La Logica Del Genero
regreit2 de Febrero de 2015
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LA LÓGICA DEL GÉNERO: SEXISMO Y HOMOFOBIA
Hemos visto que las mujeres y los hombres no son reflejo de una realidad
"natural" (Amorós, 1985), sino resultado de una producción histórica y 9
cultural; también son producto de una realidad psíquica. Referirse exclusi-
vamente a los factores culturales, eludiendo el papel del deseo y del incons-
ciente en la formación de la subjetividad, no permite comprender a las
personas. Sin embargo, para hacer política, para establecer nuevos acuerdos
La cultura reprime e insta a "renunciamientos y represiones globales y
desmesurados", dice Laplantine. Según él,
(...) cada sociedad pronuncia una condena con respecto a determinados
tipos de comportamiento, los obliga a llevar una vida subterránea o una
existencia clandestina. Tramos íntegros de una cultura quedan proscritos,
excluidos y reprimidos (Laplantine, 1979).
Esto es especialmente notable respecto a la sexualidad. Devereux (Deve-
reux, 1977) señala que:
(...) es un lugar común el que la civilización occidental se muestra tan irra-
cional para con lo sexual que se niega rotundamente a discutir su irraciona-
lidad y aun castiga la objetividad al respecto.
En efecto. La forma en que la cultura instala la lógica del género en nues-
tra percepción y conciencia conduce a estigmatizar a las mujeres que tienen
una conducta sexual activa y libre, o sea, similar a la masculina; y a reprimir
y discriminar a personas homosexuales que asumen abiertamente su deseo.
Ambas prácticas están teñidas por el sexismo y la homofobia, que son la
expresión más negativa y violenta del esquema cultural de género.
Aunque sólo sean dos los ámbitos donde verdaderamente hay una ex-
periencia diferente de las mujeres — el de la sexualidad y el de la procrea-
ción (Saraceno, 1990)—, el sexismo opera en todos. Hoy en día resulta
sospechoso que los problemas derivados de la diferencia reproductiva per-
sistan y cobren importancia en un momento en que las vidas de mujeres y
hombres se están igualando en otros terrenos: laborales, políticos, cultura-
les. Justamente cuando la ciencia y la tecnología han tenido un desarrollo
espectacular, la desigualdad en lo relativo a la sexualidad y a la reproduc-
ción se quiere presentar como irreductible. Pero, al menos, existe un recono-
cimiento de "el problema de la mujer", y hay una cierta conciencia del
sexismo como algo injusto.
En cambio, la homofobia (Bumenfeld, 1992), o rechazo irracional a la
homosexualidad, no es vivida como una injusticia. Históricamente la homo-
fobia ha tomado diferentes formas e intensidades, llegando en casos extre-
mos al exterminio de homosexuales, como ocurrió durante el nazismo, o
como la serie de agresiones físicas y homicidios que ocurren hoy en día
(Brito, 1993).
La discriminación de las personas homosexuales persiste a lo largo de
diferencias significativas en las relaciones sociales (clase, género, edad, et-
nia), y aun entre políticos y científicos de avanzada —que bien se cuidarían
de hacer alusiones racistas o sexistas— es frecuente escuchar comentarios
homófobos. Al no estar integrada la homosexualidad con un estatuto sim-
bólico similar al de la heterosexualidad, ocurre que la mayoría de las perso-
nas homosexuales comparte la visión dominante sobre ellas. Esto es lo que
Bourdieu llama violencia simbólica (Bourdieu, 1988): la violencia que se ejerce
sobre un agente social con su complicidad o consentimiento. La lógica del
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