La minificcion.

Monterroso, Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. Además es importante el impacto que ha tenido el cuento en México al visualizar la historia editorial de algunos libros que contiene cuentos de extensión convencional y cuentos breves, encontramos en la Ciudad de México, El llano en llamas, de Juan Rulfo, originalmente publicado en 1953, el cual llegó a tener treinta y cuatro reimpresiones para 1994.

En relación a lo mencionado, se observa que en la introducción a una antología de narrativa experimental publicada en 1971 titulada Anti-Story (El anti-cuento) Philip Stevick afirma que una de las formas más arriesgadas de escritura es la narrativa extremadamente breve, aquella que no pasa de una cuartilla o una página. Durante muchos años este género ha dejado de ser visto como marginal en el trabajo de algún escritor reconocido. Hoy en día, la minificción es una forma narrativa desarrollada con esmero y para diversos tipos de lectores.

La minificción es una forma literaria muy breve, narrativa y ficcional. Su extensión varía, ya que no debería tener más de una página impresa, es decir, unos 1500 caracteres. Su nombre ha sido controversial entre micro y minificción, mini y microrrelato, micro y minicuento; además de variaciones que involucran su escasa longitud y su carácter vinculado a la narración ficcional. Sus características muestran una escritura selecta (debido a que en tan poco espacio se hace uso de la palabra justa); hibridez y des-género (porque cambia de forma y género); presencia de la intertextualidad (de tal manera que el lector conoce los antecedentes y el autor puede estar al tanto de muchas cosas); también el uso de la parodia, la ironía, la elipsis y el humor.

En la minificción la extensión es de una página puede ser suficiente y así alcanzar una mayor complejidad literaria, la mejor capacidad de evocación y la disolución del proyecto romántico de la cultura, algunos textos con establecidas características partiendo de una breve extensión son merecedores de formar parte del predilecto espacio de la literatura. En consecuencia, los criterios de la minificción estarán vinculados a los juegos textuales los que obligan su brevedad.

No existe un número obligatorio ni de caracteres ni de palabras, pero a simple vista debe visualizarse el texto. Lauro Zavala (2006) La minificción bajo el microscopio establece diferencias entre cuentos cortos (1000 a 2000 palabras), cuentos muy cortos (200 a 1000 palabras), cuentos ultracortos (1 a 200 palabras). Otros autores prefieren no establecer una extensión definida solo los mencionan como cortos.

En este sentido, Dolores Koch (“El micro-relato en México”) afirma que son relatos sin introducción, anécdota o acción, sin personajes delineados, ni punto culminante y, por tanto, sin desenlace. Además, la prosa es sencilla, cuidada, precisa y bisémica; se vale del humor, la paradoja, la ironía y la sátira; rescata formas literarias antiguas y las inserta en formas no literarias. Para Laura Pollastri plantea que: la minificción es una narración, en la cual predomina; el humor, plurisemia, intertexto, fragmentariedad, los pactos entre lector y autor. Para Francisca Noguerol (“Micro-relato y posmodernidad”) son textos escépticos, en los que se recurre a la paradoja, privilegian los márgenes y experimentan con temas, personajes, los formatos son fragmentarios, necesitan la participación del lector, son polisémicos, intertextuales, utilizan el humor y la ironía. Nana Rodríguez enumera el humor, la ironía y el lenguaje simbólico, lo poético, lo onírico, lo filosófico y lo fantástico y la conexión entre el título y el contenido como aspectos fundamentales.

En síntesis, estas formas brevísimas son tan poco ficcionales como cualquier texto literario. Lo fundamental es lo que dicen y cómo lo dicen. Según plantea Guillermo Bustamante Zamudio: “Se trata, entonces,

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