización social: interindividual, grupal, intergrupal y organizacional (Calonge, S., y Casado, E., 1998, a y b). Este enfoque comienza a dar sus frutos en la investigación y en su desarrollo teórico, pero aún no ha llegado a las instancias gubernamentales encargadas de la toma de decisiones.
No obstante, con el advenimiento de la nueva Ley de Educación, recientemente promulgada, la misma contempla la orientación como parte integral del desarrollo holístico del ser humano
“ Los servicios de orientación, salud integral, deporte, recreación, cultura y de bienestar a los y las estudiantes que participan en el proceso educativo en corresponsabilidad con los órganos correspondientes.
Para alcanzar un nuevo modelo de escuela, concebida como espacio abierto para la producción y el desarrollo endógeno, el quehacer comunitario, la formación integral, la creación y la creatividad, la promoción de la salud, la lactancia materna y el respeto por la vida, la defensa de un ambiente sano, seguro y ecológicamente equilibrado, las innovaciones pedagógicas, las comunicaciones alternativas, el uso y desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación, la organización comunal, la consolidación de la paz, la tolerancia, la convivencia y el respeto a los derechos humanos.
Promueve, integra y facilita la participación social:
a. A través de una práctica social efectiva de relaciones de cooperación, solidaridad y convivencia entre las familias, la escuela, la comunidad y la sociedad, que facilite las condiciones para la participación organizada en la formación, ejecución y control de la gestión educativa.”
Como lo consagra el Artículo 15 de la misma ley. La educación, conforme a los principios y valores de la Constitución de la República y de la presente Ley, tiene como fines:
1. Desarrollar el potencial creativo de cada ser humano para el pleno ejercicio de su personalidad y ciudadanía, en una sociedad democrática basada en la valoración ética y social del trabajo liberador y en la participación activa, consciente, protagónica, responsable y solidaria, comprometida con los procesos de transformación social y consustanciada con los principios de soberanía y autodeterminación de los pueblos, con los valores de la identidad local, regional, nacional, con una visión indígena, afrodescendiente, latinoamericana, caribeña y universal.
Como se evidencia claramente en los artículos anteriormente citados, los actuales paradigmas de la educación venezolana se centran en el desarrollo integral del ser, considerándolo como una unidad biopsicosocial, y es partiendo de ese punto que se hace imprescindible la adopción, por parte de la escuela como ente ejecutor y el estado como ente promotor de políticas dirigidas a impulsar y consolidar en nuestro país, proyectos y programas basados en la orientación en todos sus ámbitos para lograr tal nivel de desarrollo en nuestros nuevos ciudadanos.
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