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Los Actos Escolares


Enviado por   •  13 de Octubre de 2011  •  1.445 Palabras (6 Páginas)  •  1.575 Visitas

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LOS ACTOS ESCOLARES

Ocurre a veces en el colegio que, dada la proximidad de la fecha a conmemorarse, -porque el día elegido casi siempre es aniversario de alguna muerte, y no es cuestión de andar festejando, sino conmemorando- es menester preparar la realización del acto que, por lo menos, será el pasaporte para zafar horas de clase.

- ¡Un momento, voto a Sarmiento! ¿Zafar horas de clase? ¿Quién dice semejante cosa? ¿Los profesores? ¿Los incorregibles alumnos?

- Ambos. Y ambos lo expresan de igual manera: ZAFAR.

La tarea de planificar la conmemoración (Recuerden: No se celebra, se con-me-mo-ra) es asignada a un grupo de profesores, supongamos cinco, que -a su vez- reparten sus responsabilidades de la siguiente manera: Uno busca las glosas del año pasado, preferentemente de otra escuela en que trabaja; y otro se encarga de copiar algún discurso de un libro de texto lo suficientemente añoso, como para que no lo reconozcan ni los alumnos más repetidores.

¿Y los tres profesores restantes?

¡Sí! ¡Adivinaron!

Los tres restantes, no solo zafan las horas de clase como todo el mundo, sino que también zafan la preparación del acto. Por fin, precedido por el entusiasmo y el fervor patriótico que les he descripto, llega el momento de zafar...perdón, de realizar la celebración, digo, la conmemoración.

Los alumnos habrán de formar derechos, que para eso están. Mirando hacia el frente, en posición de firmes, las manos fuera de los bolsillos y, en lo posible, absteniéndose de cachetear la nuca del compañero de adelante.

Aquí es cuando crece el protagonismo de los preceptores: Recorren las filas con paso prieto y sigiloso, controlando que todo esté en orden.

¡Y resultando decepcionados cuando ello ocurre!

¡Sí! ¡Lo digo, lo grito y lo sostengo!

Siempre supe que, cuando los preceptores realizan ese desfile seudo-preventivo, abrigan en los más hondo de sus almas, la esperanza de hallar algún incauto que se esté portando mal.

Y le dicen, con rostro adusto y severo, que eso no se hace.

A propósito, puedo citar una experiencia personal como alumno:

(Escena: Acto escolar, el autor de esta nota parado, derechito, y dirigiéndose a quien lo precede en la fila.)

- YO: ¡Che, Polaco!¡Polaco...!

(El preceptor, sin ser advertido, se para a mis espaldas)

- POLACO: ¡Shhh..! ¡Callate!

- YO: Pero, ¿Qué pasa, Polaco? ¡Escuchame, dame bola!

- POLACO: (Sin darse vuelta) ¡Shhh...!

- YO: Fijate, Pola. La de historia: La única diferencia entre ella y un hipopótamo es que, gracias a Dios, ella está vestida.

- POLACO: ¡Basta!

- YO: ¿Qué? ¿Te gusta la de historia, ahora?

- POLACO: ¡Shhh...!

- YO: (Como si nada) ¡Ah, no! ¡Hay otra diferencia con los hipopótamos! El otro día, en la televisión, ví que estos paquidermos a veces se bañan.

Y recién entonces, girando levemente el cuello, comprendo al Polaco y su persistente mutismo.

Allí se erguía Herr Preceptor...

El tipo disfrutó la situación, la consintió, permitió que se agravara, y luego me invitó a abandonar la fila, con palabras -debo decirlo- no del todo dulces.

A continuación se me indicó permanecer en un rincón que, como supuse acertadamente, habría de ser mi nueva ubicación hasta el final del acto.

- Farina: ¿Usted se cree muy gracioso? - Preguntome.

No contesté, pues no me pareció momento para conceder reportajes.

Y allí estuve, firme, hasta el final, cual un número vivo no incluido en la programación original.

Mientras aguardaba el momento de mi libertad, imaginaba que, de haber previsto mi mala conducta, los organizadores no hubieran dejado pasar la oportunidad de hacer alguna mención al respecto.

La glosa -por supuesto que leída, y sin cambiar el tono de voz ni por casualidad- diría más o menos así:

"- A continuación, el señor preceptor Gómez procederá a hacer efectivo el retiro de la fila del alumno Farina, quien hallábase -a la sazón- observando una inconducta pavorosa, totalmente reñida con las normas morales que el establecimiento debe empeñarse en hacer cumplir, pues sin duda contribuirán a un futuro mejor para nosotros, y para las postreras generaciones que habiten este sagrado

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