Leyenda de las hijas del maíz
4300Informe23 de Septiembre de 2014
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Leyenda de las hijas del maíz
Cuenta la leyenda que al principio de los tiempos el dios del maíz decidió vivir entre los hombres y con el trajo a sus cinco hijas, cada una representando a una variedad de maíz: una era blanca amarillenta como el sol, la otra era azul como el cielo un poco después del atardecer, la tercera era rosada como el atardecer mismo, la cuarta era negra como la noche y la quinta era de un blanco luminoso llena de lunares negros.
Al vivir el dios del maíz entre los hombres la cosecha era abundante y nadie pasaba hambre. Un día las hijas del dios del maíz se bañaban en el río y tan entretenidas estaban en sus juegos que no vieron salir de entre la maleza a un enorme jaguar tan negro como una noche sin luna. Un cazador que estaba por ahí vio toda la escena y disparó una flecha que fue a dar entre los ojos del temible animal.
El joven escoltó a las muchachas hasta su casa y se presentó ante su padre, éste premió su valor dándole el máximo honor que poseía, la mano de una de sus hijas. El eligió a la mayor, la que era blanca como el sol. El padre únicamente impuso una condición que nunca la maltratará y que por ningún motivo la hiciera moler el maíz para preparar tortillas. El joven prometió cumplir las disposiciones y volvió a su casa colmado de riquezas que su suegro le había entregado.
Al llegar a su casa el joven presento a su bella esposa resplandeciente ante su familia y la agrado a todos menos a su hermana que era fea y celosa. El muchacho explicó a todos las condiciones que el padre había dado y por un tiempo vivieron felices. Pero la semilla del odio que existía en el corazón de la hermana pronto se extendió por su alma cual venenosa serpiente. Y aunque la muchacha era muy trabajadora siempre la acusaban de no realizar el pesado trabajo de moler el maíz.
Un día la malvada hermana totalmente poseída por el fruto de la envidia obligó a la hija del maíz a moler los granos para preparar tortillas, pero cada vez que movía el meclapil parecía que se molía sus propios dedos pues sus manos empezaban a sangrar una sangre amarilla y espesa. La joven mujer regreso corriendo y llorando a casa de su padre.
El dios del maíz, colérico decidió irse del mundo con sus hijas. Desde entonces las personas pasan hambre y les es muy difícil cultivar el maíz. Todo por la envidia de la hermana.
Mito de Baba Yagá
Baba Yagá es vieja, huesuda y arrugada, con la nariz azul y los dientes de acero y posee una pierna normal y una de hueso por lo que a menudo se le da el apelativo de "Baba Yagá Pata de Hueso". Estas dos piernas representan al mundo de los vivos y el mundo de los muertos en los cuales ella deambula. Baba Yagá es un ser perverso y cruel, pero no totalmente malvado; come personas, generalmente niños. Sus dientes le permiten romper huesos y desgarrar la carne con facilidad. A pesar de que Baba Yagá consume diariamente grandes cantidades de carne, ella siempre tiene ese aspecto delgado y huesudo. Baba Yagá vuela montada en un almirez (a veces una olla) y rema el aire con una escoba plateada. Baba Yagá no permite que ninguna persona "bendecida" permanezca dentro de su propiedad, siempre y cuando Baba Yagá sepa que la persona tiene una bendición.
Vive en una choza que se levanta sobre dos enormes patas de gallina que le sirven para desplazarse por toda Rusia. La valla de su choza está adornada con cráneos, en cuyo interior coloca velas. La idea de una casa con patas de gallina podría derivar de las cabañas de ciertos pueblos finoúgricos, que las construían de esta manera para protegerse de los animales. Para entrar en la casa, Baba Yagá dice el conjuro "Casita Casita, da la espalda al bosque y voltea hacia mí". El interior de la choza siempre está llena de carne y de vino. También es resguardada
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