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Maternidad Y Paternidad Responsable


Enviado por   •  22 de Mayo de 2013  •  568 Palabras (3 Páginas)  •  619 Visitas

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Cuando oímos acerca de un embarazo no deseado tendemos a asociarlo con adolescentes. Sin embargo, es importante no perder de vista que no todos los embarazos en adolescentes son no deseados y no todos los embarazos no deseados son en adolescentes.

Es decir, muchos chicos y chicas desean ser padres o madres, aun cuando de inicio no lo hubieran planeado, tal vez, habría que aclarar, en ese contexto, para quién(es) se convierte en un embarazo no deseado. Y por otra parte, en personas adultas, también se puede presentar la misma situación, no solo es el caso de ese primer embarazo que muchas veces es lo que lleva a la pareja a su unión, sino aquel que llega después de varios años de convivencia, cuando parecía que la familia ya estaba conformada.

¿Qué tanto, la paternidad y la maternidad, el ser padres, es una decisión conciente?, ¿qué sucedería si antes de tener un/a hijo, la/s persona/s evaluara/n el sentido que esto tendría en su/s vida/s?, ¿si evaluara/n sus capacidades para ello, su disposición en ese momento?

Cuando la unión de una pareja es vista como el paso previo para la llegada de los hijos y la conformación, hasta entonces, de una “familia completa”, no se favorece que se plantee este tema. Se ve como obvio, lógico, que una pareja, por el hecho de serlo, deba tener hijos. Mas llega a suceder que la pareja no coincide con estas expectativas que se tienen hacia ellos, o incluso entre ellos mismos hay diferencias sobre tenerlos o no, en qué momento o cuántos tener. Esto hace preciso conversar sobre la postura de cada quién al respecto, en el marco del proyecto de pareja.

Trascender la presión social cuando una pareja decide aún (o definitivamente) no tener hijos, trabajar con la culpa que surge cuando se cree que no se está cumpliendo con lo que, como pareja, o como mujer, corresponde, trascender esas miradas que cuestionan: “¿para cuándo...?”, no es algo sencillo: o se junta el valor para defender el genuino deseo, a riesgo de ser visto/s con desaprobación, o se obtiene la afirmación al aceptar, al ceder ante la exigencia social.

Y también, en otros casos, implica ir más allá de mis temores individuales: a no saber manejar la propia soledad, o la vida sin una pareja, esperando que un/a hijo/a llene ese vacío existencial. Requiere retomar la responsabilidad de la propia vida, porque un/a pequeño/a no tiene porqué venir a cubrir las necesidades pendientes del/os adulto/os, ni mucho menos a mantener una relación de dos, que resulta ser ya insostenible.

Es, en el caso de las mujeres, asumir que acercarse a los 30 años y llegar a los 35, sin un/a hijo, sin ser madre, no trastoca la identidad femenina, a menos que haya depositado sólo en la maternidad el sentido de su vida.

La relación entre padre/madre-hijo, requiere vivirse en un proceso pleno de fusión-separación. Es una relación donde, como padre/madre puedo aprender a dar sin asfixiar

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