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Macroeconomia


Enviado por   •  9 de Julio de 2014  •  1.251 Palabras (6 Páginas)  •  201 Visitas

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Asignatura:

RESPONSABILIDAD SOCIAL PRACTICA DE VIDA

Título del trabajo

Formación para una ciudadanía crítica y activa.

Presenta

Diego Martínez Castillo.

Docente

DAYANA CASTILLO TRIANA

Colombia Ciudad Bogotá D .C. Junio, 28 de 2014

EL M- 19

El conflicto armado colombiano es un conflicto armado interno que se abre en Colombia desde iniciaciones de la década de los años 1960 atravesando por una serie de etapas de intensificación, en especial cuando algunos secciones se iniciaron a financiar con el narcotráfico.

El conflicto, tiene relaciones históricas en la Violencia conflicto bipartidista en un lapso de 1950 y de años anteriores que datan a la época colonial cuando Colombia siendo la Nueva Granada se separó del régimen monárquico español.

Desde la independencia de Colombia, el país no ha estado inadecuado a la violencia partidista, lo cual da certeza en varias guerras civiles que se abrieron durante el siglo XIX y culminando en la Guerra de los Mil Días (1899–1902).

Entre 1902 y 1948, Colombia gozó de una relativa paz, primero bajo los gobiernos de la supremacía conservadora (1886–1930) y luego con los presidentes reformistas liberales (1930–1946). Sin embargo durante esta época ciertos sucesos de violencia política fueron constantes en numerosas regiones.

El 6 de noviembre de 1985, cuando los guerrilleros del M-19 arremetieron el Palacio de Justicia a sangre y fuego y el ejército invadió tras detonaciones, incitados, entre los dos la muerte de 11 magistrados de la Corte Suprema y 65 funcionarios y visitantes, así como el incendio del edificio, el episodio más grave del siglo había ocurrido el 9 de abril de 1948.

La humanidad colombiana se transformó, al convertirse en una sociedad especialmente urbana. Los ciudadanos de los ochenta pasaron a depender de los medios de comunicación para formar sus opiniones, en vez de alimentar en los sermones dominicales que emitía la Iglesia desde las plataformas, o de las alocuciones de sus jefes políticos. En la noche del 9 de abril, millares de ciudadanos en las calles hacían arder la ciudad, mientras las tropas, inmovilizadas, abrigaban lo poco que podían.

Así, el Poder Civil tomó el principio que gobernó durante la violencia que siguió al 9 de abril, según el cual para restaurar el orden público y el control del mando estatal se puede pasar por encima de la vida de los civiles no combatientes.

Con esa indicación desde el Estado, la guerrilla irregular en Colombia tuvo plena valor. Nacieron numerosos grupos de autodefensa y paramilitares que, beneficiados por los dineros de los narcos y de los empresarios perturbados por las actividades guerrilleras, empezaron a realizar masacres y asesinatos contra las personas acusadas de ser el oxígeno de los rebeldes. El Estado se convirtió entonces en espectador del conflicto, que colocó al país como el de mayor violencia en el mundo.

Después de ser una amenaza para la estabilidad del sistema, el M-19 fue el primer grupo guerrillero en desmovilizarse y buscar ser alternativa política.

Si algo habrá de conmemorar del M-19 en la historia de los últimos años del país no sólo será la preponderancia de sus labores sino también haber sido el primer grupo protegido en firmar un acuerdo de paz con el gobierno y, de paso, el primero que, después de desmovilizarse, se organizó como un partido político y como una opción frente al bipartidismo acostumbrada en Colombia. Desde sus inicios el M-19 dejó en claro que nacía como protesta ante el supuesto fraude electoral de las elecciones del 19 de abril de 1970, ganadas por Misael Pastrana, y se unía a la clara inconformidad hacia los partidos tradicionales que por esos años se vivía en el país. Así mismo, la influencia del Partido Comunista en algunas zonas campesinas sobrevivientes de la violencia contribuyó en gran medida para que las guerrillas recién creadas tuvieran el campo abonado para crecer. Más que por su causa, el M-19 se hizo famoso por sus tácticas con una especie de terrorismo urbano desconocida para el país.

El inicio de un proceso de paz admite la evidencia del Gobierno y de la guerrilla de que la mejor forma de reparar el conflicto armado interno es la negociación política. El Gobierno para tomar esta decisión probablemente analiza las escenarios que en ese momento la pueden beneficiar, valora si en realidad existe voluntad de la insurgencia, y en caso de no tener seguridad sobre este espacio, le apuesta al diseño de una destreza coherente que favorezca a la creación de las condiciones necesarias para que los diálogos sean productivos. Pero además, la decisión de negociar se toma porque la opinión pública lo exige o al menos la apoya.

Posteriormente comenzarían varios pactos, en los cuales el M-19 admitía los escenarios de política de paz del gobierno y reconocía que el diálogo debía llegar a la desmovilización de su cuerpo armado. Por su parte el gobierno reconocía que se separaran espacios para lidiar los problemas del país y creó las condiciones para su introducción a la política. Fue así como en la Constitución de 1991 se constituyó en ampliar los cupos del Congreso para grupos guerrilleros que hubieran hecho la paz con el gobierno nacional. No obstante, por razones externas al proceso, el acceso al Congreso fracasó y, sin embargo, la desmovilización se llevó a cabo el 9 de marzo de 1990, dos días antes de las elecciones presidenciales. La entrada a la vida civil del M-19, ahora como la principal poderío político capaz de hacer cojear el poder de los partidos tradicionales, demostró a otros grupos guerrilleros que quienes hicieran la paz también podían ocupar el respeto político. De hecho, el del M-19 fue el primer proceso de paz con una guerrilla ideológica que ahora entraba a la política colombiana. En esos años, y con Antonio Navarro a la cabeza, el M-19 llegó a ser participante de la Constitución dentro de la Asamblea Nacional Constituyente. No obstante, después de ser premiado con una masiva votación en las elecciones presidenciales posteriores a su inscripción a la vida democrática y de convertirse en un fenómeno electoral, los deslices de este grupo se fueron almacenando a lo largo que sucedieron a su desmovilización y la fracaso electoral sólo vino a enterrar la única opción viable de construcción de un movimiento alternativo en Colombia. El éxito inicial no sólo terminó desbordando sus reales potencialidades en el raso organizativo y ubicando en evidencia las limitaciones de sus cuadros dirigentes, sino que el movimiento no mantuvo un solo lineamiento ideológico para desarrollar formulas coherentes, creíbles y con calidad política propia que les garantizara una estabilidad en la historia.

Fue el resultado concreto de la política de paz diseñada durante la gobierno del presidente Barco, en la que tuve la oportunidad en el cese verificable de hostilidades por parte del grupo guerrillero como posición previa al inicio del diálogo; en una concentración física de todos sus integrantes en un punto del territorio nacional y, lo más importante, cuyo único objetivo era el fin del grupo guerrillero como organización armada. De lo anterior se derivaba la necesaria desmovilización de todos los efectivos y la entrega verificada por veedores internacionales de todas las armas.

Estaba integrada también por una disposición política de gobierno de evolución profunda de la democracia colombiana, de una operación frontal contra la pobreza, de un arranque sin precedentes para llevar la apariencia del Estado a todo el territorio nacional.

Lo que alcanzó fue una época de extraordinaria confianza. La firma de la paz armonizó con un movimiento por una nueva Constitución. La convocatoria de la Asamblea Constituyente para reforzar la paz entre los colombianos.

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