LOS 5 HORRIBLES
moyross26 de Marzo de 2014
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Los cinco horribles
LA LUZ DE LA LUNA VOLVÍA MÁS PÁLIDO AL SAPO, QUE VEÍA SUS VERRUGAS EN UN ESPEJO, Y SE SENTÍA HORRIBLE.
–¡No nos haremos más guapos! –dijo una voz chillona y apareció la zorra.
–Deberías respetar el corazón del sapo, roedora insensible–regañó el murciélago a la zorra.
–¿No has asustado a nadie hoy, paraguas viejo? –preguntó la zorra.
–¡A mí! –se quejó la coneja.
–Merecido te lo tienes, saltarina–respondió el murciélago. .
En ese momento se escuchó una risa extraña
–¡Pero qué hermosa reunión de feos y aburridos!
–La risa del visitante brotaba de la oscuridad; se acercó mirando de uno por uno a todos.
–¡Una hiena! –irrumpió la zorra.
–¡La hiena debe callarse, si es que quiere ayudar! –gritó el sapo,
y la hiena se puso seria.
–¿Tienen algún problema? –preguntó.
–¡No seas burlona! –explotó la zorra– ¿Crees que es divertido saber que para los demás somos repugnantes?
La hiena se quedó asombrada y dijo muy seria:
–Si los otros piensan que eres feo o guapo, no importa. Lo que importa es lo que sabes hacer –sacó un instrumento y comenzó a tocar.
La zorra quedó maravillada, sacó de su abrigo un ukelele y empezó a tocar.
La coneja comenzó a cantar.
El murciélago se mojó los labios y silbó un acompañamiento.
El sapo, que no sabía cantar ni tocar, exclamó:
–¡Yo puedo hacer pasteles!
–No es una casualidad –dijo la hiena– que cuatro músicos y un pastelero se conozcan. Juntos podemos hacer algo.
–¿Deberíamos poner una pastelería con música? –dijo la coneja.
–¡Claro! –contestó la hiena.
–Sólo faltan –dijo el sapo– mesas, sillas, luz. Y un horno para hacer pasteles.
–Yo me encargo –dijo la hiena– Para esta noche tendré todo aquí.
El murciélago voló por los alrededores repartiendo invitaciones.
Era más de media noche y ningún invitado aparecía.
El sapo veía preocupado el reloj y los pasteles que había cocinado.
La zorra miraba hacia la nada y la coneja se sentía amargada.
La hiena tomó el saxofón y la zorra sacó el ukelele y de nuevo todos se pusieron felices.
Unos momentos después, los cincos horribles hacían un feliz alboroto. La zorra escuchó la música y corrió a la fiesta. De la misma manera, todos los animales llegaron: conejos, pollos, perros, cuervos, vacas, cerdos, lirones, gatos y ratones, y fue una noche maravillosa
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