MARIA Y EL CARACOL
lulunegro3 de Junio de 2014
677 Palabras (3 Páginas)233 Visitas
María y el caracol
María salía por las noches para conversar con su amiga. Aunque más que conversar, María la escuchaba mientras ella le contaba cosas del pasado, cosas del presente, cosas del futuro. ¡Su amiga sabía tanto!
—Es una de las ventajas de ser eterna; desde tu punto de vista, claro —Se burlaba un poco de María mientras la miraba con dulzura. Pero María no rechistaba y solo podía mirarla embobada. Era tan bonita, era tan perfecta.
María encontró a su amiga en una de las muchas noches en que salía de expedición por los campos que rodeaban la casa. Esa noche, María estaba en cuclillas mirando como un caracol cruzaba el camino. Pensaba en lo valiente que era el caracol y lo esforzado que se le veía arrastrando su casita. Le daban ganas de cogerlo y dejarlo al otro lado.
—Tal vez así te ayude un poco a llegar a tu destino —Pensaba toda seria.
Estaba muy concentrada pensando si era lícito o no ayudar al caracol. Si debía prestarle un poco de ayuda llevándole al otro lado del camino.
—Para mí no es ningún esfuerzo —Se decía— Pero… ¿Debes ser tú el único merecedor de todo el esfuerzo? Entonces no debería ayudarte —Se replicaba María a sí misma.
Y mientras se debatía ante el dilema oyó una voz sobre su cabeza que le dijo:
— ¿Por qué no le preguntas al caracol?
María ni siquiera se giró, la sentencia era tan evidente. Esa era la respuesta. Simplemente genial: “Preguntarle al caracol”.
María se levantó, rodeo al caracol y volvió a ponerse en cuclillas; esta vez frente a él.
—Caracol —le dijo— ¿Quieres que te lleve al otro lado del camino?
El caracol detuvo su lenta marcha y apuntando a María con sus dos ojos levantó y bajó un par de veces su cabeza en un gesto claramente afirmativo. María, entonces, sujetó al caracol por la concha, lo puso sobre la palma de su mano y con mucho cuidado lo llevo al otro lado del camino para que, tan valiente y esforzado como antes, retomase su camino.
Princesa y dragón
Esta es la historia de una princesa y un dragón
Que vivían en un castillo rodeados por el sol.
La princesa disponía de vestido de raso,
Y el dragón con caballeros lidiaba todo el rato.
Desde pequeños a princesa y dragón los reyes juntos criaron.
La reina contraria, el rey encantado.
La reina proclamaba que de damas no era propio,
El rey replicaba que qué mejor guardián para su trono.
Más rey y reina no previeron a qué pueden jugar,
Una princesa traviesa y un dragón nada viejo.
Y más de una tarde debieron regañar a dragón y princesa después de regresar,
Pues la princesa jugaba a cabalgar su verde corcel alado
Y con fuego a sus súbditos asustando.
Ella sonreía pizpireta, dragón una sonrisa ocultando,
Mientras rey y reina les regañaban, intentando las risas disimular,
Al ver a sus fieles con el pelo chamuscado.
Carola
Carola tenía todo el tiempo del mundo. Y además, si algo caracterizaba a Carola, era la constancia y la paciencia.
En los años 20 de su calendario gregoriano, los hombres habían construido el espigón, sin tan siquiera preguntar.
No importaba; para Carola no sería más que un suspiro.
Ninguna civilización había perdurado lo suficiente como para evitar los estragos que Carola terminaba por provocar en todos y cada uno de los espigones, puertos, muelles, rompeolas y terraplenes que los hombres -ahora- y cualquiera de las otras muchas civilizaciones -anteriormente- habían construido para alterar el natural flujo de la naturaleza en provecho propio.
Aun así el espigón era motivo
...