LAS GRANDES RUTINAS DE LA VIDA ESCOLAR

Introducción

La lectura titulada las rutinas de la vida escolar pertenece a Mariano Fernández Enguita, que hace una crítica al análisis habitual que se hace de la escuela, así como de la organización y sus métodos. Comienza con una metáfora clara, la de la “caja negra”, concepto que se refiere a que se observa que entra y que sale de la escuela pero no lo que ocurre dentro de ella. Para el autor la escuela no es simplemente un filtro o un mecanismo de distribución por el cual se hace una selección y una distribución del alumnado tanto a través de una observación distante como también de diferentes tipos de prácticas complejas que van separando, clasificando y eliminando alumnos, sino que también ve la escuela como un mecanismo de producción ya que en mayor medida modifica la “materia prima” que serían los alumnos a su antojo para dar lugar a un determinado tipo de ciudadano.

El autor critica que las prácticas escolares rutinarias o cotidianas para la adaptación del individuo a las relaciones sociales de producción, no suelen ser cuestionadas ya que proceden de la especificidad de las relaciones pedagógicas, del carácter organizado de la escolaridad o de la centralidad de la escuela en la preparación de la infancia y la juventud para la incorporación a la vida adulta.

La escuela: análisis, organización y métodos

• El carácter organizado de la escolaridad
• El método de enseñanza simultánea
• La alienación de la escuela
• Mecanismos de motivación
• División del trabajo y estratificación
• La especificidad de las relaciones pedagógicas
• La centralidad de la escuela

El carácter organizado de la escolaridad

Autoridad y burocracia

• obsesión por el mantenimiento del orden: se puede defender por justificaciones técnicas, como la imposibilidad de que la voz del profesor llegue a todos los alumnos. La mayoría piensan que es la condición imprescindible de la instrucción eficaz. No importa tanto que enseñen a los alumnos sino que sepan mantenerlos a raya, es una obsesión permanente.

• No se trata de instituciones voluntarias: Cuando no es libremente querido o consentido se convierte de inmediato en un problema de sumisión a la autoridad.  

• aceptar la autoridad es parte de la transición a la vida adulta: en necesario para una presencia no conflictiva y una actividad eficaz en contextos adultos. Nos encontramos con la contradicción entre el discurso liberal de la pedagogía y la dimensión autoritaria de la práctica escolar.

• Relaciones de autoridad y jerarquía: igual que deberían hacerlo cuando se incorporen al trabajo. Autoridad que se basa en la condición no adulta, de acuerdo con las leyes acordadas por la sociedad para la escuela, en sus requerimientos como organización y en una presunta necesidad pedagógica. Las grandes manifestaciones de autoridad, provocan grandes resistencias y las pequeñas hacen que el riesgo de resistirlas no valga la pena para quienes las sufre.

• autoridad y disciplina parte de la relación educativa: si imaginamos que no hay otra forma de aprender que escuchar o realizar las actividades colectivas indicadas por un profesor, nos veremos insensiblemente llevados a aceptar automáticamente la necesidad del orden, el silencio, la inmovilidad, la simultaneidad, los horarios colectivos, etc., cosa que se consiguen  a través de la autoridad.

• el orden y la autoridad como opuestos a la libre actividad: El método simultáneo, es una forma de enseñanza que consiste en el manejo de los alumnos al estilo de pelotón militar, es totalmente prescindible. No hay que forzar el orden puesto que cuando el aprendizaje es voluntario de principio a fin, no se convierte en un problema organizativo. En este método, niños y jóvenes son agrupados de acuerdo con unas pocas características y tratados de manera teóricamente uniforme sin la interferencia de consideraciones individuales, ni mucho menos, afectivas. Estar en la escuela es estar en multitud, ser tratado como parte de un colectivo.

• consideración del alumno como parte de un grupo, colectivo o categoría: la labor del docente consiste en educar a los alumnos a comportarse como parte de un colectivo o categoría en la que han sido incluidos. Reclamando y premiando la conducta correspondiente y penalizando todo lo que pueda derivar de sus otras características como individuo.

El funcionalismo se resume en el universalismo y la especificidad junto a la independencia y el logro, como objetivos de la escuela.

• Universalismo: de la manera más general, el alumno deberá aceptar ser tratado como actor de un rol o papel más o menos preciso. (alumno, alumno de tercero, alumno repetidor de tercero, alumno de geografía)

• Especificidad: aceptar ser tratado así con independencia de todas sus otras circunstancias o características generales. Cumpliendo lo regido de manera general sin distinción entre individuos y sin que importe su situación como individuo. ( ir a clase a las 8, recitar la lección aunque le de vergüenza ante sus compañeros, estudiar literatura clásica aunque sus aficiones sean novela negra)

Por tanto, aprender a ser tratados con criterios “universalistas” y “específicos” es también aprender  tratar a los demás con esos mismos criterios. (el profesor es el profesor, no un padre, su autoridad debe ser respetada aunque no lleve razón) El cambio de profesores propicia la despersonalización del rol, lo que es lo mismo, su universalización; algo que no es posible en el seno de las relaciones familiares, que los roles son inamovibles.  

La alienación respecto de la propia actividad

Marx caracterizo el trabajo en la sociedad capitalista frente al trabajo general como trabajo alineado. Para el la alienación residía en la relación entre el trabajador y el producto, el proceso y los medios de su trabajo. Así como el trabajador asalariado carece de la capacidad de decidir que producir, el niño y el joven escolarizados carecen de la capacidad de decidir que aprender. Por tanto, el producto de su trabajo o el contenido de la enseñanza y el aprendizaje es determinado por otro.

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