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MITOLOGÍA GRIEGA

luka3Síntesis18 de Noviembre de 2013

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MITOLOGÍA GRIEGA

ORÍGENES. Probablemente la mitología griega se desarrolló a partir de las primitivas religiones de los habitantes de Creta, una isla en el mar Egeo donde surgió la primera civilización de la zona alrededor del año 3000 a.C. Creían que todos los objetos naturales tenían espíritus y que ciertos objetos, o fetiches, tenían poderes mágicos especiales. Con el tiempo, estas creencias se desarrollaron a través de una serie de leyendas que abarcaban objetos naturales, animales y dioses con forma humana. Algunas de ellas sobrevivieron como parte de la mitología clásica griega.

Los antiguos griegos ofrecían algunas explicaciones del desarrollo de su mitología. En la Historia sagrada, Euhemero, un mitógrafo que vivió hacia el año 300 a.C., registra la difundida creencia de que los mitos eran distorsiones de la historia y que los dioses eran héroes a los que se había glorificado con el tiempo. En siglo V a de C., el filósofo Pródico de Ceos enseñaba que los dioses eran personificaciones de fenómenos naturales, tales como el sol, la luna, los vientos y el agua. Heródoto, un historiador griego que también vivió en el siglo V a.C., creía que muchos rituales griegos procedían de Egipto. Cuando la civilización griega se desarrolló, especialmente durante el período helenístico, en torno al 323 a.C., la mitología ya había evolucionado. Nuevas filosofías y la influencia de las civilizaciones vecinas produjeron una gradual modificación en sus creencias. Sin embarco, las características esenciales de los dioses griegos y sus leyendas permanecieron inmutables.

COSMOGONÍA.

NACIMIENTO DE LOS DIOSES. La mitología griega tiene varios rasgos distintivos. Los dioses griegos se parecen exteriormente a los seres humanos y revelan también sentimientos humanos. A diferencia de otras religiones antiguas como el hinduismo o el judaismo, la mitología griega no incluye revelaciones especiales o enseñanzas espirituales. Prácticas y creencias también varían ampliamente sin una estructura formal — como una institución religiosa de gobierno — ni un código escrito, como un libro sagrado. La mitología griega acentuaba el contraste entre la debilidad de los seres humanos y los grandes y aterradores poderes de la naturaleza. Por lo tanto, el pueblo griego reconocía que sus vidas dependían completamente de la voluntad de los dioses. En general, las relaciones entre los seres humanos y los dioses se consideraban amistosas. Pero los dioses aplicaban severos castigos a los mortales que revelaban una conducta inaceptable, tal como la soberbia complaciente, la ambición extrema y hasta la excesiva prosperidad.

La mitología griega estaba ligada a todos los aspectos de la vida humana. Cada ciudad estaba consagrada a un dios particular o grupo de dioses, a quienes los ciudadanos solían construir templos dedicados al culto. Regularmente honraban a los dioses en festivales, supervisados por los altos funcionarios. En los festivales y otras reuniones oficiales, los poetas recitaban o cantaban significativas leyendas e historias. Muchos griegos conocían a los dioses a través de la palabra de los poetas. Los griegos también relacionaban su vida doméstica con la de los dioses y en ella les rendían el culto debido. Diferentes partes de la casa estaban dedicadas a determinados dioses, y los individuos les elevaban ruegos regularmente. Un altar de Zeus, por ejemplo, podía colocarse en el patio, mientras que a Hestia se la honraba ritualmente en el hogar.

Aunque en Grecia no había una organización religiosa oficial, por lo común se veneraban ciertos lugares sagrados. Delfos, por ejemplo, era un sitio sagrado dedicado a Apolo: Un mito cuenta que Zeus soltó dos águilas desde extremos opuestos de la tierra para que descubriesen el centro exacto del mundo. Se reunieron en Delfos, que pasó a ser uno de los lugares de culto importantes para los griegos y principalmente santuario de Apolo. Zeus señaló el punto de Delfos en el que se encontraron las águilas con una gran piedra llamada ónfalos («ombligo»), protegida por una ser¬piente monstruosa, Pitón. Apolo estableció allí su santuario y mató a Pitón, acto por el que cumplió peni¬tencia en Tesalia durante nueve años, transcurridos los cuales regresó a Del¬fos. Al oráculo que fundó en el lugar acudían a consultar ciudades e indivi¬duos y sus profecías aparecen en los mitos y en la historia. En el templo del oráculo, había una sacerdotisa, la Pitia (de Pitón, por lo que encontramos con frecuencia el epíteto «Pítico» aplicado a Apolo), que hacía profecías sentada en un trípode en respuesta a las pregun¬tas de los visitantes. Hablaba en tono frenético, como enloquecida, y los sacerdotes, que representaban a cada uno de estos lugares sagrados y que podían ser además funcionarios de la comunidad, interpretaban las palabras de los dioses, pero no poseían ningún poder especial, transcribían sus palabras en verso o pro¬sa. Los griegos creían que sus predic¬ciones siempre se cumplían, si bien al principio podían interpretarse erró¬neamente. Aparte de sus plegarias, los griegos solían ofrecer sacrificios de anímales domésticos a los dioses, por lo común cabras.

En el pasado circulaban múltiples mitos sobre el origen de las cosas pero ninguna ver¬sión fue aceptada por todos. No obstante, el relato más completo y el que obtuvo mayor popularidad aparece en la Teogonía de Hesíodo, compuesta en el siglo VIII a.C. Se trata de la primera tentativa importante de trazar un árbol genealógico del panteón griego a partir de las numerosas creencias reinantes. Cosmogonía en igual medida que teogonía, remonta con detalle los antepasados de los dioses olímpicos hasta la creación del mundo, que surge del caos, y los Órficos, seguidores de un culto místico denominado orfismo, ofrecían un relato alternativo sobre los orígenes del mundo, más abstracto y de carácter más filosófico que el de Hesíodo y, por consiguiente, con un atractivo popular mucho menor. Comienza con Crono ("tiempo", reinterpretación órfica del nombre Kronos), acompañado por Adrastía ("necesidad"). De Crono surgieron Éter, Ércho y Caos («aire superior», «oscuridad» y «el vacío primordial»). En Éter, Crono forma un huevo del que nace Fanes, creador de todo, una deidad bisexual con alas doradas v cuatro ojos. Fanes recibe muchos nombres, Eros entre ellos, y tiene una hija, Noche, que es su consorte y concibe a Gea y a Urano. Cuando Zeus asume el poder vuelve a crearlo todo, se traga a Fanes, copula con Core (Perséfone) y de esta unión nace Zagre-Dioniso.

LOS ANTEPASADOS DE LOS DIOSES. Hesíodo era un agricultor, rápsoda (recitador profesional de poesía) y escritor sobre temas como ética y teología que vivió en Ascra, Beocia, hacia el 700 a. C. Se han conservado íntegras dos de sus obras poéticas más importantes, La Teogonía y Los trabajos y los días, y de otras sólo se conocen fragmentos o los títulos. La Teogonía es el resumen y la narración de los mitos reinantes en su época sobre los orígenes del universo y los dioses que lo gobernaban. Los trabajos y los días tienen un carácter más práctico y en gran medida se trata de una relación del año agrícola. Sin embarco, en la primera parte Hesíodo aconseja a su hermano Perses que viva según las normas de la justicia y le cuenta numerosos mitos a modo de ilustración.

La Teogonía de Hesíodo se inicia con una sencilla frase: «Al principio de todo, Caos cobró vida», pero no queda claro si Caos (el vacío primordial) se concibe como una divinidad. Después de Caos (quizá como hijos, pero tam-bién resulta ambiguo) aparecieron Gea o Ge (la tierra), Tártaro (el infierno), Eros (el deseo), Érebo (las tinieblas del infierno) y Noche (las tinieblas de la tierra). Noche copuló con Érebo y nació Éter (el éter, o brillante aire superior) y Día (la brillantez del mundo).

Gea parió ella sola a Urano (el ciclo), «para que la cubriese y la rodease por completo y fuera hogar seguro y eterno para los bienaventurados dio¬ses» y a continuación a las Montañas y al Ponto (el mar). Copuló con Urano y nacieron las primeras divinidades: doce poderosos Titanes (seis varones y seis mujeres, las Titánides) tres Cíclopes, llamados Brontes («Trueno»), Estéropes («Relámpago») y Arges («Brillantez») y tres monstruos con cien manos cada uno, los Hecatónquiros, llamados Coto, Briarco y Giges. Urano quedó horrorizado con sus retoños y los encerró en las entrañas del mundo, pero en venganza, Gea convenció al Titán más joven, Crono, de que castrase a su padre y se hiciese con el poder. La sangre de la herida de Urano engendró gigantes, ninfas y a las Furias, mientras que sus genitales cayeron al mar y se convirtieron en espuma blanca, de la que nació Afrodita, diosa del deseo y la sexualidad.

Los Titanes poblaron el mundo de semidioses copulando con ninfas o entre ellas: los hijos de Hiperión y su hermana Tía, por ejemplo, fueron Helios (el sol), Selene (la luna) y Eos (el alba). Otro Titán, Jápeto, se apareó con la Oceánide Clímene, que tuvo cuatro hijos, los más famosos de los cuales fueron Prometeo ("Previsor") y Atlas, quien, tras la derrota de los Titanes, fue condenado por Zeus a sujetar los cielos en el extremo occidental del mundo: el Atlántico deriva de su nombre. Sus hermanos eran Menecio y Epitemeo («Deseoso») marido Pandora. Cándido y temera¬rio, Epitemeo era la antítesis de Prometeo. Crono tuvo varios hijos con Rea y como temía que lo derrocasen se los tragaba en cuanto nacían; pero cuando Rea dio a luz a Zeus engañó a su marido cubriendo una piedra como si se tratara de un niño y Crono se la tragó. Zeus

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