La arquitectura sin sentidos

La arquitectura sin sentidos simplemente no existe, sería como vivir en un mundo imaginario aislado y oscuro donde no tienes nada a tu alcance siendo imposible recorrer el espacio a través del tiempo.

La arquitectura nos llena de vida y dinamismo a través de los mismos sentidos, mediante el sentido del tacto podemos sentir la textura de los materiales, los acabados lisos, rugosos, etcétera estos percibidos por nuestra piel, por nuestras manos, por el olfato podemos oler los materiales y el espacio desde el momento en que está siendo construido, desde que están crudos en obra y desde el momento en que el usuario empieza a habitarlo e incrusta su peculiar olor en él, tal vez el sentido del gusto no sea tan literal en la arquitectura pero va directamente relacionado con la vista y parte de la experiencia también, con el sentido del oído podemos escuchar retumbar las ondas auditivas en los muros, o sorprendernos a trasvés de una acústica lograda por medio de la disposición de la arquitectura y finalmente a través del sentido de la vista podemos dar fe de lo que nuestros otros cuatro sentidos están percibiendo, siendo la rectificación de cada uno de ellos.

La arquitectura hoy en día también puede ser juzgada como algo malo desde algunos puntos de vista urbanos, sobre el ensayo que leí lo voy a aterrizar sobre los mundos imaginarios que la arquitectura crea en los fraccionamientos cerrados.

Los fraccionamientos cerrados realmente engañan al usuario, haciéndole creer que se vive en un mundo perfecto y ordenado, lo primero que se ataca es el sentido de la vista, amurallando el predio con bardas blancas que aíslan al usuario de todo el contexto urbano, creen que al pasar la puerta de seguridad de su fraccionamiento estarán exentos de las problemáticas de la ciudad, hay un mantenimiento permanente por parte del fraccionamiento que día a día trabajan en mantener la estética visual de los jardines, de los parques, avenidas y la recolección de basura. Las personas encargadas de crear este tipo de arquitectura si es que se le puede llamar así, crean una visual tan pesada al construir miles de casas en serie cada una de ellas completamente igual a la otra, la misma vegetación, los mismos acabados, la misma iluminación y muchas veces hasta el mismo equipamiento, es cierto que la visual puede llegar a ser lastimada, pero hay algo más involucrado en este problema de la construcción en serie de casa habitación, que es la empatía.

Al momento de construir como si todos los usuarios fuesen uno mismo, se rompe el sentido puro de la arquitectura, ya que no hay un entendimiento del usuario, no se resuelven necesidades específicas de cada uno de ellos si no que se plantea únicamente brindar una casa habitación para el habitar de cualquier usuario, nunca se conoce al cliente antes de empezar a construir el espacio, el espacio no se adapta al usuario, el usuario se adapta al espacio.

La arquitectura que se dedica a no dignificar al usuario, debería dejar de seguirse produciendo, la arquitectura debería brindar confort, no dar la apariencia de que la brinda. De nada sirve que un lugar que aparente ser amplio desde una perspectiva donde no se vive el espacio.

Conclusión

Es verdad que en la actualidad tenemos una arquitectura viciada por parte de las grandes constructoras, ellos lo único que tratan es de ver por intereses propios, tratando de utilizar los materiales más baratos, las medidas mínimas de los espacios, y sobre todo el tiempo de ejecución de las obras, entre más rápido se terminen sus construcciones, más rápido generan dinero y más rápido se repite el ciclo de la construcción en serie de casas habitaciones.

Los mundos imaginarios de los fraccionamientos cerrados crean en el usuario un modo de vida falso, donde todo tiene que ser igual, el espacio te limita a realizar casi las mismas actividades que tu vecino y que todos los usuarios del fraccionamiento, dando como resultado que el sentido de pertenencia sea muy pobre hacia la casa habitación. Las regulaciones internas limitan también al usuario a tener fachadas muy similares, a tener la misma paleta de colores, los mismos materiales, viviendo en una singularidad que en el usuario puede propiciar hábitos rutinarios y desapego a la casa habitación y no se ve a la arquitectura realmente como una herramienta sanadora de espacios.

...