La Etica.

La empresa, como cualquier otra institución es susceptible de mejora y perfección en todos sus ámbitos, pero, en términos comparativos, es más responsable que cualquier otra porque se lo impone la ley, se lo exige el mercado y es necesario para dar estabilidad y seguridad a las personas que la integran. La responsabilidad social de la empresa es aumentar sus beneficios.

La función de la empresa es crear valor para la sociedad y si en su consecución genera beneficios, rentas y sueldos mucho mejor porque, aunque no es su esencia, es mérito añadido e indicador de eficiencia. La empresa tiene un triple imperativo. El económico, esto es, el aumento de Responsabilidad social: perspectiva empresarial valor de la misma, que orienta las decisiones de inversión y la asignación de los recursos. El ético, que aporta los valores para ilustrar cómo hacer las cosas. Y, por último, pero no menos importante, el legal, aquellas leyes y costumbres que definen los límites de la actuación. La existencia de un mercado competitivo, es decir, de transacciones libres, competencia y donde todos los costes se incluyen en la determinación del precio fi nal, determina que obtener benefi cio no es automático o ni siquiera fácil. Es una parte residual del valor creado por la empresa una vez repartidos sueldos y salarios, alquileres, intereses, amortizaciones, provisiones e impuestos. Esta es la función social de la empresa, su reparto de riqueza y aportación al bienestar. En este marco legal, la empresa busca maximizar su benefi cio para optimizar su contribución a la sociedad.

La bondad de una empresa se mide en primer lugar por los resultados que obtiene y que justifi can su existencia. A partir de ahí, es bueno que se fi jen metas adicionales, pero siempre voluntarias y según las condiciones, dimensión y actividad de la empresa. En realidad, es como aquella parábola de los talentos, en la que éstos se reparten según el potencial de cada uno y se prevé exigir resultados en función del mismo.

Es lógico esperar más de quien más recibió, pero eso no justifi ca la falta de rendimiento de quien poco obtuvo. Ahora bien, en la parábola, salvo que me perdiera alguna explicación de clase, en ningún momento se dice que alguno de los receptores puede autoerigirse juez para valorar si el más talentoso fue responsable o no por los resultados, ni que existiera un patrón a seguir, debidamente auditado o certifi cado, que garantizara el rendimiento del capital sin asunción de riesgo.

Parte de quienes promueven la responsabilidad social de la empresa al hacer sus propuestas no reconocen el elevado grado de responsabilidad efectivamente practicado con los empleados, clientes, proveedores y con los reguladores. No consideran los costes de cumplimento de la normativa existente y el impacto de la nueva.

Sobrevaloran la incidencia de la publicación de informes o memorias, así

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