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La Llorona

arenis326 de Abril de 2014

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LA LLORONA

Consumada la conquista, en las altas horas de la noche, cuando parecía estar tranquilo y el silencio reinaba profundamente, una voz lastimera que se ora a lo lejos corrompía el sueño de los habitantes, profanando todo rincón con gritos desesperados.

- Ay mis hijos, ¿Dónde están mis hijos?, ¿que será de ellos?

Eran aquellos gemidos espantosos que lograban poner la piel de gallina hasta al hombre más valiente, pues se dice que este fenómeno provenía de las turbulentas aguas del lago, daban vuelta a la ciudad y se sumergían de nuevo en el abismo.

Yo y mis amigas no creíamos esas supersticiones, pero el día menos esperado estuve frente a frente con el terror. Era miércoles, mis padres habían salido rumbo a Oaxaca para visitar a mi prima Clotilde, entonces para no quedarme sola me encargaron con Doña Mercedes Espinoza la mama de mi mejor amiga Panchita, a provechando la ocasión decidimos invitar a Lupe, la hija del zapatero, Regina y Sofía, primas de Panchita, aprovechando la ocasión decidimos invitar a Lupe, todas amigas nuestras a tomar té, además de hacer una pequeña reunión.

Todas estábamos platicando y riendo, nos enteramos de los últimos chismes de la semana, confesamos nuestro amor platónico, entre otras trivialidades, eran ya las 12:00 p.m. decidimos ir a dormir, pero Doña Mercedes se puso mal, nos dio un gran susto, , por lo que Panchita ordeno al cochero preparar el carruaje y me pidió a mí que la acompañara, Regina y Sofía se ofrecieron para ir por su mama para preparar el baño que tenía que tomar su tía cuando se ponía así, Lupe se fue con la nana de Panchita a preparara unos ligeros aperitivos. Pronto ya estábamos llegando al consultorio del Doctor Zamarragá, el cochero de nombre Juan cargó a doña Mercedes para bajarla del carruaje, Panchita tocaba fuerte hasta que se escucharon pasos y se abrió la puerta dejando ver a un adormilado doctor, quien urgió para que pasáramos, poco después ya estábamos aliviadas, solo fue un mareo por la falta de sueño. Emprendimos el regreso a la casa de Panchita por las obscuras calles de la ciudad, todo estaba tan silencioso que daba impresión de ser un pueblo fantasma, Doña Mercedes yacía dormida en los brazos de su hija, solo faltaba cruzar una cuadra, cuando de pronto don Juan se oyeron unos gritos terribles.

-¡Ay mis hijos!- Panchita y yo estábamos muy espantadas, pues esa voz estaba muy cerca.

-Isabel, ¿escuchaste eso? – pregunto mi amiga Lívida por el susto.

-Si……. ¿ Cres que sea la llorona?- dije muy nerviosa.

-No lo sé……. – ambas apretamos nuestros rosarios.

De pronto don Juan abrió rápidamente la puerta del carruaje.

-Ahhhhh .- gritamos las dos.

Disculpen señoritas, pero no quiero ver a la señora de blanco – nos dijo muy asustado.

-¿de blanco?- preguntamos las dos, Juan asintió.

- Si, se dice que quien la ve no vive para contarlo- tragamos saliva muy duro. Todo parecía estar bien, pero Juan no abría los ojos, yo iba a hablar pero justo en ese instante frente al espejo de la ventana, una mujer horrorosa nos miraba muy fijo, ya no tenía la mitad del rostro, estaba descarnada y sus ojos se salían de las cuencas, tenía un hermoso vestido banco y se había quitado el velo. Me desmayé y ya no supe más.

Al abrir los ojos me di cuenta que estaba en una aldea indígena, dos niños corrían jugando muy alegres

- Jijiji no me atrapas- Te quiero mami.

- luego una mujer muy hermosa los abrazaba. Volví a cegarme, ahora solo había una gran inundación, la mujer buscaba desesperada algo en una canoa, estaba llorando, otro recuerdo, apareció ella dejaba una rosa en una tumba..

Sus hijos habían muerto. Después ella enloquecía y se suicidaba.

Las voces sonaban distantes, abrí los ojos con dificultad, todas me

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