Latinoamerica
jennym2 de Noviembre de 2012
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El pensamiento latinoamericano tiene tareas extraordinarias que realizar. Trataré de sintetizarlas muy brevemente en unos comentarios finales:
a) superar el retraso que tiene, que fue inducido, frente a la nueva situación y frente a problemas principales que son más antiguos.
b) retomar el socialismo como horizonte, y asumir críticamente el marxismo que está regresando, el marxismo de los revolucionarios. No permitir de ningún modo el regreso del dogmatismo. El pensamiento no debe ser un fetiche ni un adorno para sentirse bien o para adquirir seguridad.
c) ayudar a los movimientos populares y los oprimidos a comprender las relaciones que existen entre los medios, identidades, demandas, luchas y proyectos de cada uno y el sistema de dominación como una totalidad, con sus fuerzas, acciones, ideología y contradicciones. Ayudar a comprender la dominación cultural, y las reformulaciones de la hegemonía de las clases dominantes.
d) abandonar la soberbia de exigirles a los que luchan que entren en las camisas de fuerza de concepciones equivocadas, y, cuando no lo hacen, denunciarlos como “traidores” y “colaboradores”. Partir de las realidades que existen y de su ser real, no de lo que creamos que deben ser, pero no para adecuarnos o resignarnos a ellas, sino para participar en el trabajo de cambiarlas a favor de los pueblos.
e) plantear a los movimientos populares la centralidad de lo político, y argumentar y convencer acerca de esa necesidad. Al mismo tiempo, aprender y desaprender acerca de problemas fundamentales de lo político, como son: la naturaleza y rasgos fundamentales de la organización, las relaciones entre los compañeros y compañeras con los demás miembros del pueblo, la necesidad de tomar el poder y en qué consiste este, las alianzas, los problemas de la estrategia y de las tácticas, la necesidad de considerar y combinar todas las vías y todas las formas de lucha, incluida la violencia revolucionaria, las relaciones acertadas entre los cambios y el aumento de capacidades de las personas y los grupos sociales y los cambios a lograr por el movimiento popular revolucionario en su conjunto.
f) desarrollar el pensamiento acerca de temas y problemas que en tiempos pasados no se veían o no se apreciaban, y que los avances de los movimientos populares han plasmado y hecho muy clara su importancia.
g) emprender y ganar la guerra del lenguaje, recuperar las nociones que han formado y desarrollado la cultura revolucionaria y trabajar con ellas en las nuevas condiciones y para los nuevos problemas.
h) utilizar nuestros instrumentos de educación para la formación y las tareas que tenemos, no depender de ellos como si fueran nuestros objetivos.
i) revolucionar las ideas mismas que se han tenido acerca del pensamiento —incluido el crítico— y sus funciones. No pretender ser la conciencia crítica del movimiento popular, sino militantes del campo popular. Avanzar hacia nuevas comprensiones de las relaciones entre el pensamiento y los movimientos populares y en la formación de nuevos intelectuales revolucionarios. Ser funcionales al movimiento popular sin perder la autonomía y los rasgos principales de su tipo de trabajo y su producción. Ejercer realmente el pensamiento, creador, crítico y autocrítico, sin miedo a tener criterios propios ni a equivocarse. Recuperar la memoria histórica y ayudar a formular los proyectos de liberación social y humana. Que la ley primera del pensamiento sea servir, pero desde su especificidad; y
j) ser siempre superiores a la mera reproducción de la vida vigente y de sus horizontes. Sin dejar de atender a lo cotidiano y a las luchas en curso, contribuir a la elaboración de estrategias y proyectos, y a la destrucción de los límites de lo posible, que es la única garantía de que sea viable
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