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Leyenda Del Cacao, Maíz Y La Vainilla


Enviado por   •  28 de Marzo de 2014  •  758 Palabras (4 Páginas)  •  1.564 Visitas

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El cacao.

Cuenta una leyenda azteca que el dios Quetzalcóatl quiso corresponder a las plegarias de los hombres y decidió otorgarles su más preciado presente. Fue entonces cuando entregó un puñado de granos de cacao, Desde ese día se convirtió en alimento sagrado, disfrutado por emperadores y príncipes que lo llamaban Xhocolha: alimento del espíritu. Moctezuma lo entregó a Hernán Cortés como ofrenda de paz, y este lo introdujo en la corte española donde mezclado con especias, frutas, azúcar o leche se convirtió en el chocolate que hoy conocemos y que fue llevado por los españoles a Suiza, Bélgica y el resto de Europa. Trapa ha conseguido que después de tantos años, su chocolate 100% Español, elaborado con las mejores materias primas, sea digno de poder seguir siendo denominado un "alimento sagrado".

El maíz.

Cuentan que antes de la llegada de Quetzalcóatl, los aztecas sólo comían raíces y animales que cazaban. No tenían maíz, pues este cereal tan alimenticio para ellos, estaba escondido detrás de las montañas. Los antiguos dioses intentaron separar las montañas con su colosal fuerza pero no lo lograron. Los aztecas fueron a plantearle este problema a Quetzalcóatl -Yo se los traeré- les respondió el dios. Quetzalcóatl, el poderoso dios, no se esforzó en vano en separar las montañas con su fuerza, sino que empleó su astucia. Se transformó en una hormiga negra y acompañado de una hormiga roja, marchó a las montañas. El camino estuvo lleno de dificultades, pero Quetzalcóatl las superó, pensando solamente en su pueblo y sus necesidades de alimentación. Hizo grandes esfuerzos y no se dio por vencido ante el cansancio y las dificultades. Quetzalcóatl llegó hasta donde estaba el maíz, y como estaba trasformado en hormiga, tomó un grano maduro entre sus mandíbulas y emprendió el regreso. Al llegar entregó el prometido grano de maíz a los hambrientos indígenas. Los aztecas plantaron la semilla. Obtuvieron así el maíz que desde entonces sembraron y cosecharon. El preciado grano, aumentó sus riquezas, y se volvieron más fuertes, construyeron ciudades, palacios, templos...Y desde entonces vivieron felices. Y a partir de ese momento, los aztecas veneraron al generoso Quetzalcóatl, el dios amigo de los hombres, el dios que les trajo el maíz.

La vainilla.

Cuentan que Xanath, hija de nobles totonacas, célebre por su belleza, vivía en un palacio cercano al centro ceremonial de Tajín, sede de su pueblo. Cierto día en que la joven acudió a depositar una ofrenda sobre el plato colocado en el abdomen de Chac-Mool ("Mensajero Divino"), encontró casualmente a Tzarahuín (jilguero), un alegre doncel al que le agradaba silbar, y surgió entre ambos amor a primera vista.

Sin embargo, el romance mostró dificultades

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