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Enviado por   •  16 de Mayo de 2014  •  417 Palabras (2 Páginas)  •  177 Visitas

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La capital de las zapatillas deportivas

Por Diego Torres – sáb, 3 may 2014 11:54 CEST

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Una fábrica de calzado en Jinjiang, en el sur de China, en una imagen del 17 de septiembre de 2013

Más de 3.000 fábricas, unos 350.000 obreros y una facturación conjunta de unos 11.000 millones de euros. Esas son las cifras de la industria del zapato deportivo en Jinjiang, una pequeña ciudad de la provincia de Fujian, en China.

Alrededor de un 20% de las zapatillas que se venden a lo largo y ancho del planeta -y un 40% de las que se compran en el país asiático- se fabrican en esta urbe de 1,5 millones de habitantes, situada frente a Taiwán.

Jinjiang despegó en los años 90 como centro manufacturero donde las grandes multinacionales subcontrataban la producción. Las empresas locales aprovecharon la oportunidad para copiar -primero- y desarrollar -después- sus propios productos, tratando de subir escalones en la cadena de producción mundial, un proceso enormemente difícil en el que todavía están inmersas.

"Hace 10 o 15 años podías abrir una fábrica, producir para firmas extranjeras o copiar los zapatos de otros, y ganar mucho dinero", asegura Gao Fei, adjunto al director en Totin Investment, un centro de innovación patrocinado por el Gobierno local. "Hoy en día eso ya no es posible; las firmas locales necesitan diseño e innovación si quieren sobrevivir", afirma.

Anta, la compañía china líder en zapato deportivo de marca propia, es una de las empresas de Jinjiang que se encuentra en ese cruce de caminos. Anta concentra sus esfuerzos en el inmenso mercado local, no en la exportación. Está invirtiendo en maquinaria moderna, patrocinios y diseño. La realidad, sin embargo, es que la industria del zapato sigue siendo un sector intensivo en mano de obra, en el que los salarios son un elemento clave de la competitividad. Los trabajadores de Anta cobran una media de alrededor de 350 euros al mes, según la propia firma, mucho más que en otros países competidores como Vietnam, la India o Camboya. El fantasma de la deslocalización, que en su día creó cientos de millones de empleos en China, se cierne ahora sobre el país asiático.

"Éste es un proceso natural e inevitable que han pasado otros lugares como Corea del Sur y Taiwán", explica Liu Wenru, el alcalde de Jinjiang. "Las empresas locales están discutiendo si abrir fábricas en el Sudeste Asiático, Brasil o África; nuestra idea es que las funciones fundamentales del negocio, como el diseño, la gestión y el márketing, permanezcan aquí, en Jinjiang".

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