La Musica

Hace unos días la revista on line Quaderns Digitals publicó el número 32, un dossier con temas variados dentro del amplio campo de la educación y las tecnologías. El lector interesado puede encontrar desde profundas reflexiones teóricas hasta valiosas reseñas de experiencias concretas que evidencian que se está trabajando mucho y bien desde diversas perspectivas. Repasamos algunos y sacamos optimistas conclusiones sobre cómo y cuanto se está trabajando sobre este tema.

Entre los artículos, podemos leer una experiencia documentada de la cátedra de Introducción a la Computación, orientación Administrativo-Contable de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, de la Universidad de la República Oriental del Uruguay, que desde el año 2002 ha implementado el aprendizaje colaborativo ante una necesidad concreta: como respuesta a masividad de las clases en la realización de trabajos prácticos y evaluación.

También hay un excelente y profundo artículo de Hervé Le Crosnier sobre el problema de los derechos de autor en la red, que como suele suceder con los buenos artículos, nos introduce en un planteo que excede los límites de la tecnología para analizar los problemas en el marco de procesos culturales y políticos más amplios. Le Crosnier trabaja sobre la difícil paradoja de los derechos de autor en un mundo capitalista, que genera la tensión entre defender la propiedad intelectual como garantía de la creación artística y hacerle el juego a la grandes corporaciones multinacionales.

“Qué se pretende cuando se desea ‘repensar los derechos de autor’? ¿Favorecer la difusión cultural encontrando nuevos y diversos modos de financiar la creación, o bien transformar los bienes culturales en unas mercancías cuyo pago estaría vinculado a cada acto de lectura, según el modelo del peaje?” es uno de los interrogantes que se presentan en el artículo y se sugiere “Sí, es necesario ‘repensar los derechos de autor’, pero en función de proyectos sociales y culturales y no bajo la máscara de la tecnología. Y para ello conviene sacar a la lectura socializada del ámbito de lo no pensado. La lectura socializada que, más allá de las practicas individuales, lleva a funcionamientos de grupo: en las instituciones sociales (escuelas, bibliotecas), pero también en las redes sociales de los individuos. En ese dominio hay pistas que explorar muy alejadas del guirigay al que se dedican las megacompañías de gestores de bienes culturales.”

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