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Las Brujas

6 de Octubre de 2014

31.032 Palabras (125 Páginas)251 Visitas

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ALFAGUARA

Título original: THE WITCHES

© Del texto: 1983, ROALD DAHL

www.roalddahl.com

© De las ilustraciones: 1983, QUENTIN BLAKE

© De la traducción: 1985, MARIBEL DE JUAN

© 1985, Ediciones Alfaguara, S. A.

© 1987, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A.

© De esta edición:

2002, Grupo Santillana de Ediciones, S. A.

Torrelaguna, 60. 28043 Madrid

Teléfono 91 7449060

• Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A. de Ediciones

Beazley, 3860. 1437 Buenos Aires

• Editorial Santillana, S. A. de C.V.

Avda. Universidad, 767. Col. Del Valle, México D.F. C.P. 03100

• Distribuidora y Editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A.

Calle 80, n° 10-23, Santafé de Bogotá-Colombia

ISBN: 84-204-4864-8

Depósito legal: M-51.826-2001

Printed in Spain - Impreso en España por

Printing-Book, S. L., Móstoles (Madrid)

Primera edición: marzo 1985

Segunda edición: septiembre 1993

Tercera edición: febrero 2002

Una editorial del grupo Santillana que edita en

España • Argentina • Colombia • Chile • México

EE. UU. • Perú • Portugal • Puerto Rico • Venezuela

Diseño de la colección:

MANUEL ESTRADA

Editora:

MARTA HIGUERAS DÍEZ

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte,

ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma

ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por

fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

Las brujas

Roald Dahl

Ilustraciones de Quentín Blake

Para Liccy

UNA NOTA SOBRE LAS BRUJAS

En los cuentos de hadas, las brujas llevan siempre unos sombreros negros ridículos y

capas negras y van montadas en el palo de una escoba.

Pero éste no es un cuento de hadas. Este trata de BRUJAS DE VERDAD.

Lo más importante que debes aprender sobre las BRUJAS DE VERDAD es lo siguiente.

Escucha con mucho cuidado. No olvides nunca lo que viene a continuación.

Las BRUJAS DE VERDAD visten ropa normal y tienen un aspecto muy parecido al de las

mujeres normales. Viven en casas normales y hacen TRABAJOS NORMALES.

Por eso son tan difíciles de atrapar.

Una BRUJA DE VERDAD odia a los niños con un odio candente e hirviente, más hirviente y

candente que ningún odio que te puedas imaginar.

Una BRUJA DE VERDAD se pasa todo el tiempo tramando planes para deshacerse de los

niños de su territorio. Su pasión es eliminarlos, uno por uno. Esa es la única cosa en la que

piensa durante todo el día. Aunque esté trabajando de cajera en un supermercado, o

escribiendo cartas a máquina para un hombre de negocios, o conduciendo un coche de lujo

(y puede hacer cualquiera de estas cosas), su mente estará siempre tramando y

maquinando, bullendo y rebullendo, silbando y zumbando, llena de sanguinarias ideas

criminales.

«¿A qué niño», se dice a sí misma durante todo el día, «a qué niño escogeré para mi próximo

golpe?».

Una BRUJA DE VERDAD disfruta tanto eliminando a un niño como tú disfrutas comiéndote un

plato de fresas con nata.

Cuenta con eliminar a un niño por semana. Si no lo consigue, se pone de mal humor.

Un niño por semana hacen cincuenta y dos al año.

Espachúrralos, machácalos y hazlos desaparecer.

Ese es el lema de todas las brujas.

Elige cuidadosamente a su víctima. Entonces la bruja acecha al desgraciado niño como

un cazador acecha a un pajarito en el bosque.

Pisa suavemente. Se mueve despacio. Se acerca más y más. Luego, finalmente, cuando todo

está listo... zass... ¡se lanza sobre su presa! Saltan chispas. Se alzan llamas. Hierve el aceite.

Las ratas chillan. La piel se encoge. Y el niño desaparece.

Debes saber que una bruja no golpea a los niños en la cabeza, ni les clava un cuchillo, ni les

pega un tiro con una pistola. La policía coge a la gente que hace esas cosas.

A las brujas nunca las cogen. No olvides que las brujas tienen magia en los dedos y un poder

diabólico en la sangre. Pueden hacer que las piedras salten como ranas y que lenguas de fuego

pasen sobre la superficie del agua.

Estos poderes mágicos son terroríficos.

Afortunadamente, hoy en día no hay un gran número de brujas en el mundo. Pero todavía hay

suficientes como para asustarte. En Inglaterra, es probable que haya unas cien en total. En

algunos países tienen más, en otros tienen menos. Pero ningún país está enteramente libre de

BRUJAS.

Las brujas son siempre mujeres.

No quiero hablar mal de las mujeres. La mayoría de ellas son encantadoras. Pero es un

hecho que todas las brujas son mujeres. No existen brujos.

Por otra parte, los vampiros siempre son hombres. Y lo mismo ocurre con los duendes. Y los

dos son peligrosos. Pero ninguno de los dos es ni la mitad de peligroso que una BRUJA DE

VERDAD.

En lo que se refiere a los niños, una BRUJA DE VERDAD es sin duda la más peligrosa de todas

las criaturas que viven en la tierra. Lo que la hace doblemente peligrosa es el hecho de que no

parece peligrosa. Incluso cuando sepas todos los secretos (te los contaremos dentro de un

minuto), nunca podrás estar completamente seguro de si lo que estás viendo es una bruja o una

simpática señora. Si un tigre pudiera hacerse pasar por un perrazo con una alegre cola,

probablemente te acercarías a él y le darías palmaditas en la cabeza. Y ése sería tu fin.

Lo mismo sucede con las brujas. Todas parecen señoras simpáticas.

Haz el favor de examinar el dibujo que hay bajo estas líneas. ¿Cuál es la bruja? Es una pregunta

difícil, pero todos los niños deben intentar contestarla.

Aunque tú no lo sepas, puede que en la casa de al lado viva una bruja ahora mismo.

O quizá fuera una bruja la mujer de los ojos brillantes que se sentó enfrente de ti en el autobús

esta mañana.

Pudiera ser una bruja la señora de la sonrisa luminosa que te ofreció un caramelo de una bolsa

de papel blanco, en la calle, antes de la comida.

Hasta podría serlo —y esto te hará dar un brinco— hasta podría serlo tu encantadora profesora,

la que te está leyendo estas palabras en este mismo momento. Mira con atención a esa profesora.

Quizá sonríe ante lo absurdo de semejante posibilidad. No dejes que eso te despiste. Puede formar

parte de su astucia.

No quiero decir, naturalmente, ni por un segundo, que tu profesora sea realmente una bruja. Lo

único que digo es que podría serlo. Es muy improbable. Pero —y aquí viene el gran «pero»— no es

imposible.

Oh, si al menos hubiese una manera de saber con seguridad si una mujer es una bruja o no

lo es, entonces podríamos juntarlas a todas y hacerlas picadillo. Por desgracia, no hay ninguna

manera de saberlo. Pero sí hay ciertos indicios en los que puedes fijarte, pequeñas manías que

todas las brujas tienen en común, y si las conoces, si las recuerdas siempre, puede que a lo mejor

consigas librarte de que te eliminen antes de que crezcas mucho más.

Mi abuela

Yo mismo tuve dos encuentros distintos con brujas antes de cumplir los ocho años. Del primero

escapé sin daño, pero en la segunda ocasión no tuve tanta suerte. Me sucedieron cosas que

seguramente te harán gritar cuando las leas. No puedo remediarlo. Hay que contar la verdad. El

hecho de que aún esté aquí y pueda contártelo (por muy raro que sea mi aspecto) se debe

enteramente a mi maravillosa abuela.

Mi abuela era noruega. Los noruegos lo saben todo sobre las brujas, porque Noruega, con sus

oscuros bosques y sus heladas montañas, es el país de donde vinieron las primeras brujas.

Mi padre y mi madre también eran noruegos, pero como mi padre tenía un negocio en Inglaterra,

yo había nacido y vivido allí, y había empezado a ir a un colegio inglés. Dos veces al año, en

Navidad y en el verano, volvíamos a Noruega para visitar a mi abuela. Esta anciana, que yo

supiera, era casi el único pariente vivo que teníamos en ambas ramas de la familia. Era la

madre de mi madre y yo la adoraba. Cuando ella y yo estábamos juntos hablábamos

indistintamente en noruego o en inglés. Los dos dominábamos por igual ambos idiomas. Tengo

que admitir que yo me sentía más unido a ella que a mi madre.

Poco después de que yo cumpliera los siete años, mis padres me llevaron, como siempre, a

pasar la Navidades con mi abuela en Noruega. Y allí fue donde, yendo mi padre, mi madre y yo

por una carretera al norte de Oslo, con un tiempo helado, nuestro coche patinó y cayó dando

vueltas por un barranco rocoso. Mis padres se mataron. Yo iba bien sujeto en el asiento de

atrás y sólo recibí un corte en la frente.

No hablaré de los horrores de aquella espantosa tarde. Todavía me estremezco cuando

pienso en ella. Yo acabé, como es natural, en casa de mi abuela, con sus brazos rodeándome y

estrechándome, y los dos nos pasamos la noche entera llorando.

...

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