Lë Pejesapi

Lë Pejesapi

Érase una vez, como un día cualquiera en la calle de Montmartre, París. En el mismo callejón de aquel lugar, había un ratoncillo muy pequeño, llamado Pejesapi. Tan pequeño y diminuto, que cuando sus amigos le llamaban, él tenía que encender un fósforo para que le vieran.

En el colegio siempre le hacían burla por su pequeñísimo tamaño, ya que era el más pequeño de la sala. Pero a él le daba igual y hacía oídos sordos a todo lo que le decían. Porque su madre todas las noches antes de irse a la cama, le contaba el cuento de la pequeñita hormiga, audaz y valiente, que no le temía a nada ya que tenia un corazoncito grande y fuerte, más que el de todas las hormigas.

Pejesapi, miraba con una sonrisa cada vez que a su madre le contaba aquel cuento y dormía felíz.

Un día, todos en clases tenían hambre ya que no había mucho para comer, por las trampas para cazar ratones. Muchos de ellos no aparecían en clases por culpa de las trampas, sin embargo, de lo que algunos no se daban cuenta, era que pejesapi, era el único ratón que no caía en las trampas de los humanos. Así que un día pejesapi se acordó aquel momento en el cuento que le contaba su madre en las noches y se las arreglo para moverse con agilidad y no pisar ningún mecanismo que activaba las trampas.

Además, cuando algún humano salía en busca de los ratones para cazarlos, pejesapi se escondía en los agujeros del queso y nunca le pillaban. Él era el único que podía hacer eso.

Todos sus compañeros lo observaban sorprendidos, por la gran hazaña y el gran valor del ratón más pequeñito, pasar por todas esas trampas en busca de comida, y burlar a los humanos sin ningún problema.

Llegó un día, en que los jóvenes ratoncitos querían ser como pejesapi. Ya que todos los ratones de la madriguera comprendieron que: lo que puede parecer un defecto se puede convertir en una gran virtud, si utilizamos nuestro cerebro para pensar y lo deseamos con empeño.

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